Miles y miles de años de civilización y la ambición humana sigue indemne, no ha cambiado. Por lo que luchábamos en la misteriosa y poco conocida prehistoria y hasta que empezó a registrarse la historia, el ser humano individual, grupal y colectivo, ha basado su existencia en una permanente ambición de crear un poder dominante o controlador sobre sus congéneres, para verlos reducidos a su disposición y sentir toda su majestad sobre ellos. No ha habido mayor "desarrollo humano" en toda la existencia humana (redundancia útil), desde la aparición de nuestros ancestros primates pensantes y hábiles hasta nuestra flamante actualidad, que el poder dominar y aprovecharse de otros grupos y su entorno vivencial, para llenar el permanente e inacabable vacío de poder. Para esto, la inversión material e intelectual ha sido total y el beneficio ha sido enorme para muy pocos y poderosos y exiguos para muchos y sumisos. Es decir, la historia humana ha sido y seguirá siendo escrita con un solo motivo, la lucha por el poder del poder mismo, es la historia de los gobernantes y los gobernados, es procurar "el equilibrio" entre un reducido grupo que manda y otro mayoritario, que obedece.
Cuando vemos la evolución de la toma del poder de antes y después, nos damos cuenta que el fin ha sido el mismo y que ni siquiera los medios para obtener o llegar a ese fin, han cambiado. Pero, lo que si podemos afirmar es que los medios han evolucionado, ya que están en una permanente innovación y adaptación que ha sido exitosa a lo largo de la humanidad. ¿Cómo se logra esta dominación? Dominando nuestra fisiología, nuestra existencia biológica, nuestras necesidades primordiales de subsistencia y con ello, se llega al control de nuestras facultades y decisiones.
A veces creamos ingentes y escudriñadas teorías sobre el control humano y nos olvidamos que todos nosotros, como seres vivos, necesitamos comer, respirar, cubrirnos de los factores ambientales con vestimenta y techo, desarrollarnos empíricamente e intelectualmente, comunicarnos y compartir como grupo social. Eso no ha cambiado, son pocos elementos pero fundamentales para la vida, todo eso es igual desde hace miles y miles de años. Ahora bien, cuando un reducido grupo logra acceder al control de uno o varios de esos factores primordiales de sustento humano, crea una autoridad sobre el grupo mayoritario. Y si también logran convencer al grupo mayoritario, de que son los únicos que pueden desarrollar, preservar y darles de manera "cierta" ese elemento esencial para la vida, además de la autoridad antes dicha, se genera una condescendencia con el grupo controlador, que es la más pura forma de dominación. Esto es una certeza colectiva inducida y establecida, por la necesidad de acceder al beneficio y de tener "quien le resuelva esa necesidad" y lo incomprensible, ese mismo mayoritario colectivo manejaba y accedía con anterioridad y sin ningún tipo de restricción a ese patrimonio común. Ese perverso legado, esa aciaga herencia la hemos arrastrado hasta nuestros días: "la necesidad" de ser tutelados en cada aspecto de nuestras vidas, para paradójicamente, sentirnos libres.
En pleno y pandémico 2020, cuando ha transcurrido la quinta parte del siglo 21, el control se ha hecho más patente, que la sumatoria de las eras geológicas y generacionales anteriores. Es un control total, porque la tecnología nos ha creado múltiples "necesidades" que antes no "creíamos necesarias" e inclusive, que ni siquiera sabíamos que existían. Esas, aunque no son necesidades vitales, hoy día la gente "no puede vivir sin ellas". Son las generadas por la apabullante y sugestiva suntuosidad y la competencia de sobrevivir en un mundo incompetente en lo humano y eficaz en lo mundano. Es un hostigamiento constante para cimbrar y sembrar en nuestra algo perturbada psiquis, una cantidad desmedida y brutal de información, de tal manera, que no podamos procesar o retener y que asumamos, que es más fácil aceptar su veracidad que estar averiguando su origen. Como sentenció la mente prodigiosa de Albert Einstein "Cada día sabemos más y entendemos menos" y yo añadiría, nos importa menos. Ahora somos más ignorantes, pero nos ufanamos que tenemos mayor información o diciéndolo de manera sarcástica, tenemos una inteligencia artificial. Toda esa información de control, está disponible y nos ingresa e incorpora en nuestro trastocado pensar a través de la vía visual, sonora, táctil es decir, por todo nuestro mecanismo sensorial y además, de una manera muy lisonjera para captar toda nuestra atención y que muchas veces hace dudar e impugnar nuestra individualidad cognitiva, llevándonos a adaptar y adoptar otras personalidades "más favorables" para desenvolvernos en la actual sociedad de consumo, que ahora nos gobierna y a los gobernantes que hoy más que nunca, nos controlan. Y no solo es el consumo de lo suntuoso, hay todo un catalogo de géneros con que identificarnos y de innumerables y diversas opciones elaborados de situaciones para todos los gustos, así no nos gusten. La libertad de pensamiento es el eufemismo más grande que hoy existe, es una ironía ya que muchas de las cosas en las que "creemos" no tienen explicación para nosotros, pero si su aceptación. Ejemplos vemos a diario en las denominadas redes sociales, cuando nos hacemos solidarios de algunos eventos o personas desconocidos o denostamos de otros porque la "mayoría" contraria lo hizo.
El pensamiento libre nunca ha estado más encerrado como ahora en el presente, en comparación con las épocas que nos antecedieron. Esto nos indica, que la espiral futura será más dinámica en la medida que la tecnología lo sea y como esto será así (el crecimiento tecnológico es exponencial) el control será permanente e irreversible. Esto es lo que rige actualmente de gran manera la ideología y la conducta humana actual y eso se vislumbra que no va a cambiar, ya que podemos ver que los vigentes modelos sociales y los "nuevos" valores impuestos vía internet o medios masivos, han sustituido las costumbres o valores generacionales con los que los grupos etarios medianeros (actuales padres y abuelos) fueron formados y que son considerados por la pléyade actual, como desincorporados de la actual sociedad de la interfaz. A menos que… algún día y no en una lejana galaxia, la utopía de lograr el control comunitario de los medios tecnológicos de producción, se haga realidad. Pero, no olvidemos, que siempre habrá alguien que controle eso.