El reduccionismo y la simplificación es lo que caracteriza a las personas poco inteligentes y maliciosas. Reduccionismo y simplificación es lo que hacen lo médicos, los periodistas y los políticos del régimen. El reduccionismo y la simplificación aplicados al odioso asunto del virus es llamar negacionistas a todos cuyo discernimiento no está, ni con el relato del episodio epidémico ni con la aplicación de un suero que llaman vacuna, cuando para ser considerado así un preparado se necesitan muchos años de verificación de su eficacia. "Negacionistas" serían exclusivamente quienes niegan sin pruebas la acción patógena de un determinado microorganismo. Pero en los mismos términos desprovistos de evidencias que el poder médico-farmacéutico y el político afirman, sin aportar evidencias más allá de síntomas respíratorios y fallecimientos que lo mismo se pueden atribuir a unas causas que a otras, que la salud de la humanidad está embargada por ese microorganismo que los otros ni afirman ni niegan… Porque la inmensa mayoría de los ciudadanos de todo el mundo que se rebelan contra los poderes médico-farmacéutico y político no son ni dejan de ser negacionistas. Simplemente basan su reacción en una absoluta desconfianza, tanto en los médicos como en los farmacéuticos y sus Laboratorios, como en los políticos.
Así es que mientras sigan llamando negacionistas a quienes no lo somos, no harán más que confirmar más y más la prueba de su estupidez, de su falta de inteligencia y de su malicia, sea esta voluntaria o impuesta.
En Francia la ciudadanía inunda pero no incendia las calles, pues el pueblo francés está acostumbrado a medir sus reacciones mucho más que el español atizado por quienes desde la sombra inducen y pagan para sacar las manifestaciones de su quicio... Por eso se ven centenares de miles de franceses revolverse contra este estado de cosas y la policía actúa con la proporcionalidad posible.
Para terminar. Mi razón, y la de millones de ancianos en el mundo, para no responder en absoluto a las directrices de la oficialidad son muy simples. Los mayores, ante una enfermedad que además no es necesariamente mortal, tememos mucho más a un ictus, a una cirrosis, a un infarto o a un cáncer de colon que a una gripe y por supuesto que a una enfermedad respiratoria cuya prevención radica fundamentalmente en dotarse de un buen sistema inmunológico a través de hábitos saludables y una alimentación equilibrada, y también en evitar promiscuidad en el trato social…