Las denuncias sobre la participación y complicidad de los gobiernos de Argentina y Brasil en el golpe de Estado contra Evo Morales se confirman cada día más, después de analizar los acontecimientos previos y la pertenencia de los presidentes Mauricio Macri y Jair Bolsonaro tanto a fundaciones de Estados Unidos como su relación con las Iglesias evangélicas de nuevo cuño y sus amistades con los golpistas de Bolivia, especialmente con la poderosa élite de Santa Cruz de la Sierra.
El hecho de que ambos mandatarios formen parte activa de las redes de esas fundaciones y de sus ONG especializadas en profundizar los caminos de la injerencia en la región y de cooptación en diversos sectores de la población, para desestabilizar todo gobierno «molesto» para Washington, es ahora investigado a fondo.
Se investiga la actuación de estas fundaciones también en labores de inteligencia, ya que se convirtieron en la «cara social de la CIA» –como sucede con la NED, supuesta fundación para la democracia (National Endowment Foundation) creada especialmente por el gobierno de Ronald Reagan en los años ochenta, que invadió silenciosamente todo el territorio de América Latina después de las dictaduras de los años setenta y ochenta–.
Ya en el golpe fracasado pero muy violento de septiembre de 2008 contra Evo Morales, quien entonces ordenó salir del país al embajador Philip Goldberg, aparecieron suficientes documentos del papel de la NED y la USAID. Morales también había expulsado a la DEA, organismo responsable de persecuciones y asesinatos en nombre de la supuesta lucha contra el narcotráfico. En 2009 también ordenó la salida de la CIA infiltrada en la dirección de la recuperada empresa Yacimientos Petrolíferos Bolivianos (YPFB) y en toda Bolivia desde fines de los años cincuenta, cuando lograron detener el proceso revolucionario de 1952, y que a la llegada de Evo Morales al gobierno tenía oficinas en la propia sede gubernamental: el Palacio Quemado.
Por su parte, el codirector del Centro para la Investigación Económica y Política de Estados Unidos, Mark Weisbrot, advirtió ya en esos años que el gobierno estadounidense «había decidido mantener sus vínculos con la oposición de Bolivia envueltos en el secretismo», preocupado porque la administración de George W. Bush se negaba a revelar el monto y los beneficiados de la ayuda a sectores en Bolivia.
Luego, documentadamente, difundió la información de que la NED financiaba programas que permitían llevar a Estados Unidos a jóvenes líderes emergentes bolivianos para fortalecer a los partidos derechistas. «No solamente la USAID, conocida en otros tiempos como la AID (Agencia Internacional para el Desarrollo), sino otras entidades están entregando dinero a grupos de oposición en Bolivia […] una gran parte de los fondos están –al parecer– destinados a sobornar personas en ese país», escribió Weisbrot.
«No se supone que USAID deba ser una organización clandestina. Pero al proveer ayuda secreta a grupos de la oposición, deja la impresión de que Estados Unidos está contribuyendo con los esfuerzos para desestabilizar al gobierno boliviano», sostuvo también Weisbrot.
En 2011 la USAID estuvo detrás de un supuesto levantamiento de indígenas en la zona amazónica que marchaban en «defensa del medio ambiente» y contra Morales.
El gobierno descubrió que los líderes indígenas de esas marchas, que llevaban también grupos de choques de los cívicos de Santa Cruz (paramilitares), se comunicaban hasta doce veces por día con la Embajada de Estados Unidos para informarles cómo iba la marcha y también que estos «líderes» habían sido llevados a Washington para entrenarlos y oponerlos a Evo Morales. Además, la USAID estuvo cuando en junio de 2012 se produjo un alzamiento policial de encapuchados que aterrorizaron durante horas a la capital.
En este 2019, apresuraron el golpe tramado día por día, antes que asumiera el nuevo presidente de Argentina, Alberto Fernández. Macri y Bolsonaro eran indispensables en sus planes y aseguraban los movimientos fronterizos. A esto se refirió la diputada nacional boliviana del Movimiento al Socialismo (MAS), Alicia Canqui Condori, quien aseguró que «en Jujuy se había reunido la hija de Donald Trump con el gobernador Gerardo Morales para planificar todo este plan que han hecho en Bolivia».
La visita de un día realizada por Ivanka Trump, hija y asesora de Trump, quien llegó en la noche del 4 de septiembre a Jujuy acompañada por más de 2.500 agentes federales, el subsecretario de Estado, John Sullivan, y una cantidad de funcionarios, cuyos nombres fueron cuidadosamente ocultados, produjo fuerte desconfianza.
Las nunca vistas medidas de seguridad tomadas y la cantidad de personas y aviones traídos se habían utilizado supuestamente para visitar una ONG jujeña PRO Mujer, dependiente de la iniciativa para el Desarrollo y la Prosperidad Global de las Mujeres (de la Casa Blanca).
Ivanka fue recibida por el canciller Jorge Faurie y el gobernador jujeño Gerardo Morales, y mantuvo almuerzos y reuniones especiales con el embajador de Estados Unidos en Argentina, Edward Prado, y otros funcionarios. También entregó «ayuda» a Gerardo Morales por la suma de 400 millones de dólares. Un avión militar de Argentina partió al otro día a Santa Cruz, Bolivia, según las denuncias, y hasta ahora Morales no ha informado cuál fue el motivo de ese y otros viajes y de la supuesta donación de equipos para controlar desastres naturales a esa ciudad boliviana.
Camacho, cuyo nombre figura en los listados de los Panamá Papers con fortunas en los paraísos fiscales, entre otros antecedentes oscuros, se reunió también con el canciller de Brasil, Ernesto Araujo, y otros funcionarios importantes en mayo de este año. Araujo reconoció ahora al supuesto «nuevo gobierno» de Jeanine Áñez. Por supuesto, para Macri y su par brasileño «no hay golpe de Estado en Bolivia», mientras los organismos internacionales hacen silencio y la Organización de Estados Americanos (OEA), cuyo secretario general mintió deliberadamente sobre un supuesto fraude que no existió en base a una auditoría que nunca finalizó, participa activamente del golpe.
Dos organismos reconocidos en el tema de procesos electorales, como el Centro de Investigaciones sobre Política y Economía de Estados Unidos y uno similar de Europa, confirmaron que Evo Morales ganó con más del 10% de diferencia las elecciones del pasado 20 de octubre. El artero golpe preparado en Estados Unidos, con cómplices locales y regionales, intenta afirmarse sobre asesinatos, secuestros y cacerías contra un pueblo dispuesto a resistir como lo ha hecho durante siglos, demandando el regreso de Evo y el respeto de la voluntad popular.
Tomado de: Diariocontexto.com.ar