Marcha atrás y recule de Trump

Viernes, 12/07/2019 06:19 AM

El hombre es él y sus circunstancias

Lo tildan de loco, energúmeno y con un sinfín de epítetos que sería largo enumerar, con los que se trata de caracterizar al personaje que desde la Casa Blanca está al frente del gobierno del país, aún, más poderoso del mundo.

Descifrar al personaje

Entendemos que el ejercicio por descifrar a Donald Trump no es nada ocioso, todo lo contrario, es grandemente necesario y oportuno, particularmente para quienes vivimos en países que, como Venezuela, son objeto de sanciones y amenazas firmadas y proferidas por él y, cuyas consecuencias, resultan ser terriblemente nefastas para los pueblos sujetos de las mismas; de manera que lo aconsejable es que la valoración que se haga del actual presidente estadounidense debe ser lo más objetiva y menos prejuiciada posible.

En la propia sociedad estadounidense existen opiniones absolutamente contradictorias en torno a este polémico y pugnaz personaje, así, hay sectores que lo consideran como un enviado del cielo para salvar a los Estados Unidos de la progresiva decadencia en que se encuentra sumergido, de allí el slogan clave que lo identificó en la campaña electoral en la que resultó electo presidente "volver a ser grande a los Estados Unidos", con el que, por cierto, se reconocía que ya no es "grande" como se presumía venía siendo.

Y, en contrapartida, hay otras opiniones como la del senador Bernie Sanders, precandidato presidencial del partido demócrata que sentencia que es una locura "…que tengamos un presidente que es un racista, un sexista, un xenófobo y un fraude" o la del reconocido actor cinematográfico Robert de Niro que lo califica como "una verdadera desgracia para la nación", es decir, para los sectores que lo adversan Trump es una verdadera calamidad.

En nuestra humilde opinión, en el actor político que estamos caracterizando confluyen perfectamente todos esos papeles, porque, como diría el filósofo español Ortega y Gasset, Trump es él y sus circunstancias, en otras palabras hay que asumirlo como sumamente peligroso pero condicionado al contexto histórico en el que le ha correspondido gobernar.

Peligroso

Peligroso como el desaprensivo Teodoro Roosevelt que actúo como un padrote haciendo de las suyas en América Central y el Caribe o como el asesino Harry Truman que ordenó-cuando objetivamente ya no eran necesarias-el lanzamiento de las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki o el inescrupuloso Richard Nixon que orquestó el derribamiento y muerte del presidente Salvador Allende y al mismo tiempo estableció las relaciones políticas y comerciales con la China de Mao o el hollywoodense Ronald Reagan que cometió la felonía de invadir la isla de Granada de apenas 650 Km cuadrados y con sólo 100 mil habitantes por considerarla una amenaza para la seguridad de los Estados Unidos o como el "nobel de la Paz" Obama que propició las masacres de los pueblos libio y sirio y que también calificó a Venezuela como una amenaza extraordinaria para la seguridad exterior de su país o de cualquiera de los presidentes estadounidenses que, desde el primero, Washington, hasta el actual, han estado guiados por propósitos imperialistas.

Contexto histórico

En el contexto histórico, teniendo como marco, en el orden externo, la decadencia progresiva de la hegemonía estadounidense, en la que el mundo unipolar, con los Estados Unidos como superpotencia, ha dejado de ser para comenzar a dar paso a un mundo multipolar con la emergencia de potencias alternativas, que le hacen contrapeso al poder estadounidense; en el orden estructural, a pesar de lo que intentan proyectar sus apologistas la tendencia inexorable es que "el sistema ha agotado su capacidad de expansión incesante" y esa es la hora en la que gobierna Trump.

Y en el orden interno, el copetudo presidente estadounidense tiene que enfrentar, por una parte, el rechazo y hasta repudio de una parte de la propia élite imperialista cuyos intereses, sencillamente, coliden con los que él representa, es la que interpreta Hilary Clinton que asume que el poder imperial unipolar ejercido en los últimos años no puede ni debe ser compartido dándole cabida a bloques de poder emergentes; a la confrontación permanente a la que ha estado sometido por parlamentarios demócratas y, hasta de su propio partido político, republicanos, que plantean abiertamente la posibilidad de darle un golpe parlamentario (impeachment) basado en que no lo consideran psicológicamente apto para gobernar; así mismo, la diatriba pública sin parangón que mantiene con buena parte de la poderosa plataforma comunicacional y, por otra parte, al creciente movimiento social, que se ha venido desarrollando al interior de la sociedad estadounidense en contra de cualquier posibilidad de guerra, que cuestiona sus políticas sociales, el recorte del gasto social, la reducción de los impuestos a los sectores más ricos, sus inhumanas políticas anti migratorias y a las sectarias, xenófobas y racistas posturas de su gobierno contra las minorías raciales y sociales. Además, aunque lo quieran encubrir, los indicadores señalan el crecimiento de la pobreza en los Estados Unidos y la recurrencia de los trabajadores y trabajadoras a dos y hasta tres empleos para poder cubrir los requerimientos para su sobrevivencia.

Todo este cuadro, apenas esbozado, es el que tiene que afrontar Trump, precisamente, en un año en el que ya se inició la campaña electoral por la lid presidencial, ha realizarse el año próximo, en la que ciertamente aspira ser reelecto y razón por la cual le resulta forzoso medir los pasos que le corresponde ejecutar, particularmente, en materia de política exterior.

Recule permanente

Trump se maneja en un recule permanente, sanciona, amenaza y contemporiza y vuelve amenazar para luego dar marcha atrás. Los casos con China y Rusia que, por supuesto, tienen capacidad de respuesta a sus sanciones y amagos de amenazas son elocuentes.

Igual pasa con Corea del Norte, amenaza, lleva la situación hasta el extremo de hacer pensar que la confrontación militar es inminente y luego…termina conversando con Kim Jon-un; incluso con Irán, amenaza, aprieta con sanciones, moviliza contingentes bélicos frente a las costas y territorio del país persa (ya lo ha hecho en dos oportunidades) y luego la tensa situación termina distendiéndose.

Evidentemente los yanquis que, realmente, asesoran a Trump, (no los tirapiedras que sólo sirven para amenazar, verbigracia Bolton, Pompeo, Rubio,) tienen presente la capacidad de respuesta y potencial disuasivo de estos países.

En nuestro caso

En nuestro caso, sostenemos que el tratamiento que nos dispensa y padecemos por parte del actual ocupante de la Casa Blanca a la Venezuela bolivariana no es distinto a lo que observamos con estos otros países.

Aquí, en nuestro país somos objeto de una vil agresión, se nos sanciona, se nos aplica una terrible guerra económica, (se debilita en extremo el signo económico, se nos impone un bloqueo económico que dificulta las relaciones comerciales-financieras para importar alimentos, medicinas y productos básicos para el desenvolvimiento de la vida y la actividad industrial, etc.), se desarrolla una implacable manipulación psicológica, mediática-comunicacional, se nos pretende aislar internacionalmente, se nos define como un narco Estado o como un estado forajido,… y pende sobre nuestro país el ser considerado como una amenaza inusual a la seguridad exterior de los Estados Unidos. Y junto con todo esto, a manera de corolario se nos amenaza con que no es descartable la intervención militar.

Por si acaso

Pero, luego de cuatro años tal intervención militar no ha sucedido y todo indica, en nuestro criterio, que no va a suceder. Y no es que Trump sea un dechado de humanidad, no, es más bien un ser producto de las circunstancias, está condicionado por el contexto histórico en el que le ha correspondido gobernar a su país. Su idea es llevarnos a un grado extremo de debilidad para imponernos una negociación en los peores términos para los intereses de la nación y del pueblo venezolano.

Pero, por si acaso, no hay que bajar la guardia, hay que fortalecer cada día la capacidad defensiva de la patria bolivariana.

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