Liberarse del apego a los hijos. Sanado el Ser

Martes, 26/11/2019 07:20 AM

¿Tus hijos crecieron, formaron su vida, sin embargo te sigue preocupando su estado de bienestar y te esfuerzas en "corregir" el rumbo que han tomado, en aconsejarlos? Lo primero que debes preguntarte es si te preocupan ellos o te preocupas por tu situación sin ellos. Quizás te justifiques en lo mucho que los amas, pero ¿cuánto te amas a ti?, o es que piensas que puedes dar lo que no tienes, lo que adoleces.

Desde la concepción y hasta los seis o siete años nuestros hijos forjan su carácter y personalidad, son una esponja que captan todo lo que sucede a su alrededor y lo más habitual o impactante emocionalmente (Shock emocional) terminan grabándose como programas de adaptación o supervivencia que gobernarán su vida de manera Inconciente, así que un padre o madre invasor, sobreprotector o que siente a su hijo incapaz de defenderse le creará programas de dependencia, miedos a enfrentar los problemas, inseguridad fuera de su entorno, desvalorización respecto a sus capacidades, entre mochos otros programas, en dependencia del contexto en que se desarrolle. De la misma forma un padre o madre ausente, indiferente, maltratador puede generarle programas de desvalorización, abandono, tristeza, odio, falta de identidad, entre otros.

Después de estos primeros años comienzan a desarrollar la conciencia de su existencia que aunque viene marcada por la esencia de su ser, lo que lo hace único e irrepetible, estará condicionada por los programas grabados durante sus primeros años, e incluso por programas legados por sus ancestros, tanto de su clan como desde su evolución biológica. Desde allí comienzan a buscar su independencia, a decidir su forma de vida, a cometer sus propios errores y a correr sus propios riesgos. En esta fase los padres pasan de ser indispensables a ser un complemento necesario y a veces hasta un fastidio inevitable. Es allí donde comienza a ponerse a pruebas "el amor de madre y padre". ¿Amas a tus hijos sin esperar nada a cambio, lo amas como a ti mismo? ¿Hasta dónde lo que deseas para tus hijos es una carencia tuya?

Si no sueltas la vida de tus hijos porque "aun necesitan mi ayuda, mis consejos" los estás desvalorizando al intentar sobre protegerlos, les sigues diciendo que son incapaces. Eres tú quien transformó el deber de proteger a los hijos en una razón para vivir y te estás quedando sin ella.

Si crees que no hiciste bien tu trabajo y necesitas remediarlo. A ellos les tocará liberarse de sus programas por sí mismos, o ¿los consideras incapaces? Eres tu quien tiene que perdonarse, entender que en su momento siempre diste lo mejor de ti, que si te equivocaste, aprendiste la lección, que ahora eres mejor gracias a esa experiencia.

Si piensas que tus hijos deben considerarte más, darte más apoyo, agradecerte lo que hiciste por ellos. Tu amor no es sincero al esperar algo a cambio. Debes revisar que tanto te has amado, que tanto te valorizas pues lo que tus hijos hacen es un espejo de lo que tu crees de ti. Eres tu quien debe amarte, consentirte y considerarte para que ellos sean un espejo positivo y te "amen" por voluntad propia.

Si es que tus hijos, esperan que tú hagas todo por ellos y ya no tienes las fuerzas. Con más razón debes dejarlos vivir sus propias experiencias, el tiempo para ti es más importante. Tu no mueres al nacer tus hijos, una vez que estén listos para salir del nido deben volar, sino lo hacen no vivirán su vida y tu tampoco la tuya.

Si tu hijo es especial y no podrá volar del nido, no lo veas como una obligación, sino como una bendición que te acompañará y te enseñará siempre.

Apegarse a otras personas no es amor es lo contrario, miedo. Miedo a no haber hecho bien el trabajo, miedo a quedarse solo (a), miedo a no tener motivos para vivir, miedo a perder lo que es mío (nadie es propiedad de nadie), miedo a lo que vendrá.

Cuando sientas algún motivo de apego a tus hijos lo primero que debes preguntarte es que carencia tengo o que debo cambiar que me hace sentir esto por mis hijos. Lo más común es que después de tantos años entregados a tus hijos te olvidaste como vivir tu propia vida y lo más fácil es aferrarte a ellos. Necesitas encontrar algún motivo que te mueva el piso, que te haga vibrar, sentir que estás viva (o), que te ilumine la mirada y te haga despertar cada día con muchos deseos de vivir. Ya hiciste tu trabajo y si hoy admites que te has equivocado en algunos aspectos, quiere decir que aprendiste la lección, no para retroceder el tiempo, sino para lo que vendrá. De seguro tus hijos ya encontraron o están por encontrar ese motivo y te pedirán tu consejo cuando estén listos para tomarlo y no cuando tú consideres que ellos lo necesiten.

Lo mejor que puedes hacer por tus hijos, ahora que están adultos, es iluminarlos cual faro, con tu ejemplo, con tu actitud positiva ante la vida, con tu decisión de ser feliz independientemente de las circunstancias, con tu profundo agradecimiento por cada bendición recibida, que nunca piensen que los "viejitos" son inservibles, son una carga. Nuestra biología está diseñada para mantenernos sanos y fuertes hasta nuestra muerte y son nuestras creencias negativas las que determinan nuestro deteriorado estado de salud físico y mental con el pasar de los años.

Desde la Psicobioneuroemoción reconocemos que tus creencias determinan tu biología (Biología de las creencias de Bruce Lipton), que no eres, ni serás víctima de tus genes pues es el medio ambiente de tus células el factor principal que determina su comportamiento en saludables o enfermas y ese medio ambiente es controlado por tus percepciones de la realidad que están mediatizadas por tus creencias y luego transformadas en señales químicas y energéticas que le indican a tus células cómo comportarse. Cambia tu sistema de creencias, tu Inconciente biológico (Programas biológicos grabados en tu Inconciente que gobiernan el 93% de tu conducta) y cambiarás tu vida.

Tu principal responsabilidad eres tú, tu bienestar, solo así puedes dar la mayor contribución al prójimo (amar al prójimo como a ti mismo). Amate, consiéntete para poder amar y consentir a los demás con un amor verdadero.

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