El cuarto de los amores, rencores y conspiraciones

Martes, 30/06/2020 01:55 PM

En política, no todas las situaciones pueden ser planificadas pues los imponderables siempre suelen hacer acto de presencia y destruir aquello que fue planificado hasta en el mínimo detalle. No por casualidad, el Comandante Hugo Chávez, solía decir que el diablo está en los detalles. Jamás, imaginaría Donald Trump, lo dañino que sería para su ambicionado sueño de ser reelecto presidente de los EEUU, aquel tuit de septiembre 10 de 2019; mediante el cual, despedía a John Bolton, quien al año siguiente se convertiría en uno de los imponderables que fulminarían, junto con la pandemia de coronavirus y la explosión social-racial derivada de la muerte de George Floyd, en los factores fundamentales en la debacle de su reelección presidencial. Hoy, al momento de escribir estas líneas, el candidato Demócrata, Joe Biden, según estudios de opinión hechos públicos en EEUU, lleva una holgada ventaja de 09 puntos sobre el candidato Republicano, lo que nos indica que no habrán Consejos Electorales que puedan revertir la votación del pueblo estadounidense, como ocurriera en 2016. El despido de Bolton de su cargo de Asesor Nacional de Seguridad, representa la puntilla que faltaba en el zapato del pueblo estadounidense, para despedir al patán que fue Donald Trump en la presidencia de la República imperial. Muy duro debe doler ese puntillazo, en especial, cuando es lanzado por quien trabajó –duramente- por obtener ese cargo, en la Administración burocrática del imperio. No es casual, que John Bolton, dedicara más de veinte páginas del libro: "La habitación en que ocurrió", a explicarnos las vicisitudes que tuvo que atravesar hasta que Trump le convocara a formar parte de su equipo: "El miércoles 21 de marzo, mi celular sonó mientras bajaba por el nevado George Washington Memorial Parkway para hacer una entrevista en el estudio de Fox en DC (el gobierno federal y la mayoría de las escuelas y negocios del área están cerrados). "Buenos días, Sr. Presidente", dije, y Trump respondió, "Tengo un trabajo para usted que es probablemente el más poderoso de la Casa Blanca". Donald Trump, tuiteó: "Me complace anunciar que, a partir del 4/9/18, @AmbJohnBolton será mi nuevo Consejero de Seguridad Nacional. Estoy muy agradecido por el servicio del General H.R. McMaster que ha hecho un trabajo excepcional y siempre será mi amigo. Habrá un traspaso de contacto oficial el 4/9." (La habitación donde ocurrió…Memorias de la Casa Blanca, John Bolton). Todo el transcurrir, hasta que llegara ese momento, lo describe Bolton en su libro detalladamente y sin pudor alguno, manifiesta lo traumático que le era, el hecho que Trump sintiera aversión hacia su poblado bigote: "Mucho se hizo de su supuesta aversión a mi bigote. Por si sirve de algo, me dijo que nunca fue un factor, señalando que su padre también lo tenía. Aparte de los psiquiatras y los profundamente interesados en Sigmund Freud, que ciertamente no lo estoy, no creo que mi apariencia haya jugado un papel en el pensamiento de Trump. Y si lo hicieron, que Dios ayude al país. Las mujeres atractivas, sin embargo, caen en una categoría diferente cuando se trata de Trump.", señala en otra parte del libro. Deja la duda, Bolton, si se lo hubiera cortado o no, de habérselo pedido Trump.

John Bolton, ambicionaba, como todavía ambiciona, el puesto de Secretario de Estado de los EEUU. "Mi objetivo no era conseguir un carnet de socio, sino un carnet de conducir. Ese pensamiento no era común en la Casa Blanca de Trump…", manifiesta en el libro. Se trata, sin duda, de un ser irrelevante que tan solo aspira hacer carrera en el aparato de Estado, ser un burócrata de "carrera", alguien que ve en el Estado la única vía para llegar a la "tierra prometida". Se ufana de ser un "experto" en política exterior, así se prostituye ante un Donald Trump, cuyas carencias en el tema, deja al descubierto, Bolton, en su libro. No obstante, era el tema en que mantenían diferencias: "Trump dijo, "Sabes, tú y yo estamos de acuerdo en casi todo excepto en Irak". De hecho, la política exterior, fue el punto culminante que destruyó esa relación de amor y odio: "La insatisfacción del presidente se ha cristalizado en torno al asesor de Seguridad Nacional John Bolton y Trump se ha quejado en una postura intervencionista en desacuerdo con la opinión de que Estados Unidos debería mantenerse al margen de los atolladeros extranjeros", afirmaba The Washington Post, en mayo 2019. La obsesión por garantizarle el "cambio de régimen" en Venezuela y la guerra con Irán, se convirtieron en obsesivos objetivos políticos que le fueron asestando consecutivas derrotas a la Administración Trump, y que conllevarían a Trump a ponderar la continuidad o no de Bolton en el equipo. La 41ª encuesta mundial End of Year de Worlwide Independent Network of Market Research / Gallup International (WIN/GIA), que analiza la popularidad mundial de 12 líderes políticos en ciudadanos y ciudadanas de 55 países diferentes en el mundo, concluyó, que Donald Trump, era el líder político más odiado en el mundo y, en ello, Bolton, había trabajado muchísimo. Un 31 por ciento de opiniones favorables contra un 58 por ciento desfavorables. Así, andaba en imagen internacional Donald Trump, y después de la explosión social racial y su respuesta a la crisis por coronavirus, esa opinión adversa debe haberse remontado a niveles de la estratósfera, negativamente.

"En el embrión de toda novela, hay una inconformidad y un deseo." (Mario Vargas Llosa, "El poder de la mentira", revista Vuelta, núm. 130, septiembre de 1987, p. 54.). Ciertamente, Bolton, pretende con su libro realizar un "mea culpa" de sus crímenes cometidos contra el mundo, y adjudicárselos a un Trump alicaído y en picada, rumbo hacia el fondo del precipicio. No obstante, sus lectores y lectoras, quedan insatisfechos por su intención fracasada al no asumir como suyo, en ninguna línea, alguno de sus innumerables fracasos. Quien, en su gestión al frente de la NSA, pretendió ser una especie de sub emperador del planeta, ahora se presenta –en dicho libro- como un súbdito más de las barbaridades imperiales de Donald Trump. El típico: "Yo no fui". Son los hombres y las mujeres, los que preparan los acontecimientos; son los hombres y las mujeres, los que los realizan, y los acontecimientos a su vez, actúan sobre los hombres y las mujeres, y los cambian. No es casual, que sistemas autócratas y represivos, como el de la Administración Trump, miren en la obra de un escritor, demonios que urge exorcizar, acechanzas que es preferible erradicar, no importa por cuáles medios. Donald Trump, vio en la prohibición de la publicación del libro, la única salida ante sus innumerables problemas. La Justicia, le negó esa posibilidad permitiendo se hiciera público el libro de Bolton. No será un bestseller, pero muchos ejemplares venderán. En fin, el objetivo del Estado Profundo logrado está.

Decía el Gabo: "Donde un libro aburre ahí lo dejo. No leo ni por respeto, ni por devoción, ni por obligación. Cuando niño empecé a leer El Quijote, me aburrió, lo dejé por la mitad. Después lo volví a leer y releer pero porque me gustó, no por ser un libro obligatorio. Ese ha sido mi método de lectura y al escribir tengo el mismo concepto. Estoy siempre con el terror de cuál es la página en la que el lector se va aburrir y va a tirar el libro. Trato entonces de que no se aburra y que no me haga lo mismo que hago a los otros."(Gabriel García Márquez. 7 Voces, junio de 1971). Ciertamente, "La habitación en que ocurrió", pasada la lectura de las primeras veinte páginas hace perder el interés del lector o lectora, pues, Bolton, con su extravagante política exterior puesta en práctica, siempre se mantuvo en las primeras páginas de los diarios internacionales, con sus infortunadas derrotas y sus perversos crímenes, que, en mucho, afectaron la vida de millones de seres humanos, ya sea con sus "sanciones", agresiones militares, incluso, daños a la economía, servicios públicos, en fin, la cotidianidad de las personas objeto de sus ambiciones personales. Bolton, al igual que todos los burócratas que han pasado por la Casa Blanca, y se jactan de conocer de política exterior, evidencia -en su libro- una total ignorancia de la realidad de los pueblos al sur, este y oeste de los EEUU.

Se preguntaba, Richard Nixon, en abril 1971, rodeado de micrófonos en la oficina oval de la Casa Blanca: "¡Qué diablos es América latina!; Colombia, ¿tienen que cambiar de partido cada cuatro años?; México es un sistema de un solo partido; Venezuela..., y el resto es caos, con la excepción de Brasil, que tiene relativa estabilidad...; la Argentina, eso es una tragedia, tragedia porque, maldito sea, tendría que ser el segundo mejor después de Brasil y de repente, ese hijo de puta de Perón dejó... dejó... residuos". Era el mismo Nixon, que había visitado varios países de América Latina, en mayo de 1958, representando a EEUU en la asunción de Arturo Frondisi, luego Argentina, Paraguay, Ecuador y Colombia, países en lo que estuvo sin inconvenientes hasta que llegó a Venezuela. Allí, lo recibiría el pueblo venezolano con masivas manifestaciones de repudio, al punto que rodearon su vehículo y hasta temió que le dieran vuelta. Era, la Caracas rebelde de entonces, la misma que continúa en su rebeldía antiimperialista, que mantiene intacta. "Fue un viaje muy traumático para Nixon, un viaje que moldeó sus impresiones sobre América latina. Desde su punto de vista, era una región no civilizada, le preocupaba era la amenaza comunista, desde su perspectiva, la solución eran los regímenes militares fuertes", diría el Prof. Smith al diario "La Nación", desde la Universidad de California, San Diego, donde dirige el programa de estudios latinoamericanos. Así, como nos veía Nixon, continúa viéndonos la élite imperialista que gobierna el imperio, en Washington D.C. ¡No ha variado en más de un siglo, esa percepción! Bolton, lo confirma en su libro. No obstante, América Latina y el mundo, han cambiado…

Postscriptum: "Al final de la Guerra Fría comenzó un cambio de poder entre las naciones del mundo que se ha ido acelerando durante este siglo. No es tan sencillo como decir "Estados Unidos está en decadencia", pues realmente sigue siendo un país poderoso. Pero ha ido perdiendo poder durante este tiempo, tal y como expuse en el volumen Great Decisions 2018 (Grandes decisiones de 2018) de la Foreign Policy Association. El poder de otros países ha crecido, y ahora tienen capacidad y voluntad de liderar los asuntos internacionales al margen de los deseos de Estados Unidos…" […] "Los cambios de poder son cada vez más visibles. En Oriente Medio, EEUU ha tenido durante décadas la esperanza de aislar a Irán como un paria y debilitar al régimen hasta su caída. Hoy, ese objetivo es inimaginable, aunque el consejero de Seguridad Nacional, John Bolton, siga pensando que nada ha cambiado… Estados Unidos, deberá aprender las nuevas normas y participar de una forma diferente en un mundo que va hacia un nuevo equilibrio de poder, en el que otros países tienen recursos y planes que EEUU, ni controla ni puede controlar…" (Gordon Adams, Professor Emeritus, American University School of International Service, June 28, 2018, "Un nuevo mundo nace y EEUU ya no es su líder")

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