Cualquiera pudiera decir, es su derecho, este no espacio para decir cosas como, ¡qué de maravillas hay en el lenguaje popular! Alguien diría ese es otro tema. Eso piensan y hacen muchas personas atadas al pasado, pero en este mundo dinámico y donde las paredes son por demás endebles y hasta permeables, eso es posible y necesario. Me puse a pensar en el drama, porque tiene mucho de eso, que envuelve a Trump y no hallé nada mejor que esa frase de "tiene el fondillo en dos manos", para plasmar la situación del actual ocupante de la Casa Blanca.
Mucho venezolano cree que en lo que a nuestro país se refiere, Trump o quien sea esté en la Casa Blanca, no tiene más nada que pensar, sino lo que a él se le ocurre. Los asuntos con China, Irán y hasta Corea del Norte son otra cosa que no tiene nada que ver con Venezuela y hasta los internos de Estados Unidos tampoco. Eso, piensa quien de aquella manera mira; como es otra cosa que está por allá muy lejos y hasta coreanos y chinos tienen los ojos oblicuos y nosotros no. Pero el mundo es redondo, eso dicen que lo demostró Cristóbal Colón cuando sobrepasó la línea del horizonte con proa hacia sin saber que estaba de este lado y no se fue por un precipicio y además, el de ahora está más interconectado de lo que uno cree. Las distancias se han acortado y el afecto entre la gente ya es difícil lo borre el estar un poco más allá de la línea ecuatorial o del Trópico de Cáncer. Si pisas de este lado, como un cuero seco, habrá allá un levantamiento y los hombres del mundo se miran de cerca sus rostros y unen sus voluntades. Entonces no es así como piensan aquellos que los pueblos y los procesos están aislados. Los venezolanos de ahora, por limitarme a pequeño espacio, estamos más cerca de los pueblo al sur nuestro, que los de antes; casi sentimos su palpitar y respiración. De las pocas cosas bellas que dejó la guerra de Vietnam, es haber visto como el pueblo estadounidense, en buena medida, se alzó contra sus autoridades por aquella barbaridad.
Toda la información que ha dado la prensa, incluyendo la de los propios Estados Unidos, revela que Trump no sólo despidió a Bolton, simplemente porque se le cumplió el tiempo para hacerle las tareas que le asignó, como derrocar a Maduro, sino que hay otros elementos y hasta más significativos, desde la óptica mundial. Y hay algo más que se dice con abundancia, Bolton y Pompeo, se cansaron de contradecir al presidente y éste, pese haberles dado su confianza y terminado en declinar sus posiciones frente a ellos, no cumplieron sus ofertas y propuestas. China está allí, más altiva y desafiante que antes. El presidente de Corea del Norte ha dado pruebas no ser la presa fácil que le dijeron era y por lo que recomendaron lo manejase con displicencia; e Irán, tampoco es tan poca cosa, tanto que la UE se ha distanciado del presidente de EEUU en su manejo de las relaciones diplomáticas con el país de los persa. Europa no está dispuesta a sufrir los embates de una guerra nuclear con Irán por atender los designios de Trump y los extremismos de Pompeo y Bolton y con los Estados Unidos tan lejos de lo que pudiera ser el escenario de la guerra. Y todo ese cuadro, según la prensa internacional, incluyendo la del gran país del norte, obliga a Trump a ser prudente. El pueblo norteamericano no está ganado para la guerra y mucho menos pensando pudiera convertirse su espacio como escenario de la misma. En la determinante mayoría del pueblo del país de Lincoln predomina el sentimiento pacifista. Por eso hasta el mismo Trump, en su oferta electoral para la campaña que lo llevó a la Casa Blanca, prometió sacar al ejército de su país de todos los campos de guerra. Y sabe, porque lo dicen quienes miden la opinión, que poner en peligro la paz mundial y sobre todo el propio espacio estadounidense, significa perder las elecciones. Porque, por eso que nos hemos acercado, nunca como ahora, el espacio del país que preside Trump, había estado tan próximo a donde pudieran caer las bombas y nucleares para más preocupación. Ya no es aquella pequeña angustia por guerras que se desarrollaban "al otro lado del mundo".
Por eso sacó a Bolton, intenta dar otra imagen, aunque ahora trae a Michael Kozak, quien años atrás, en la época de Bush, hijo y Condoleezza Rice, estando en el Departamento de Estado, asumió posiciones igualmente agresivas y usó argumentos sin sustento contra Venezuela. De Bolton dijo que "se pasó de la raya" y eso tiene en el lenguaje coloquial un significado preciso, como que se excedió en el tiempo o en los procederes. Bolton y Pompeo son identificados como de "entre los halcones" los más extremistas y partidarios de la violencia.
Pero Marcos Rubio, el influyente parlamentario por la Florida, dejó ver su inconformidad con la destitución de Bolton, porque al parecer teme eso pudiera ablandar la política de la Casa Blanca frente a Venezuela y Cuba; país este último que hace poco le aplicaron una dura medida en relación con las remesas. Por ese "reclamo" y el temor a perder influencia en ese importante Estado de mayoritario voto latino, de dudosa confiabilidad en vista de las políticas contra los migrantes desde la Casa Blanca y sus desplantes xenófobos, Trump, posiblemente temeroso, dijo aquello que él solía ser más extremista que el propio Bolton y para influir confianza se vino con la figura de Kozak.
Es que Trump, volvamos a decirlo, está con el fondillo en dos manos. Como lo está frente a China. EEUU de hoy vive una experiencia inédita desde que arrancó su desarrollo como gran potencia capitalista. Intenta Trump aplicarle al gran país asiático medidas que en el pasado rendían a cualquier país que lo enfrentase y hasta todavía le aplica a sus aliados de la OTAN, y recibe como respuesta medidas que obligan a retroceder casi inmediatamente. Optó por ordenar que empresas estadounidenses se retiraran de China creyendo eso dependía de su simple voluntad y se encontró que la imbricación del capital de su país con el chino no hace eso posible. Ahora, cosa que hasta pudiera mover a risa, Trump acude a la vieja deuda, según ellos, dejada por la China de los tiempos imperiales y de los mandarines, antes de Mao, para ponerla sobre la mesa de las discusiones.
Uno no sabe si Trump quiere la paz y la armonía, pese que el crecimiento del capitalismo sin hegemonía es dificultoso, pero la realidad es terca; empezando porque los estadounidenses, como todos los pueblos del mundo, si la quieren. En nuestro espacio también la queremos todos. Los pueblos de América Latina y del mundo todo quieren la paz. Si se lee detenidamente lo dicho por Abrams, un guerrerista confeso, se sabrá que para él, la convocatoria del TIAR, concebida por Bolton y aprobada horas antes que a este destituyeran, es solo, por lo menos por ahora, para sondear, reunir los miembros para desempolvar aquello y sobre todo colocarlo como espada de Damocles sobre el gobierno de Maduro mientras se produce el diálogo.
Trump tiene el fondillo en las dos manos y hasta juega con candela. Para las elecciones de Estados Unidos falta un año y a Guaidó le quedan tres o cuatro meses. Maduro pudiera tener un poco más tiempo por delante, pero en verdad está atrapado en un atolladero y no da muestras de tener como salir de allí. Pero a nosotros nos queda toda una vida, una larga historia para construir un país en paz y donde podamos participar con empeño y gozando de los derechos naturales de la gente