¿La polaridad de la tierra...nos afecta?

Miércoles, 28/08/2024 12:37 PM

Los polos magnéticos terrestres se han invertido muchas veces en la historia de nuestro planeta, lo que significa que, a veces, una brújula que señale el norte estaría apuntando hacia la Antártida en vez de hacia el Ártico. Puede sonar extraño, pero es una peculiaridad relativamente predecible. Este proceso de inversión geomagnética, impulsado por las maquinaciones del núcleo de hierro giratorio del planeta, lleva eones haciendo de las suyas sin demasiada pompa.

Al menos hasta esta semana, cuando apareció en Internet el pasaje de un libro que describía el fenómeno.

Poco después, varias páginas web empezaron a anunciar que el fin del mundo estaba a la vuelta de la esquina, un apocalipsis geomagnético en el que proliferan los tumores, los satélites caen del cielo y la vida en la Tierra tal y como la conocemos deja de existir.

Es cierto que la vida en la Tierra será diferente a la actual dentro de varios miles de años. Pero ¿estarán esos cambios relacionados con estas acrobacias polares?

Tarde o temprano, todos moriremos. Pero lo más probable es que no pereceremos de inmediato —ni próximamente— cuando ocurra la próxima inversión geomagnética en la Tierra.

Qué es una inversión geomagnética

Si la historia geológica se repite, los polos magnéticos terrestres deberían invertirse con el tiempo. Es indiscutible. Basándonos en las huellas magnéticas que contienen las rocas antiguas, sabemos que en los últimos 20 millones de años, el norte y el sur magnéticos se han invertido cada 200.000 o 300.000 años, aproximadamente (aunque este ritmo no ha sido constante durante toda la vida del planeta).

La última gran inversión ocurrió hace unos 780.000 años, aunque los polos varían entre estas inversiones.

Un movimiento con características inesperadas en el magnetismo de la Tierra tiene intrigados a científicos de todo el mundo.

El fenómeno, además, está haciendo que los modelos existentes de descripción del campo magnético necesiten ser actualizados.

Debido a su núcleo hecho de metal líquido, la Tierra funciona como un enorme imán con polos positivo y negativo. El campo magnético es una "capa" de fuerzas alrededor del planeta entre estos dos polos.

A esta capa se le llama magnetosfera, y es extremadamente importante para la vida terrestre.

"Es el campo magnético que nos protege de las partículas que vienen de fuera, especialmente del viento solar (que puede ser muy nocivo)", explica el geólogo Ricardo Ferreira Trindade, investigador

La mayor parte del campo magnético es generado por el movimiento de los metales líquidos que componen el centro del planeta. Conforme el flujo varía, el campo se modifica.

La cuestión, según Trindade, es que en los últimos diez años ha "variado a una velocidad mucho mayor de lo que variaba antiguamente".

El Polo Norte cambia constantemente la posición de su magnetismo, pero siempre dentro de un límite. Aunque la dirección de estos cambios es imprevisible, la velocidad solía ser constante.

Sin embargo, en los últimos años el norte magnético se está moviendo de Canadá a Siberia a una velocidad mucho mayor que la proyectada por los científicos

El cambio está forzando a los especialistas en geomagnetismo a actualizar el modelo magnético mundial.

Este modelo es una especie de mapa que describe el campo magnético en el espacio y en el tiempo.

"Se crea a partir de un conjunto de observaciones hechas en todo el mundo a lo largo de cinco años, a partir de los cuales se monta un modelo global que cambia en el tiempo y en el espacio, mostrando la variabilidad del campo", explica Trindade. "Es una especie de mapa 4D."

El modelo es importante porque es la base para cientos de tecnologías de navegación modernas, desde los controles de rutas de los buques hasta los mapas de Google.

"Es fundamental para la geolocalización y hasta para el posicionamiento de satélites", afirma el geólogo.

La versión más reciente del modelo fue hecha en 2015 y debería durar hasta 2020, pero la velocidad con lo que la magnetosfera ha cambiado está forzando a los científicos a actualizar el modelo antes de lo previsto.

Además del cambio del polo, un pulso electromagnético detectado bajo Sudamérica en 2016 generó un cambio luego de la actualización del modelo en 2015.

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