Golpe fascista en Bolivia

Martes, 12/11/2019 02:06 AM

No hay dudas, que Estados Unidos ha continuado perfeccionando sus técnicas de golpe de Estado en Latinoamérica. Con Allende, emplearon técnicas novedosas para aquellos tiempos. Hacer "chillar" la economía, paro de camioneros, abundante desinformación y guerra mediática, asesinato de líderes militares, guerra económica para propiciar descontentos populares, en fin, culminando con el asalto militar a la casa de gobierno, La Moneda, y asesinar al Presidente, bombardearlo y rematarlo, fusilándolo. Después de lo cual, los militares asumen control del golpe y se desata la jauría fascista, encarcelando –primeramente- a quienes habían colaborado directamente con el gobierno socialista de Allende, para luego arremeter contra todo aquello que oliera a pueblo rebelde y comunismo, satanizado entonces, por el régimen derechista dictatorial. El propio embajador de EEUU en Chile, Nathaniel Daniel, manejaba su lista: "Las estimaciones acerca del número de gente muerta durante o inmediatamente después del golpe varían desde menos de 2.500 a más de 80.000. Una lista de 3.000 a 10.000 muertos cubre las estimaciones más fiables", escribió, años después. La generalidad de las estimaciones, en cuanto a número de víctimas con ocasión del golpe fascista, concuerdan en un estimado de 30.000 los muertos. En todo caso, la Corte Interamericana de DDHH de la OEA, en ese entonces, señaló que: "el golpe militar utilizó con ese propósito (el aplastamiento de toda posible resistencia) todos los recursos a su disposición, incluyendo los métodos de violencia más extremos".

En abril de 2002, en Venezuela, la derecha fascista protagoniza un golpe de Estado, tutelado desde Washington. Triunfante el golpe, que se sustentó en una inclemente guerra mediática, liderado por el empresario Gustavo Cisneros, dueño del canal de tv: Venevisión, que arrastró tras de sí a la iglesia católica, la patronal empresarial: Fedecámaras, la principal central de trabajadores de la derecha: la CTV, y los partidos de la derecha política, todos teledirigidos desde Washington, cuyo embajador en Venezuela, Sharles Shapiro, jugaría un rol estelar, dirigiendo él –personalmente- los cuerpos policiales alineados en el golpe y trayendo desde Centroamérica, los francotiradores que asesinarían a la población asistente a la marcha opositora hacia Miraflores y el pueblo chavista concentrado en resistencia en Puente Llaguno, que sería el desencadenante final del golpe. Derrocado el Presidente Hugo Chávez, la jauría fascista desencadenaría su furia contra el pueblo por las siguientes 47 horas, intentando consolidar su momentánea victoria sobre la base del terror y la muerte. Detenciones arbitrarias y allanamientos, combinado de verdaderas persecuciones políticas transmitidas por los canales de tv de la derecha fascista, en vivo y directo. Human Right Watch, en su informe anual 2003, estima una cifra entre 40 y 60 asesinatos en las siguientes 47 horas que apenas duró vigente el Estado de Sitio fascista. Tan solo, el día 11 de abril, a las 1:15 pm cuando las marchas apenas se desplazaban en las calles -sin ocurrencia de ningún evento de violencia para ese entonces-, uno de los líderes militares de la aventura golpista, se le ocurre ensayar las palabras, que hora más tarde, concretado el golpe, expresaría por cadena de tv y radios privadas, el vicealmirante Ramírez Pérez: "Hemos decidido dirigirnos al pueblo venezolano para desconocer el actual régimen de gobierno y la autoridad de Hugo Chávez Frías y del Alto Mando Militar. El Presidente de la República ha traicionado la confianza de su pueblo, están masacrando a personas inocentes con francotiradores, para este momento van 6 muertos y decenas de heridos en Caracas…" Conversaciones telefónicas, hechas públicas por el entonces embajador de la República de Cuba, Germán Sánchez Otero, en su libro: "Abril sin Censura", describen el cuadro de brutal represión vivido en las pocas horas que duró el golpe fascista: "El recién nombrado jefe de la DISIP, general Ovidio Poggioli, le confiesa temprano en la mañana sus planes a un amigo íntimo en una conversación telefónica: Ahora es cuando viene lo bueno. Vente, voy a asumir la DISIP. Hoy voy a brindar, compadre. Voy a tirar la casa por la ventana. Voy a buscar a José Vicente Rangel, al otro hijo de puta del MAS, a los Otaiza, compadre. Así sea en China, mando a buscar a ese que está escondido en la embajada de China. Diosdado Cabello en la de Cuba, Bernal en la de Libia. Bueno, con unos comando. Y que pongan presa a Cilia Flores. Mando que se cojan [o sea, violen] a la esposa del embajador de Cuba…" Tal era, el espíritu "democrático", que embargaba la represión de las hordas fascistas contra el pueblo, durante las pocas horas de felicidad suprema y disfrute, que caracterizaba el espíritu represivo de quienes formados en la Escuela de las Américas, arremetían contra sus contrarios políticos, caídos en desgracia. El día 13, la derrota del golpe era una realidad, el pueblo venezolano gobernaba en las calles y exigía el retorno de Chávez a la presidencia de la República, y el restablecimiento del orden democrático Constitucional, vigente desde entonces. Hugo Chávez, retornó con un crucifijo entre sus manos y convocó a un diálogo nacional, perdonando a los golpistas. Aunque usted no lo crea.

Noviembre de golpe fascista, se instaura ahora en Bolivia. El Hermano Evo Morales, es derrocado mediante un golpe teledirigido desde Washington, en el que el papel principal le es asignado a la OEA. Luis Almagro, su secretario general y sepulturero de Evo, supo ganar su confianza y orientarlo hacia el hueco en que lo enterraría. Este golpe, presenta novedosos métodos de presión para "torcerle el brazo al contrario", como decía en alguna oportunidad, el entonces presidente Barack Obama. Por primera vez, se acude al secuestro y chantaje de los familiares de todos los funcionarios y funcionarias del Estado Plurinacional de Bolivia, para obligarlos a renunciar so pretexto de quemarles o asesinarles en sus viviendas a sus familiares. Mediante este mecanismo "democrático", desde el propio Presidente Evo hasta el más modesto funcionario de gobierno, fue presentando su renuncia, en resguardo de su núcleo familiar, bajo custodia de las hordas fascistas, entrenadas y financiadas por el gobierno de los EEUU. Nace la dictadura boliviana, marcada por el terror y la violencia desatada, en extremado odio contra la mayoría de su población de ascendencia originaria. Imposible, conocer el número de muertos pues si de algo aprendió EEUU del golpe en Venezuela fue de asegurarse apagar los cañones mediáticos de la Revolución, mientras ahogaba en la más brutal represión al pueblo indio que apoya –mayoritariamente- al hermano Evo Morales. En conclusión, cree realmente el gobierno de los EEUU que un régimen de apartheid, de minoría blanca, como el que intentan establecer en Bolivia, tiene posibilidad alguna de mantenerse en el tiempo? Y, por cuánto tiempo? Ni la más brutal represión, será capaz de contener a un pueblo que aprendió a vivir en libertad. Ahora es que viene Revolución para rato, y las vías no serán precisamente las electorales…

 "Los que cierran el camino a las revoluciones pacíficas, cuando ellas se presentan, le abren al mismo tiempo, las puertas a las revoluciones violentas."

John F. Kennedy…

Caracas, 11-11-2019

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