Trump y Putin negocian por Venezuela

Martes, 31/03/2020 04:11 PM

Ahora Trump le dice a Putin lo que hay que hacer con Venezuela, y nosotros de público de galería

Mientras Trump y Putin deciden qué hacer con nuestro petróleo y con el país, a Maduro se lo ve escondido detrás de Putin y a Guaidó agachado detrás de Trump. La diferencia está en que uno es ruso y el otro norteamericano. Maduro y Guaidó no están a la altura de ninguno de los dos, por más que Diosdado hable de dignidad, soberanía, y de cuanta majestad encuentre él en la sumisión y el miedo, y lo repita todos los miércoles, y el otro diga estupideces con voz de locutor.

La pérdida de nuestra dignidad y soberanía es un hecho notorio que a nadie parece importar, en especial dentro de la fauna de nuestros dirigentes; se han acostumbrados a que nuestro destino sea debatido por otros y en conferencias telefónicas, chinos con gringos, rusos con chinos y gringos con rusos. Los habitantes de este país nos hemos acostumbrados a ser solo testigos inermes y perplejos ante estas disputas, frente a la complacencia de sus vasallos correlativos locales: maduro y guaidó.

Este sería un buen momento de ejercer el poder desde las bases y botar a estos monigotes cocidos a las potencias mundiales; nos corresponde a nosotros decidir nuestro destino con dignidad y soberanía, tal y como nos lo enseño Chávez ¿No fue esa de las primeras lecciones del comandante Chávez, independencia, dignidad y soberanía, independencia de las potencias mundiales y del capitalismo, del imperio y del capitalismo, ¡independencia y patria socialista!?

Bueno, ahora, después de la muerte del comandante, hemos retrocedido hasta niveles de la cuarta república y más atrás. Hoy día PDVSA es una colección de chatarras (o casi), abandonadas por el desuso, por la paralización de la industria la cual no tiene líder. Los gerentes que gobernaron las refinerías y los procesos de producción están presos o fuera del país, son más de doscientos. Y, como dicen, por razones fútiles, por celos, por envidia y codicia. El pretexto de la corrupción sigue siendo una excusa porque aun la mayoría de estos trabajadores no han sido imputados y menos llevados a juicio; están presos, simplemente presos, apartados, amedrentados, enfermos.

¿Por qué Maduro hizo esto? No se sabe ciertamente, de su boca las razones que expone siempre las grita en forma de insultos: ¡traidores!, ¡corruptos!, no se atreve ni siquiera a nombrarlos por sus nombres. Aquí, en este acto, no hay nada que se pueda considerar legal o simplemente racional. Todo es visceral, emocional. Y en torno a estos ataques de ira yacen los medios de información ocultando la verdad (como siempre) sirviendo al lado del capitalismo unos y de maduro otros, los enemigos de Chávez, los enemigos de Ramírez, los chavistas medrosos, los caza güires, todos aquellos que han quedado a la zaga de maduro por miedosos y pendejos aprovechadores –muchos de ellos, prevenidos, para saltar la barda o amarrarse al mecate, cuando la cosa política comience a definirse por alguno de los lados de este pelmazo de caca.

Son muchos los rezagados. Jaua debería tomar partido por la revolución sin tanta alharaca, ya está marginado del gobierno, y así como él, los que ahora, en medio de la incertidumbre del coronavirus, los demás que piensan en salvarse solos, retirados, debería salir a defender a Chávez y al sociallismo: ya no hay rincón para esconderse, la muerte acecha. Necesitamos que se reúnan todos los Chavistas verdaderos, no ex ministros – a menos que hayan sido chavistas, políticos socialistas –, que hagan conferencias grabadas y emitan sus opiniones frente a este desgobierno que se entrega cada vez con más docilidad a lo que deciden las potencias mundiales, ¡manifiéstense!, Venezuela se disuelve ante sus ojos, ya no es el socialismo, es el país, es la sociedad que se desaparece.

La emergencia algún día pasará y vamos a quedar mucho más golpeados que antes, porque no tendremos una nación, sin no aprovechamos ahora para definir nuestro futuro. Muchos dicen lo mismo, haciendo de analistas profundos, y es que el virus no va hacer que cambie el sistema. Eso es una perogrullada, es obvio que los efectos de la pandemia no van a hacer que cambie el sistema, porque somos nosotros, los humanos, los que vamos a cambiar al sistema.

Pero el virus nos enfrenta al dilema de morir, en el cual nunca pensamos, nos hace recordar a muchos que sin él, sin el virus, vivíamos más o menos igual, encerrados, limitados, amedrentados, aplastados por la incertidumbre o paralizados por las promesas de un paraíso, igual como hacen las iglesias cristianas con sus rebaños. Las promesas de maduro ahora son imágenes desteñidas de un mundo mejor en el capitalismo, el "país potencia capitalista" de maduro, lleno de emprendedores, de plasmas de muchas pulgadas, neveras de dos puertas, carros chinos, hoteles en todas partes, dólares brotando de los manantiales, mucha gente feliz, desde la maestra y la enfermera hasta Lorenzo Mendoza y los Cisneros, ni se diga de los empleados públicos y los camaradas de PSUV. "Ese país ya no será posible", nos dice la realidad, el virus, Trump y Putin; maduro debe obedecer a las potencias y vender lo que quedó del país de Chávez, la poca dignidad que nos queda ahora, por un poco de gasolina y pan duro. En otras palabras, estamos apaleados, sometidos, humillados, bien le queda a maduro sus arengas detrás de su mascarilla.

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