Un alma caritativa me acaba de prestar un libro (yo devuelvo los libros para no perder la amistad) titulado: "El capitalismo del Pentágono" del autor, Seymour Melman (N° 0377, Editorial Siglo XXI. México, 1972, pp. 397). Me voy a permitir presentar algunos capítulos como referencia de la calidad demostrada del texto. "Extensión del control sobre los medios de producción"; "Extensión del control sobre las universidades y la investigación; "programas de las guerras tipo Vietnam y sus consecuencias"; "La ideología del paraestado"; "Lo que cuesta el paraestado a la sociedad norteamericana". Con apéndices bien significativos como, a título de referencia: "El general Eisenhower como fundador del "complejo bélico-militar" en 1946"; "Las fuerzas armadas de Estados Unidos".
En el capítulo 5°, titulado: "La ciencia ficción de la defensa y sus consecuencias" con dos apartados o subcapítulos: "La guerra bacteriológica" y "La crisis cubana de los cohetes". Es de fácil demostración que en las actuales circunstancias, esa frase de fácil coletilla sobre que la "Historia se repite", recordamos, independiente de esa propuesta filosófica, en el marco del olvido sobre las causas y consecuencias del uso de la guerra bacteriológica, reiteradamente denunciada, hemos conocido su uso y justificación contra Saddam Hussein en Iraq, en Siria, e, incluso, señalando, en ocasiones, a Venezuela. En cuanto a la renovación del bloqueo contra Cuba, en las actuales realidades, como es el bloqueo contra Venezuela, no es una "curiosa" repetición del bloqueo naval contra Cuba durante la "Crisis de los cohetes", en consecuencia, es lo que nos reafirma que las políticas de Washington se sustentan en sus pasadas experiencias históricas expansionistas.
Pero deseamos transcribir del texto una muy curiosa frase expresada por Rober McNamara que reza: "…el Secretario de Defensa, McNamara, en sus declaraciones al Congreso (estadounidense) sobre presupuestos y programas de defensa (1966 y 1967), examinó las perspectivas de guerras internas en diversas partes del mundo. La posibilidad de las guerras internas fue supuesta para Laos, Tailandia, Birmania, Indonesia, Irak, Venezuela, Colombia, Bolivia, Guatemala, Uruguay, Filipinas, Nigeria, el Congo, Ghana, Uganda y Burundi. El secretario de Defensa vio la perspectiva de guerra civil en estos y otros países, que requeriría, como en Vietnam, la intervención de Estados Unidos…" (negrillas nuestras, pp. 198-199).
Es decir, en simple concepto, desarrollar el caos para justificar las intervenciones en terceros países pasando por encima del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. En referencia no es ello lo que se viene desarrollando desde el "11 de septiembre" con Bush junior y Obama declarando a Venezuela como una amenaza a la "Seguridad Interna" de los EEUU de América con fuertes incidencias en el "american way of life" modelo socio-económico norteamericano que Donald Trump trata de revivir. Preguntamos.
En esa línea de Política de Estado debemos precisar cuál ha sido la "doctrina justificada estadounidense" para abrogarse los derechos de actuar, en el marco referente del sistema capitalista, intervenir (no escribimos "poder intervenir) en cualquier país sin "pedir autorización" a la "razón de ser" de la creación de las Naciones Unidas (1947) y, en consecuencia, posesionarse por encima del Consejo de Seguridad. Es decir, transcribimos: "…la doctrina político-militar desarrollada por el gobierno de Estados Unidos de 1961 (¡!) en adelante justificó la intervención norteamericana en las guerras internas en nombre de establecer condiciones de estabilidad social…" (negrillas nuestras. Idem). Lo hemos conocido en Iraq, ambos Bush, y con el pacífico Obama quien desarrolló una política bélica sin precedentes y muy por encima de las decisiones ejecutivas de los Bush.
Allá como ahora para Washington es necesario tener que definir al enemigo para sí poder promover una matriz de opinión global que le permita esas justificaciones intervencionistas por doquier y donde se considere. Es, por ende, comprensible que el señor Barack Husseim Obama haya expresado en Trinidad no tener que mirar al pasado histórico sino ver las perspectivas positivas de "una nueva política militar estadounidense para América Latina y el Caribe" (considerar la "Doctrina Monroe"). Pero lo que no definió ni identificó el susodicho presidente cuál sería "el enemigo" al cual confrontar y es por eso que el regalo bibliográfico de Hugo Rafael Chávez Frías sería la mejor respuesta a la propuesta de "no-Historia" con el entendido sobre el contenido del texto regalado que reafirma la "Si-Historia".
En ese orden, la "Revolución Bolivariana" le vino "como anillo al dedo" al estamento norteamericano en su objetivo real de presentar y proponer "al enemigo actual" por lo cual es, a todas luces, justificado la "Decisión Ejecutiva" referida a la amenaza que representa Venezuela para la "seguridad nacional" del pueblo estadounidense tanto como su permanencia como "el imperio unipolar" a pesar de las objetivas realidades cuales, curiosamente, ha producido y desarrollado el propio sistema capitalista en el marco del desarrollo de las "fuerza productivas" como de las "relaciones sociales de producción" y, en y por consecuencia, la "lucha de clases" de nuevas expresiones como son los migrantes, la contaminación, el agua, la Amazonía, las drogas, los opiáceos, la piratería, etc.
Es decir, el problema que maneja el camarada Donald Trump no es el "comercio internacional" sino la reingeniería del sistema capitalista como un todo sistémico. Es decir, sí nos perdemos tanto en el bosque como en la tala de cada árbol nos distraemos sobre el definir cuál es, realmente, la crisis sistémica en la cual todos estamos inmersos en el marco objetivo y significado de la globalización.
El estamento estadounidense viene incorporando en la teoría de las relaciones internacionales una serie de conceptos y nuevas políticas expansivas por imperiales; es de deber considerar, entre ellas, la frase-concepto de "socios y aliados" más de utilidad y uso en los escenarios geopolíticos y geo-estratégicos de la Región de Asia y el Pacífico.
En pasados textos hemos venido proponiendo, entre líneas, que en las actuales circunstancias, por razones positivistas, no solo los EEUU de América así como sus más cercanos aliados, Gran Bretaña, Francia y Alemania (los demás países son invitados al banquete), a "repetir la Historia" de la expansión imperial británica que se sucediera durante la segunda mitad del siglo XIX con la incorporación de China al escenario internacional en aquellos momentos de la expansión del capitalismo británico.
Es decir, en el marco de la propuesta en mesa presentada por Alfred Thayer Maher sobre la necesaria presencia de la naciente nación norteamericana (siglo XIX) en la región del Pacífico, se la ha reactivado en la búsqueda de su real consolidación tanto geopolítica como geo-estratégicamente después de sus derrotas reales tanto en la península de Corea como en Vietnam.
Para ello, siguiendo la conseja de Maher, los EEUU de América han venido reactivando los Tratados y Acuerdos que en Seguridad y Defensa ha firmado con sus "socios y aliados" en la Región de Asia y el Pacífico. Es decir, en sencillas palabras, consolidar sus bases militares además de ir instalando nuevas bases como, es el caso, en el norte de Australia justo frente a la isla de Timor Oriental zona de aguas profundas para la seguridad del tránsito de submarinos nucleares norteamericanos; es la praxis real de la sencilla política propuesta por Maher de tener una sólida armada y una amplia flota mercante con diferentes "puertos de embarque y desembarque y descanso" en diferentes lugares en dicha región asiática.
Nos preguntamos sí la nueva política imperial de sanciones económicas y financieras podrían llevar a los Estados Unidos de América a una muy seria confrontación bélica global en considerando su apéndice militar como colofón a esa política de sanciones económicas y financieras. Sí nos vamos a la Historia, la Primera Guerra Mundial Europea tuvo como detonante el asesinato de una figura significada del status quo post-Metternich mientras que la Segunda Guerra Mundial Europea se sustentó en los espacios vitales. Es decir, lo que se encuentra sobre el "tablero de ajedrez" es un paradigma diferente.
UNIDAD, LUCHA, BATALLA, VICTORIA.