Y digo en el titular las gripes en plural porque no creo que a estas alturas de la catástrofe quede alguien que no sepa que el virus, el natural de la gripe común, muta, y que por consiguiente puede hablarse con toda propiedad de gripes de distinta clase y de varios virus de la misma familia con efectos asimismo más o menos virulentos por eso, por ser mutantes. Lo que sin duda ha animado hace mucho tiempo a manipularlos los Laboratorios más avanzados del mundo, pero también los más temerarios...
¿De qué se puede escribir en tiempos de calamidades? Desde luego yo no de política, otra calamidad. Pero tampoco de Narrativa, pues aparte de que la narrativa no es el mío, vivir un pasaje de la historia como el presente, despoja de interés para el escritor cualquier argumento literario a menos que se relacione con el trance. Y si pensamos en la Poética, ¿quién se atreverá a escribir poesía, que tampoco es lo mío, en medio de un muladar o en un campo de batalla? No. Yo no puedo escribir de nada de eso. Pero tampoco me mueve interés alguno la crónica, que es historia o periodismo. Pues lo que ahora puede publicarse en medio de un océano de desgracias y de sospechas, no puede contarse y publicarse más que en línea con las versiones oficiales de los hechos, de los dramas y de las tragedias de cada día. Y eso ya lo hacen muy bien muchos. Yo me niego a competir con ellos. De modo que sólo me queda escribir, como anciano que soy, sobre la sospecha y hacer un vaticinio aproximado fácil sobre lo que en España nos espera: un futuro inminente mucho más dramático que el pretérito reciente y que el presente hasta la fecha, relativo a una economía española, no sé si también mundial, literalmente de postguerra.
Pues bien, desde que tengo uso de razón oía a mis padres decir que en España, todos los años, en invierno, la gripe y la neumonía se cobraban la vida de muchas personas, principalmente de personas mayores enfermos crónicos. Es decir, que unos años más agresiva y otros menos, la gripe era causa regular y natural de muerte. También en Europa. Al menos en Francia, donde mi madre tenía amistades pues parte de su educación la había recibido en Vitry le François. Y a lo largo de toda mi vida, hasta ayer, ésa ha sido la óptica recurrente acerca de la gripe; una enfermedad no mortal pero sí peligrosa, sobre todo a medida que se va avanzando en la edad, aunque yo no recuerdo haberla padecido más que una vez hasta la fecha. Por eso, no había médico que no recomendase al propenso a contraerla, tomar vitamina C preventivamente en otoño. Algunas temporadas presentaba la gripe mayor virulencia y entonces se extendía también más el contagio, convirtiéndose en epidemia. Este fue el caso de la Ébola, la Asiática, la Aviar o la Porcina. Y entonces se oía: "este año hay epidemia de gripe".
Pero en realidad, desde siempre la gripe y sus cepas han sido casi "normales"; un modo natural de "sanear" la vida de las poblaciones, casi una ley de biología. Si bien hay un precedente estremecedor: la gripe española de 1918; incorrectamente llamada así porque la prensa española entonces sin censura, dio cumplida cuenta de la gripe que hizo irrupción en Europa en el otoño, recién acabada la primera guerra mundial. A diferencia de otras epidemias de gripe que afectan principalmente a niños y ancianos, las víctimas de esa gripe fueron también jóvenes y adultos saludables, y animales, entre ellos perros y gatos. Se considera la pandemia más devastadora de la historia humana, ya que en solo un año mató entre 20 y 40 millones de personas. La imprecisión en la mortandad, dadas las condiciones generales reinantes entonces, es debida a la dificultad de obtener datos estadísticos fiables…
Ha transcurrido casi exactamente un siglo, y la pandemia de un virus gripal hace de 2020 otro año aciago como lo fue 1918. Y si entonces venía precedido de una guerra espantosa muy reciente que asoló a Europa y al mundo, la pandemia de este año viene precedida de una quiebra técnica económica que afecta también a todo el globo aunque no haya una institución mundial encargada de declarar urbi et orbe como la OMS las hecatombes de la economía; al menos la del sistema vertebrado por la economía capitalista neoliberal. El virus de esta temporada se ha extendido más allá de Europa y alcanza a todos los países del mundo con distintos efectos y distintas respuestas por parte de los gobiernos. A todo esto, el 11 de marzo del año en curso la OMS declara pandemia la "gripe", en la forma de coronavirus de la variante Covid19, de este año: otra modalidad de gripe con efectos clínicos extraños según la edad y constitución de los pacientes, que, aun dentro del principio de que no es la "lógica" lo que permite interpretar y tratar ninguna enfermedad, no encajan en unos mínimos de lógica común.
Pues bien, me puse a rebuscar el número de fallecidos por gripe y neumonía en España en años precedentes, y no me fue nada fácil la tarea. No había, o no encontré, estadísticas. Sólo una web, redaccionmedica.com, recoge los datos relativos al año 2018. Según ese sitio, en la temporada de ese año la gripe en España, a causa de los factores que favorecen el brote del virus -el frío y la humedad-, se llevó a la tumba a 15.000 personas (cifra en realidad no demasiado lejos de los fallecidos oficialmente hasta hoy). A este respecto debo destacar, en primer lugar que cuando rebusqué la estadística de casos y fallecidos por gripe, no encontré la de años anteriores, tampoco en redaccionmedica.com. Pero no me extrañó que el dato de los 15.000 fallecidos en 2018 por gripe pasase sin pena ni gloria y que ningún medio se hiciese eco de ella, por lo antes dicho de la habitual criba cada año de la vida que hace esta enfermedad (lo que sí me extrañó es que se retirase de Internet poco después de que yo lo citase en artículos precedentes, esa página de redaccionmedica.com). Sin embargo, no sólo no fue declarada ese año pandemia alguna, sino que ni siquiera se habló de epidemia; no hubo revuelo, no hubo confinamientos y ni los medios dieron importancia al dato más allá de la que tuviese en el ámbito sanitario. En cambio, en el actual 2020, sin tenerse todavía idea del alcance de la gravedad del virus gripal, el de esta temporada, enseguida hubo una reacción en todos los países ante el hecho de haber sido declarada pandemia por la OMS, en manos de un 82% de capital privado, y todos los gobiernos se aprestaron a tomar medidas preventivas muy extraordinarias. Y el español, a diferencia de otros europeos, adoptó medidas extremas en función del número de fallecidos por la real o supuesta propagación del virus. Cosa también extraña si lo comparamos con lo no sucedido en 2018. Entonces, en un país, España, tan acostumbrado el pueblo a obedecer, acobardado durante cuarenta años por una dictadura, no ha sido difícil la obediencia. Además, los términos sumamente alarmantes en que fueron decretadas las medidas de confinamiento, reforzadas por una campaña inusitada permanente de los medios de comunicación, tanto públicos como privados, las veinticuatro horas del día en más del mes y medio transcurrido, y en algunas Comunidades por la opresión de las policías y el ejército, no podía esperarse otra cosa que sumisión… por nuestro bien. También extraño si volvemos a compararlo con la cifra de 15.000 muertos en 2018, según redaccionmedica.com.
Por otra parte, veía yo el pasado día 27 de abril, en un periódico de tirada nacional, el siguiente cuadro:
En España se han registrado hasta hoy 21.917 positivos, 24.275 fallecidos, 108.947 recuperados. En el mundo, 3.098.54 diagnosticados, 217.660 fallecidos y 917.158 recuperados.
Bien. Si un lector vive el confinamiento despavorido por el miedo al contagio y otro lector vive despreocupado razonablemente y además no asiste al espectáculo diario de las televisiones, tanto públicas como privadas, sobre el avatar, leerá de una manera distinta esas cifras y su comparación. El primero se detendrá en los guarismos porque ni ve ni quiere saber del asunto más allá de las mismos. Y eso lo sabe el medio que las publica o divulga. Lo único que sabe el medio es que ahora nada "nos" puede (ni nos debe) interesar más. También sumamente extraño. Pues, de todos es sabido que el miedo y el pánico por sí mismos hacen estragos, tanto en el individuo por separado como en los colectivos en los que el pánico se contagia más rápidamente que la gripe, y sus efectos pueden ser exponencialmente funestos. Y también sabemos que una sola palabra por sí misma puede causar esos efectos en función de quien la diga y de las circunstancias en que las pronuncia. Decir al niño en tono de alarma ¡que viene el lobo! o, como se decía o se dice en los Países Bajos ¡que viene el duque de Alba¡ puede causarle un trauma. Decir un médico a su paciente desprevenido: "tienes cáncer", es robarle parte de su vida. Decir, en fin, ¡pandemia! es multiplicar el pánico por mil, y si todos los medios a diario y a todas horas se hacen eco de la "noticia" de los contagiados y de los muertos, esa desafortunada decisión multiplica los efectos por un millón. ¿Estuvieron presentes entre los consejeros del gobierno sociólogos y psicólogos aventajados que valorasen el proceder de los medios de comunicación en relación a la salud y especialmente a la salud nerviosa y mental? Sin embargo, teniendo en cuenta que los fallecimientos son inexorables tanto en España como en el mundo en cualquier momento y lugar porque el ser humano todavía es mortal, el segundo se preguntará: primero ¿cuántos fallecidos hubo en España y en el mundo el pasado año en el mismo espacio de tiempo y entre las mismas fechas? Segundo ¿cuántos fallecidos hubo el pasado año, en el mismo espacio de tiempo y entre las mismas fechas por la gripe común? Esto ahora no nos consta. Habría que investigar en Google o en cualquier otro documento estadístico no virtual. Porque pudiera ser que la suma de fallecidos en España y en el mundo por gripe "normal" y por neumonía "normal" el pasado año, no fuese muy diferente. Pudiera ser que lo que altera la percepción e importancia de los fallecimientos es la etiqueta pandemia, no la realidad en sí del número total de fallecidos por enfermedades concomitantes con este virus. Para que se distinguiese "esta" causa de fallecimiento como independiente del fallecimiento de las otras dos, es decir, de la gripe común y la neumonía, deberíamos conocer también cuántos en el mismo periodo de tiempo han fallecido por gripe común y por neumonía. Lo que complica mucho la cosa, pues da la impresión de que la inmensa mayoría de los fallecimientos por enfermedades respiratorias, se están metiendo en el mismo saco de los fallecidos por el Covid19. También extraño. También sospechoso.
Lo cierto es que hay muchas razones para la sospecha. El coronavirus es otra más de las modalidades de gripe, muy agresiva, pero a pesar de todo no parece llevar el camino de la gripe española de 1918 citada. Aquella se cebó en cuerpos sumamente debilitados por la guerra. La escasez de autodefensas por depauperación generalizada, debió ser la causa de la causa de la extraordinaria actividad de aquel virus. La prueba es que no se ha reproducido nada parecido, hasta hoy. Pero en los tiempos actuales, la desnutrición hay que descartarla. Si acaso puede ser la causa en la Residencias de ancianos privadas, donde se adivina su fantasma, pues muchas de ellas pertenecen a "fondos buitre" y lo privado no hace concesiones a otra cosa que no sea el beneficio...
En suma, todo apunta desde un principio a un tenebroso y solapado interés justo en potenciar la alarma y acobardar al pueblo.
Lo que asimismo es cierto es que no existe ni ha existido nunca antibiótico capaz de curar la gripe. Sólo las defensas naturales de cada organismo y el paso de aproximadamente de una semana a quince días en cama, terminan venciendo con suerte el proceso mórbido. De modo que si se insiste ahora en el intento de curar la gripe, sería para encontrar el antibiótico, el fármaco, el antídoto correcto que hasta ahora no ha sido hallado. Pero en modo alguno una vacuna es aconsejable por mucho que se hable de ella. En numerosos casos, algo que también sabemos los mayores, la vacuna contra el virus de la gripe causa en muchos organismos desarreglos, trastornos y efectos contrarios a los deseados. En buena medida porque muta. Y con mayor motivo si, como muchos sospechamos, el Covid19 tiene una estructura artificial deliberadamente mutante.
Otra cosa es que este virus pueda ser un producto artificial de laboratorio, y que además se haya fabricado con fines más allá de los experimentales virológicos. Porque entonces su efecto estaría controlado por sus fabricadores. Tambien esto entre de lleno en la sospecha. Pero tampoco, en otro plano del discernimiento, es extraño. Pues lo mismo que la moral y la ética exigida en la vida de la paz no sirven para nada en tiempos de guerra, quienes están en las alturas de la sociedad mundial carecen de principios rectores de conciencia. Como si estuviesen en guerra permanente. Sólo se guían por el instinto del depredador sin apetito. Por eso, entre unas y otras cosas, insisto en que no debe extrañar la sospecha en torno a lo que está ocurriendo. No sólo lo que ocurre en los Centros de Salud y en el número de los que fallecen; y no sólo en lo que sucede en las Residencias de mayores, sino también en los bastidores de quienes gobiernan verdaderamente el mundo. Me refiero a esos que manejan, en lo fundamental, al títere político de turno de cada país. En cualquier caso la sospecha se agiganta. No sólo por los raros efectos que hacen suponer que estemos ante un virus producto de laboratorio, además dirigido a genes concretos, sino porque está asociado el trance a un sistema y a una economía de corte liberal por la que se rige el mundo que, desde 2008 viene dando señales de caminar a la quiebra final, si no está ya.
Periodistas notables, como el ruso Daniel Estulin, y otros españoles, y el Nobel de Medicina de 2018 japonés, que luego al parecer se desdijo, vienen asegurando con profusos y contrastados datos que el virus de este año no es natural y ha venido siendo ensayado desde hace años. Incluso el mismísimo biólogo francés, Luc Montagnier, de 87 años, Nobel de Medicina en 2008, afirmaba hace unos días que el coronavirus causante del Covid19 es de fabricación humana; es decir, una obra de ingeniería virológica que sólo puede tener una finalidad públicamente inconfesable…
Con ello no me resisto a la tentación de calificar como posiblemente desfigurado o falseado el número de los fallecidos exactamente atribuido a este virus. No me resisto a la tentación de calificar como sospechosa la declaración de pandemia. Y, sobre todo, no me resisto a la tentación de ver un extraño interés en engrandecer la acción letal de este virus, siendo así que la víctima principal es la población más vulnerable. Como siempre, la gripe se ha llevado por delante a los enfermos crónicos y a los ancianos sin defensas a quienes en muchísimos caos y desde hace mucho tiempo sólo les une un fino hilo a la vida. Y no me resisto a la tentación de pensar, en fin, que dado un sistema socioeconómico donde el pillaje, el materialismo superlativo y la ambición, al lado de la miseria, reinan y gobiernan, a nosotros, a los ancianos, va dirigido el virus de la gripe en esta oportunidad.
De momento, me atrevo a decir, para terminar dos cosas en el plan de vaticinio fácil al que me refería al principio: una, que debemos ir haciéndonos a la idea de que al final, como después de una guerra, nos espera un país devastado que hay que reconstruir; y otra, que los pensionistas que no hayamos sucumbido a este virus "inteligente" dirigido desde un laboratorio intencionadamente contra los mayores, ya podemos ir haciéndonos también a la idea de un recorte importante de nuestra pensión…