La identidad de los países se viene mimetizando en la madeja de la gran diversidad humana. Hay una transformación de las manifestaciones culturales debido a la fusión de nuevos elementos.
El intercambio cultural que permiten las nuevas formas de comunicarse, enlaza los modos de vida en el mundo.
La interacción cultural recorre el planeta, transforma las relaciones en todos los órdenes de las sociedades. Conservar la memoria colectiva e Histórica y la identidad de los pueblos, es más complejo cada día, pero los Estados tienen el deber de preservarla.
El mundo contemporáneo se mueve en medio de una nueva modernidad por encima del postmodernismo. Es aún más influyente que todas las que la precedieron. Ninguna innovación tecnológica ha sido tan disruptiva como la cibernética.
Los cambios producidos desde la invención de la máquina a finales del siglo XVIII y la sustitución sistemática de la fuerza humana en la producción de bienes industriales, no logró transformar en tan poco tiempo la vida en el planeta, como la digitalización.
Tal vez no podemos imaginar la magnitud de las limitaciones comunicacionales en el pasado, los muros lingüísticos y el aislamiento de poblaciones enteras de millones y millones de personas.
Las causas de cambio social conocidas hasta ahora, deben ser revisadas, estamos ante un proceso de globalización total.
Ha surgido un nuevo paradigma. Las fronteras delineadas por la imaginación, fueron superadas. La lucha de clases como motor de la historia se ha desmoronado. Los satélites, computadoras, internet y el dominio del andamiaje tecnológico e inteligencia artificial, dominan el escenario. El trabajo y sus relaciones se redimensionan. Igualmente las transacciones comerciales, bancarias, la académia, la investigación científica y sus métodos.
Las manifestaciones culturales se cruzan a cada instante, se conectan mundialmente. La música, la tradición de un país, su historia, han acortado distancias y superado límites.
Acabar con la influencia de la cibernética en los ciudadanos desde las instancias del poder político, es casi imposible.
Las guerras en el medio Oriente (árabes e israelíes), la guerra Rusia-Ucrania, son analizadas con criterios menos doctrinarios, más amplios, globales y razonables. Una prédica de la paz por encima de los esquemas políticos e intereses de una nación, la visión de la totalidad está en contraposición a la percepción de un limitado sector que ve el mundo de un solo color.
La indiscutible necesidad de comunicarse permitió el acercamiento de los pueblos. La consigna de la resistencia cultural va de la mano con la interculturalidad digitalizada. Las culturas se subsumen en función de una mundialización.
Estamos frente un nuevo proceso civilizatorio, la globalización de la humanidad se logró en toda su magnitud. Las identidades locales se pueden revitalizar en los encuentros virtuales para aparecer nuevos conceptos de identidad. Las tradiciones se reinterpretan desde la perspectiva del contacto cultural que recorre la tierra en el siglo XXI.
"La aldea global" planteada por Marshall Mack Luhan en los años sesenta, al referirse a la influencia de los medios de comunicación se ha comprobado fehacientemente. Dijo Mcluhan:
"Todos los cambios sociales son el efecto que las nuevas tecnologías ejercen sobre el orden de nuestras vidas sensoriales".
La llamada globalización es ahora un hecho concreto, una realidad objetiva por causa de las nuevas tecnologías de la información, en el mundo cibernético.