Pero no por las nubes de Alexander Calder, recordando mi penúltimo artículo (1).
No, fueron las nubes que acarician al Waraira repano, nuestro Cerro Ávila, ese de la pegajosa canción de Ilan Chester que tanto nos gusta a los caraqueños (2).
Mis hijos, para sacarme de la computadora y del trabajo obsesivo que llevo desde hace meses, para hacerme olvidar el conflicto Ucrania-Rusia que, como a todos, me tiene sumergida y preocupada, pensaron bien en subirme a las alturas, pero sobre todo para apreciar, como nunca, antes las maravillas de la arquitectura cincuentona (mi preferida) de los años cincuenta: el Hotel Humboldt (3).
Apreciados lectores que me siguen, les recomiendo la visita guiada que ofrece el hotel, donde en un recorrido de una hora aproximadamente, nos muestran los detalles de su construcción original en 1956, pero también de las dificultades para recuperarlas luego de mucha destrucción y saqueo. Destrucción por varios factores, el clima frío y húmedo, la desidia de los gobiernos de la Cuarta República que, al dejarlo abandonado, de alguna manera permitió que lo saquearan totalmente, la ignorancia de los que ahí administraron sin respetar la originalidad de la obra, cambiando lo que nunca debían haber cambiado, destruyendo un patrimonio único del modernismo.
Tristemente, muy pocos elementos de su diseño interior han quedado, debiendo ser sustituidos por copias que intentaron ser lo más fieles posibles al original. Por supuesto, los pisos no pudieron llevárselos, ni el recubrimiento de los techos abovedados, altísimos. Y apenas unas luminarias que se alzan encima del espacio de la piscina cubierta, la única en el mundo a dos mil ciento cuarenta metros de altura. Por supuesto, piscina con calefacción, pues si bien Venezuela está en el trópico, a esa altura les aseguro que el frío no deja de llegar, más en las temporadas de diciembre cuando la leyenda dice que Pacheco baja de las montañas, pues vive allí.
Hay además, para vencer el frío, una chimenea hermosísima, inmensa en cobre, que asemeja al motor de una nave espacial. Nuestro guía asegura de muchos elementos de diseño presentes en el hotel evocan a la era espacial, a pesar de que sabemos que el humano llegó a la luna apenas en 1969.
¿Sabían ustedes que fueron los rusos que, en definitiva, ganaron la batalla espacial? (4). Pero fueron los chinos quienes lograron mandar una misión no tripulada hasta el lado oculto de la luna, el que no vemos desde la tierra. El alunizaje ocurrió en el polo sur del satélite, en un cráter de 180 kilómetros de diámetro situado en la cuenca de Aitken (5).
En ese lado llamado oculto de la luna se señala que el alunizaje es mucho más difícil al segmento lunar donde llegaron los gringos en 1969 poniendo su bandera, como otra colonia más (6).
Lo poético, además de lo interesante, es que la sonda fue llamada Chang´e, nombre de una diosa que, según la mitología china, habita en nuestro satélite.
Pero de mi visita a las nubes del Waraira repano ¡me fui navegando en el espacio de mi mente hasta la luna!
Muchos datos interesantes relatados por un simpático joven llamado Joan Manuel, entre los cuales que el Hotel Humboldt, cuya restauración quiso el Gobierno Bolivariano de Hugo Chávez en 2012 y cumplió fielmente el presidente Nicolás Maduro, empezando el año 2014.
En septiembre 2017, el vicepresidente por aquel entonces, Tareck El Aissami, aseguró que las obras de recuperación y restauración a su estado "original" del Hotel Humboldt, llevaban en un 70% de avance y dijo que, hasta esa fecha, se habían invertido Bs 30.000 millones para alcanzar la meta (7).
De hecho, nuestro joven guía tuvo un error importante: informa al grupo que la restauración fue realizada por la empresa en concesión Marriot, restauración que fue costosísima, y por eso se le dio en concesión por sesenta años. Informarse mejor es necesario, ayer no lo refuté pues no estaba segura de recordar que fue el gobierno bolivariano quien la costeó. Las sanciones que empezaron fuertemente desde 2014, así como la significativa disminución de los precios del barril de petróleo desde ese año, me lo hicieron dudar.
Luego de varios años paralizado, investigo en internet y copio lo siguiente (8):
"El monumental hotel entró en crisis pocos años después de su inauguración. La estructura solo se mantuvo operativa desde 1957 hasta 1961. En el año 1965 se le entregó la concesión del edificio a la cadena hotelera Sheraton, pero bajo esta administración tampoco tuvo éxito, por lo que volvió a cerrar (luego de 4 años).
Durante la década de 1970 fue entregado al INCE y posteriormente funcionó como hotel escuela (de turismo). En 1977 un incidente con un cable tensor paralizó el sistema teleférico y provocó nuevamente el abandono del hotel.
En 1986 fue reinaugurado junto con el sistema teleférico de Caracas y desde entonces hasta 1989 funcionó como escenario para fiestas privadas y reuniones gubernamentales. En marzo de ese año el hotel fue privatizado y la concesión fue entregada al Consorcio Inversora Turística Caracas (ITC) por 30 años.
El gobierno de Hugo Chávez le revocó la concesión a ITC por "desacato e incumplimiento" en el año 2007. Se alegó que la empresa alteró y dañó las instalaciones del hotel e incumplió el objetivo de explotar su potencial turístico.
La reestructuración del Hotel Humboldt se inició en 2012 bajo las instrucciones de Chávez. En 2013, Nicolás Maduro decidió continuar con las obras que le darían una nueva vida a este icono de la montaña".
Apreciados lectores: podríamos afirmar que el Hotel Humboldt, a pesar de ser una increíble hazaña de la ingeniería y la arquitectura del siglo XX en Venezuela, ha estado empavado, como diríamos los venezolanos, no sé si en otras latitudes.
Porque, "éramos muchos y parió la abuela", llegó la pandemia que paralizó nuevamente la subida al Waraira repano que había sido reinaugurado apenas en 2018.
Entre otras curiosidades, esta vez propias, tuve la dicha de escuchar a mi hijo tocando el piano original del hotel (1956) marca Düsseldorf, en el área de los salones, muy amplios, luminosos, con una vista fabulosa (de "mozzafiato") a la ciudad, pero ayer domingo totalmente nublada por la fuerte neblina que nos acompañó durante toda la tarde, rociada de lluvia fina y pertinaz.
Y a pesar de que la espectacular bóveda del techo fue construida con paneles especiales para evitar el eco y amplificar el sonido del inmenso espacio, el antiguo piano, restaurado, estaba totalmente desafinado. No obstante, las notas musicales del TANGO UNO compuesto por el músico argentino Mariano Mores y del JOROPO de nuestro Moisés Moleiro. Joropo que estremece al público llevándole siempre nuestra venezolanidad y, como comprenderán, intento evitar veleidades eurocéntricas, centrándonos, junto a mi hijo, en la música nuestra. Veleidades que siempre nos tientan, incluso a mi amigo secreto, que admira a los filósofos griegos, sobre todo al antipático que lleva su nombre, Diogenes de Sinope. Por algo se le conoce también como Diogenes el Cínico.
A pesar de la magistral interpretación de mi hijo Renato (modestia aparte), del techo acústico, las condiciones del histórico piano no permitieron toda la excelencia auditiva que la pieza se merece.
Recomendamos fuertemente a la administración del Hotel Humboldt, una inmediata y muy bien realizada afinación, buscando los mejores del campo, los que aún permanecen en Venezuela. Leonardo Pizzolante, excelente en este aspecto, migró a España donde se benefician de tanta competencia.
Aunque con los precios que cobra el hotel por sus habitaciones, bien podría costearle un pasaje y hospedaje entre las nubes. Muy necesario.
Muchas otras anécdotas podría seguir escribiendo para ustedes, como la pista de baile hecha en madera que inicialmente se elevaba hasta una altura adicional de unos 40 centímetros, a nivel de la tarima. Al igual que la pista de baile realizada en el Hotel Ávila, mandado a construir por el presidente Eleazar López Contreras, otorgándole la tarea al millonario Nelson Rockefeller ¡a cambio de concesiones importantes petroleras! (9).
No quiero dejar por fuera, como si lo hace de cierta manera la administración del Hotel Humboldt, la figura de "Paco" inmigrante español, que trabajó en la obra desde sus inicios y quedó alojado en el hotel durante toda su vida para hacerle mantenimiento. Fue gracias a Paco que se cuidó el hotel durante todos los años de abandono, el que pulía cada viernes, los pisos de madera de la pista de baile con aceite de teca, el que pintaba con color negro los bellos tubos de cobre y bronce que recorren los varios espacios, para que no se los robaran.
Apreciados lectores, tanta lealtad absurda y no hay ni una foto del famoso y pertinaz Paco en las paredes del hotel.
Paco, quien hacía visitas guiadas y, con las propinas, trataba él solo de comprar lo necesario para su función en el hotel dejado a la buena de Dios. Más bien en manos de Paco.
Será en otra entrega que me explayaré sobre la restauración hecha por el discípulo del arquitecto Tomás Sanabria, Gregory Vertullo, cuya tarea entiendo fue titánica, y bastante bien lograda (10).
Apasionada como soy de los muebles y objetos de la época, personalmente hubiese recorrido todo Galipán buscando lo que sus pobladores desvalijaron del hotel, para recuperarlos.
Yo misma compré hace años unas puertas con espejos biselados y cortes geométricos, que me aseguraron eran originales y venían de las habitaciones del Hotel Humboldt. No me consta, pero son hermosas.
Finalizo respondiendo la pregunta que me hicieron mis hijos sobre lo que más me gustó de la visita:
Los dos grandes murales escultóricos, originales, vaciados directamente sobre ambos lados de una gran pared, y realizados, in situ, por el artista Abel Avillán, amigo de Tomás Sanabria. Según nos cuenta el guía, pero no encuentro, por falta de tiempo, la bibliografía y prometo buscarla. Tal vez ustedes tengan mejor suerte. El diseño fabuloso, es diferente según la pared mire hacia Macuto o si mira hacia Caracas.
Termino señalando que tenía muchísimos años sin ir al Hotel Humboldt, imagino desde que estaba abierto en los noventa. El pasado 6 de enero regresé llevando a una amiga de Barquisimeto, sin poder acceder al maravilloso hotel y, ayer con mis hijos, conociendo de mi hobby e interés, me quisieron ver feliz.
Me propongo regresar nuevamente si, por fin algún día, viaje a Venezuela mi amigo secreto, para llevarlo a pasear entre las nubes.
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https://hotelhumboldtve.com/hotelhumboldtve/
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https://talcualdigital.com/gobierno-otorga-concesion-del-hotel-humboldt-a-cadena-de-hoteles-marriott/
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https://eldiario.com/2020/12/29/hotel-humboldt-edificio-controversias/
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Enrique Tejera París "La formación de un caraqueño", editorial Planeta Venezolana S.A., 1994
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https://www.arquitecturapanamericana.com/restauracion-y-rehabilitacion-integral-del-hotel-humboldt/