¡Pobrecita:
"La princesa está triste. ¿Qué tendrá la princesa?
Los suspiros se escapan de su bosa de fresa,
que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
La princesa está pálida en su silla de oro,
está mudo el teclado de su clave de oro;
y en un vaso olvidado se desmaya una flor".
Rubén Darío
La Revolución Bolivariana es la princesa y ella está, y por eso se le puede describir como lo hizo Darío, por demás triste. Pues aquella que Chávez llamó "bonita", con premura, antes de tiempo, sin haber salido si acaso de la infancia, le han salido arrugas y hasta le mata el reumatismo.
Hay un dibujo que debe hallarse en las redes, en su oportunidad fue muy difundido, con Chávez y Ernesto Kirchner, sentado muy juntos sobre una nube mirando hacia abajo la "Revolución Bonita" y hay en el rostro de ambos expresión de alegría y hasta ternura confundidas. Pero también orgullo de quienes en la "otra vida" sienten no sólo el placer de haber cumplido con su deber y hasta más allá sino de haber visto su obra consolidada. Supongo a quien hizo aquel dibujo, ahora "trasnochado", no por su obra que me pareció excelente, sino por percibir, pues siendo lo que es seguro estoy, así es, como los que ahora abajo miran es como un "vaso olvidado", donde "se desmaya una flor".
Por eso, el poema de Darío que, como es frecuente en esos casos, cada interprete o analista dice lo que se le ocurre e imagina, como que fue dedicado a alguna dama en particular o a la poesía misma, uno también mira la "Revolución", de una manera, quizás con el espíritu golpeado del trasnocho y los males que en este espacio abundan y hasta se multiplican a diario, mientras otros, desde sus particulares y muy escogidos puestos de observación y en condiciones diferentes, perciben otra cosa. Un estereotipo que sirve y se usa para explicar toda cosa, sin importar el estado del tiempo, la historia del momento, diría que cada quien percibe según la clase a la cual pertenece. De donde dos trabajadores, con visiones distintas, sería algo imposible. Pero eso se cura, sólo con decir que uno de los dos, aquel que no tiene la visión de quien asegura tiene la verdad en la mano, ha sido ideologizado por la clase dominante. Y éste, el dominado por la clase contraria a la suya, es un tipo trasnochado.
Todos los achaques del humano en la vejez, a la "Revolución Bonita", han invadido antes de tiempo y por eso no ha podido hacer nada de lo que estaba destinada a hacer. Porque, además se le concibe como una cosa en movimiento sólo por el empuje inercial. Fue empujado por alguien, ese se llamaría Chávez y ella marcha al ritmo, rumbo y velocidad que le está permitido y todo lo que los demás hagan o dejen de hacer, no serán más que gestos impuesto por ella misma. Es decir, quienes ahora dirigen y hacen, ni dirigen ni nada hacen sino seguir el rumbo, ritmo y velocidad que les impuso Chávez. Y eso le llaman lealtad y quien lo ponga en duda es traidor o por lo menos "trasnochao". Pero uno observa, a la "Revolución Bonita", como si por un embrujo la hubiesen pasmado, para que se quedase justo en donde la dejó Chávez y de allí comenzó su decadencia.
Toda ella está llena de llagas, dolores, articulaciones que no articulan sino donde cada cabeza de hueso roza con la otra y en la cara de ellas las lágrimas se derraman y corren a raudales por las arrugadas mejillas.
Mi teléfono, hace dos días, dejó de llamar o mejor, me impide llamar a quien tenga necesidad de hacerlo. Cada vez que intento hacer una llamada, una voz impersonal, me dice, "su saldo es insuficiente". En verdad, no entiendo por qué habría de serlo, si apenas le recargué una semana atrás y, hasta nunca antes, le había puesto saldo como esa vez. No obstante, pensé que habrían subido las tarifas y por eso pudo acabárseme con tanta rapidez. Entonces opté por ponerle la misma cantidad de la vez anterior, lo mínimo que ahora exigen, 400 mil bolívares. Como pocas veces llamo, poco me llaman y cuido de ponerle saldo con la periodicidad debida, nunca había tenido problemas de ese tipo.
Pero pese haberle puesto más saldo de nuevo, la cantidad mínima debida, por lo que de inmediato debían devolverme el servicio, así no sucedió. La voz impersonal siguió diciéndome lo mismo, "su saldo es insuficiente para hacer esta llamada".
Todavía, por mi propio razonar y el de un amigo, pensé que pudo haber sido que coloqué poco saldo, pese aboné, el mínimo permitido, como ya dje. Y por este razonar volví a recargar la misma cantidad, lo que en definitiva viene a significar que, en una semana he recargado mi teléfono con 1 millón 200 mil bolívares, lo equivalente al salario mínimo mensual y mi pensión del IVSS y, aún así, Movilnet me sigue diciendo que mi saldo es insuficiente.
En vista de eso, opté por llamar a otro amigo conocedor de estos asuntos, le comenté sobre lo que me estaba sucediendo, lo que incluye que he estado llamado insistentemente al *611, es decir a "atención al cliente", y allí, lejos de encontrar lo buscado, sólo halla el sordo mensaje de "aquí no hay nadie" o "esta empresa cerró por quiebra y abandono"; se siente desde lejos lo taciturno, la soledad y lo pesimista y deprimente del moho.
Mi amigo, todavía bastante joven e informado de esos menesteres, me dijo:
"Ni se te ocurra seguir poniendo saldo. Eso me está ocurriendo a mí y me han quitado más de 2 millones de bolívares, por haber razonado como tú. Hasta me llegué a las oficinas de Movilnet y me dijeron que eso ocurría porque la plataforma estaba caída."
Todavía pregunté:
¿No será que el banco no transfiere ese pago a Movilnet?
"¿Por cuál banco le depositas a Movilnet? Me repreguntó mi amigo.
Por el Venezuela, respondí.
Entonces no debe ser, porque lo hago por otro banco.
Hoy amanecí triplemente trasnochado. Primero porque es casi un motivo genético en mí; soy en gran medida insomne por ser hijo de dos que lo fueron. Por estar inconforme con lo que aquí acontece; más por la dureza de la vejez que me han impuesto al quitarme todos mis derechos, ganados con el trabajo y mis luchas que por mis visiones y concepciones y finalmente porque me han incomunicado y no puedo llamar a los míos, que en verdad no son muchos, pero sí bastante les ansío.
Pero mi trasnocho aumentó en número e intensidad al encontrar motivos para comprobar que Movilnet, un servicio importante, quizás no como el de la salud, escuela, transporte urbano, gas, precios, también entró en barrena y allí, como sospecha mi amigo, con el dinero de esas recargas, pudieran estar haciendo también algo indebido con el agravante que uno, pese pagar, se va quedando sin el servicio.
Pero pese todo eso, y los motivos ya suficientes para el trasnocho, uno se recarga más de saldo, no para llamar por Movilnet, pues sólo llamo, ya que mi celular es sólo un potecito o uno de esos primitivos, casi brutos, sino de trasnocho, de sólo pensar que arriba, en el alto gobierno, el presidente cuando habla hasta que se acaban las palabras todas, de esas cosas nada dice, como quien cree que, de esa manera, se cura el enfermo.
"La princesa está triste.
¿Qué tendrá la princesa?"