El Informe Mundial sobre las Drogas 2019 de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés), no aparece Venezuela como protagonista en el flujo de narcóticos. Sin embargo, Gobierno de EEUU anunció el inicio de las operaciones antidrogas en el Pacífico Oriental y el Caribe —con énfasis en Venezuela.
"El régimen de Maduro, así como de otros países, se basan en las ganancias de las drogas para obtener ingresos. El pueblo venezolano está sufriendo muchísimo, los narcotraficantes están aumentando sus actividades", señaló Mark Esper, secretario de Defensa de EEUU, en el mes de abril.
Respecto a las acusaciones de la Administración Trump contra Venezuela, Pino Arlacchi, director ejecutivo de la UNODC de 1997 a 2002, señaló que en su experiencia en el seguimiento de las investigaciones en relación al tráfico de drogas no ha habido registros de Venezuela como un punto clave en el narcotráfico.
"Es ridículo porque los mismos documentos de Estados Unidos muestran que esto no es verdadero. Si tú lees los últimos reportes de la DEA [Administración para el Control de Drogas], solo unos meses atrás, no se menciona a Venezuela. Entonces, no se sostienen las acusaciones contra el Gobierno de Venezuela", expresó Arlacchi en entrevista con Sputnik sobre las acusaciones del gobierno de Donald Trump.
Especialista en temas de terrorismo mediático, los informes que exponen la presencia de grupos del narcotráfico en Venezuela corresponden a una suerte de "fabricación jurídico-mediática", cuyo objetivo es deslegitimar al Gobierno Constitucional de Nicolás Maduro.
Por cierto, la Evaluación Nacional de Amenazas de Drogas 2019 de la Administración para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) describe que las Organizaciones Criminales Trasnacionales de origen mexicano tienen representaciones en tres puntos estratégicos: Colombia, Ecuador y Venezuela, desde donde se coordinan los envíos de cocaína.
En contraste, la única referencia que se hace en la UNODC a Venezuela está en su último reporte —que vio la luz en mayo de 2020— sobre los efectos de COVID-19 en la producción y tráfico de drogas, en el que se expone que la producción de cocaína en Colombia se ha visto afectada por la escasez de gasolina —que se introducía ilegalmente desde Venezuela— por el cierre de las fronteras.
Para entender el forzoso cambio en las políticas antidrogas de EEUU, con eje en Venezuela, es necesario recordar que Washington ha realizado diversas acciones para desestabilizar al Gobierno venezolano. El objetivo es producir un cambio de régimen en el país que sea afín a las políticas estadounidenses. Así, pues, las acusaciones de EEUU contra Venezuela corresponden a una antigua estrategia del país norteamericano para desestabilizar gobiernos populares. Esto es un hecho histórico verificable. Sólo durante los 42 años de la "Guerra Fría", EEUU llevó a cabo 64 operaciones encubiertas y 6 no encubiertas para cambiar "regímenes indeseables".
Tampoco debemos olvidar el factor de hidrocarburos que atrae a los estadounidenses en Venezuela, que, según la lista elaborada por la misma Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés), es el país con las reservas más grandes de hidrocarburos en el ámbito mundial, las cuales ascienden a 309.000 millones de barriles de petróleo.
Los objetivos de las políticas de cambio de régimen de la Administración Trump en Venezuela son básicamente tres: beneficiar al gran capital empresarial y financiero estadunidense mediante la privatización de la industria petrolera y otros recursos geoestratégicos que posee el país; abortar el modelo alternativo de nación que se viene llevando a cabo a través del proceso revolucionario bolivariano con base en la unión cívico-militar y, tercero, por razones geopolíticas, recuperar un espacio de lo que históricamente Washington ha llamado con desprecio "su patio trasero".
Estas observaciones sobre la vorágine criminal de EEUU contra Venezuela, es historia, una historia que hay que machacarla hasta la saciedad que también hay que restregársela al poder mediático, que igualmente tampoco deja de ser criminal. Como colofón, EEUU no cesa ni cesará en criminalizar a Venezuela.