¿Son confiables los datos de la pandemia en nuestro país?

¿Por qué Venezuela tiene la menor tasa de letalidad por COVID-19 de América Latina?

Jueves, 27/08/2020 02:34 PM

A principios de este fatídico año 2020, los presagios de pandemia en Venezuela eran realmente alarmantes. En la condición precaria de nuestro sistema sanitario, la baja calidad de los servicios públicos de agua y electricidad y los crecientes indicadores de pobreza, el país parecía estar destinado a afrontar gravísimas dificultades para poder frenar la pandemia de Sars-Cov-2. Sin embargo, 8 meses después la situación resulta ser bastante diferente. La república bolivariana de Venezuela presenta una incidencia de 41.158 casos de los cuales 32.015 se han curado y sólo han fallecido 343 personas. Para entender lo que estos números significan hay que ponerlos en términos relativos. Es decir, en Venezuela, se han contagiado con este virus 1277 personas por cada millón de habitantes y la tasa de letalidad de la enfermedad en el país es del 0,83%.

A partir de los indicadores relativos, tenemos que Venezuela presenta unos indicadores de contagio similares a los de Finlandia y Noruega y ligeramente peores que los de Hungría, Letonia, Lituania o Eslovenia. Países que ni siquiera aplicaron esquemas de confinamiento de la población sana, a diferencia de las estrictas cuarentenas de otros como España o Italia. Estos últimos presentan una tasa de contagios de 8759 y 4358 casos por millón de habitantes, respectivamente. Es decir, unas 6 y 4 veces más que la tasa de contagios en Venezuela u otros países sin confinamiento como Finlandia, Noruega, Hungría o Eslovenia. Esto si que es curioso. En cuanto a América Latina, los países con menor tasa de contagios son: Cuba, Uruguay, Nicaragua, Haití, Venezuela y Paraguay (en ese orden). Seguramente, podría pensarse que estos valores son consecuencia de una mala gestión de los datos, pero entonces veamos la relación entre muertes y contagios, es decir, la tasa de letalidad. Si algo es difícil de ocultar son los muertos. En este indicador, estos países son también los de menores tasas de letalidad. Venezuela tiene la tasa de letalidad más baja de América con el 0,83%, Paraguay del 1,6%, Cuba y Haití presentan una tasa de letalidad del 2,4%, Uruguay del 2,7% y Nicaragua del 3,1%. El resto de los países latinoamericanos son una verdadera tragedia. Particularmente, en Perú, Bolivia y Ecuador donde las tasas de letalidad son las más elevadas de América del Sur. En cuanto a la cantidad de muertes los peores son Estados Unidos y Brasil.

Nuevamente, puedo entender que el lector esté pensando que Venezuela, Cuba y Nicaragua, con gobiernos relativamente opacos con la información, podrían realmente tener una cantidad superior de muertes y que los gobiernos de estos países los estén ocultando con fines políticos. Sin embargo, yo no lo creo, porque no creo que en este momento el fin político sea ocultar una tragedia importada que justifica medidas de cuarentena de la población y da una coartada económica a esta gobiernos para justificar, con esta crisis, los enormes problemas que existen, particularmente en Cuba y Venezuela. El uso de una estrategia basada en el enemigo externo ha sido predominante en estos países para justificar sus malas gestiones y este "virus" viene a ser el "enemigo perfecto" porque además de ser un enemigo externo, es invisible y apolítico. Por lo tanto, no creo que los fines tácticos de estos gobiernos sean coherentes con una política de ocultación de datos, sino más bien todo lo contrario. Por lo tanto, para hacer un análisis realista de esta tremenda paradoja del COVID-19, en la que países con sistemas sanitarios precarios y con poca disciplina sociopolítica en la aplicación de los confinamientos estén en situaciones mejores, en cuanto a esta pandemia en particular, que países como Estados Unidos, España, Italia o Brasil. Acá hay una parte de la historia que no se está contando como realmente es o que se está ocultado a un nivel muy superior.

La paradoja sociocultural

Lo primero que hay que saber es que entre América Latina y Europa existe una clara diferencia sociocultural que tiene que ver con el concepto de solidaridad y de familia. El existencialismo europeo ha quebrado completamente los valores culturales de origen judeo-cristiano en que originalmente se basó la democracia y la libertad heredada de griegos y perfeccionada por los primeros cristianos y sus primeros ejemplos de seguridad social. En la antigua Roma, el mayor atractivo de la secta de cristianos (por entonces considerados como delincuentes y subversivos) era su seguridad social. Los primeros cristianos tenían en sus iglesias un centro de apoyo social en el que se atendían las necesidades de las viudas, huérfanos, pobres y enfermos. Esto con el tiempo dio lugar en occidente a la seguridad social inexistente en otras culturas antiguas y que recién en el siglo XX fue permeando en el oriente medio y lejano. Quiera usted creerlo o no, esta es una realidad histórica y de ella derivan también los conceptos de cohesión familiar tan cuestionada actualmente en Europa (particularmente en España e Italia). La destrucción de la familia en España es un hecho alarmante, la violencia doméstica al galope puede ser consecuencia de una ideología de género que pone a los sexos en lucha continua y acalorada. La familia no es ya un núcleo de refugio en las dificultades sino un lugar del que hay que salir apenas tengas mayoría de edad. Esto no es así en Latinoamérica, ni muchísimo menos en Cuba, Venezuela o Nicaragua, en estos países mucho menos que en cualquier otra parte de nuestro continente. Por otro lado, la disolución de la familia es particularmente grave para los ancianos que, en España, son depositados en ancianatos públicos donde son confinados masivamente hasta la muerte de tristeza en soledad. Pocas personas saben que el 75% de las muertes en España e Italia, los países más afectados por COVID-19 de Europa, fueron en residencias de ancianos. Muchas de estas residencias de ancianos fueron abandonadas por sus cuidadores por miedo al contagio, dejando a grupos de ancianos a merced de la peste. En algunos casos la policía española encontró ancianos conviviendo con cadáveres víctimas del COVID, lo que provocaba focos de infecciones agudos en estos recintos ¿Existen estos depósitos de ancianos olvidados en Venezuela? ¿Con quienes viven los ancianos de familia en Venezuela, Cuba o Nicaragua? Viven en casa de alguna hija, hijo o familiar cercano pero muy raramente en una residencia de ancianos. Por eso lado, reducimos el 75% de muertes de un solo tajo. Cada uno dará una valoración moral particular a esta situación, pero lo cierto es que científicamente es un elemento más que relevante en la diferencia de muertes por covid-19 entre América Latina y Europa.

Por otro lado, está la solidaridad familiar. En Venezuela claramente no hay un sistema sanitario efectivo, pero a falta de hospitales bueno es tener un hogar donde permanecer cuidado por familiares en caso de enfermedad y esto es lo que ocurre en Venezuela. El núcleo familiar es la unidad sociopolítica más fuerte que tiene la humanidad, la unidad más resiliente y blindada contra todo tipo de plagas, guerras, pandemias, invasiones, etc. Eso lo ha demostrado la historia y hoy, en pleno siglo XXI, sigue siendo demostrado. Es posible que sea difícil conseguir medicamentos, conseguir una cama en un hospital, pero padres, hijos, madres, hermanos, primos y tíos multiplican esfuerzos para conseguir las medicinas de quien las necesite en cualquier familia de Cuba, Venezuela o Nicaragua, eso es un hecho innegable. La disolución del estado venezolano empuja al refuerzo forzado de los núcleos familiares que son, sin duda, el bunker más seguro de la humanidad. No me quiero ni puedo arriesgar más en valoraciones sobre Cuba y Nicaragua, pero sobre Venezuela puedo decir con certeza que el seguro social más efectivo, eficiente y de mayor cobertura en el país es la unidad familiar y la organización civil o comunitaria, según se quiera llamar, de acuerdo con la tendencia política de cada uno.

La paradoja medica

Luego de China, el país que comenzó a tener brotes graves de COVID-19 fue Italia y posteriormente España. Las razones son, sin duda, de tipo comercial y migratorio. Pero en cuanto al tema médico, ha quedado muy claramente establecido que la información preliminar acerca de este virus, que fue entregada por la OMS y por China al resto de países del mundo, era completamente errada. Los primeros en darse cuenta de esto fueron los médicos italianos que no podían comprender porque el tratamiento propuesto por la OMS y China no daba ningún resultado positivo. Los primeros pacientes italianos morían en los hospitales de ese país como quien asiste voluntariamente a un matadero. Ante esta escalofriante perspectiva, los médicos italianos se decidieron a investigar por sus propios medios hasta descubrir que el tratamiento propuesto no solo era inapropiado, sino que era causa principal de la aceleración de la muerte de los pacientes. A partir del 2do mes de crisis sanitaria la tendencia en la tasa de letalidad comenzó a bajar cuando, a partir de las autopsias realizadas, los médicos italianos se percataron de la necesidad de aplicar antinflamatorios previamente prohibidos en el tratamiento de la enfermedad y que, por tanto, habían privado de la oportunidad de vivir a miles de personas. Esta información pasó a España y entonces comenzó a ceder la tasa de letalidad. Sin embargo, al otro lado del Atlántico, tempranamente los médicos cubanos, Centroamericanos y algunos médicos suramericanos fueron conscientes de esto y desde el principio aplicaron protocolos más adaptados a la realidad de este virus (antinflamatorios, antibióticos y otras cosas que veremos más adelante).

En Venezuela, a diferencia de lo que ocurrió en España o Italia, se aplicaron desde el principio tratamientos antiinflamatorios y antibióticos. Eso evito una enorme cantidad de muertes e incluso redujo la tasa de contagios. En este punto, seguramente muchos se molestarán con lo que tengo que decir, pero en Venezuela se aplicó el tratamiento propuesto por Donald Trump que tantas burlas provocó en los medios comerciales de desinformación. Recordemos que el actual presidente norteamericano dijo desde el principio que este virus podría ser tratado efectivamente con hidroxicloroquina. Esto provocó una tergiversación mediática en la que se dijo que el líder norteamericano había dicho que se consumieran desinfectantes de baño, cloro, legía, mistolin, etc. Nada más lejano a la realidad, una tergiversación absoluta de la realidad.

La hidroxicloroquina se aplica en Venezuela con éxito a los pacientes de COVID y no solo en Venezuela sino en muchos países europeos, en Cuba y otras partes del mundo. Luego está el tratamiento con ivermectina. Médicos argentinos, colombianos, venezolanos y otros de Latinoamérica propusieron que se tratara a este virus con ivermectina y nuevamente fueron objeto de burla por parte de los grandes medios de desinformación. Sin embargo, la realidad es que este medicamento es altamente efectivo contra el COVID-19 y se está aplicando en Venezuela (la tasa de letalidad más baja de América Latina). El tutelaje absoluto al que se sometieron médicos españoles e italianos ante los dictados de la OMS condujo a la muerte de miles de personas y fue, luego de cientos o miles de muertos, que rectificaron por sus propia cuenta y pudieron detener esta masacre inconsciente. Esto lo había denunciado así, tal cual lo narro acá, el presidente norteamericano Donald Trump y otros líderes políticos del mundo que se han separado de forma directa o indirecta de la OMS.

Conclusión

Los datos de Venezuela, Cuba y Nicaragua son reales, pero para entender porque lo son hay que quitarse la venda que ciega a la humanidad a través de los grandes medios de desinformación. La realidad es muy cruel y dura porque lo que ha pasado es un crimen del que aún no se conoce el responsable. Pero en nuestro país hay que dejar claramente establecido que si alguien ha sido merecedor del reconocimiento es el pueblo y las familias venezolanas. La curva de contagios va cediendo ya en Venezuela y aunque no podamos cantar victoria ya se ve una luz al final del túnel y esto no ha tenido que costar la vida a cientos de miles de venezolanos como si ha pasado y está pasando en otros países como Brasil o Estados Unidos. En este momento, conviene preguntarse realmente ¿qué es el "desarrollo", que es el "subdesarrollo"? ¿Es subdesarrollo mantener la unidad familiar y solidaridad? ¿Es desarrollo abandonar a los viejos en confinamientos de ancianos a morir de mengua y tristeza y abandonarlos a su suerte cuando hay una crisis sanitaria? Hay mucho que pensar y analizar, pero primero hay que dejar de creer en los mentirosos medios de desinformación, construir un criterio propio incluso más allá de lo ideológico (Si, lo cierto es que Trump puede haber dicho una verdad que no decían los grandes medios) y buscar la verdad en todos los lugares, aun en los lugares en que ideológicamente no queremos buscar. La verdad no tiene partidos, es una y existe por si misma e independientemente de quien la diga o quien la oculte. En cualquier boca puede pronunciarse una verdad y en lo más sagrado puede ocultarse la mentira, mientras que en el más mundano y repudiable ser pueden esconderse verdades. Es así y eso no será diferente porque no nos guste creerlo, la verdad existe con o sin nuestro consentimiento (MAS INFORMACIÓN AQUÍ).

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