La experiencia de muchos años de existencia me permite opinar sobre los acontecimientos de nuestro errabundo planeta azul y uno de estos se refiere a los crímenes. Pareciera que sobre este tema existe cierta discrecionalidad, es decir, la gravedad del crimen no reside en el crimen en sí sino en quien lo comete. Ejemplos son muchos y sobre todo en la política mundial. Existen numerosos políticos que cometieron horrendos crímenes y llegan a viejo disfrutando al lado de sus nietos, retirados plácidamente en una casa de campo, en una isla caribeña o en un rancho ganadero alejado del mundanal ruido.
Como estoy empeñado en competir con el tiempo me obligo a practicar el ejercicio de pensar para que las dendritas se mantengan en actividad y el bendito alemán no me sorprenda entre sus garras. Y en este entrenamiento me llega a la memoria el juicio de Núremberg en Alemania donde juzgaron y condenaron a varios nazis acusados de crímenes de lesa humanidad contra los judíos y sobre otras etnias. Imposible negar las responsabilidades de estos criminales, pero estoy seguro que si hubiesen ganado los germanos, estos hubiesen llevado a un tribunal algunos generales pertenecientes al ejército aliado. Los hubiese acusados por las muertes ocasionadas por los bombardeos indiscriminados contra la población civil germana. Esta sanguinaria acción de guerra causó más de 350.000 muertos y ciudades destruidas. Ejemplo de esto fue Colonia sobre la cual lanzaron 34.700 toneladas de bombas destruyendo completamente la ciudad, entre estas 45.000 casas. También recuerdo la ciudad alemana de Dresde sobre la cual lazaron 4.000 toneladas de bombas, causando la destrucción de la ciudad y 40.000 civiles muertos. Quizás si Hitler hubiese ganado la guerra, entre los llevados a Núremberg serían Churchill y Truman. Por aquellos crímenes nadie pagó.
Si mi memoria no falla tampoco nadie pagó por el crimen más sanguinario cometido en toda la historia de la humanidad, se trata de los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki al final de la segunda guerra mundial (1945). Poblaciones civiles sin ningún objetivo militar y en cuestión de segundos perdieron la vida más de 450.000 japoneses. Así mismo, dos ciudades quedaron completamente destruidas por un fuego y un calor abrazador. Simplemente porque los aliados tenían que probar la efectividad de dos bombas atómicas. Ciertamente, se comprobó el poder destructivo de estos artilugios de muerte, pero por este crimen no se llevó a nadie ante un tribunal internacional. Es parte de la discrecionalidad del crimen.
Tengo la certeza que si en el partido comunista de algún país se hubiese cometido actos de pedofilia de seguro que hubiesen faltado cárceles para enviar a los bolcheviques pedófilos. De seguro esto nunca pasará, contrariamente a lo que si ocurre en la iglesia católica donde se han cometido más de 100.000 los actos de pedofilia perpetrados por una buena cantidad de curas pervertidos contra los estudiantes de seminario, colegios religiosos, coros de las iglesias, en las casas curales y en otros “santos” lugares. Tales abominables actos, parece que solo merecen una confesión, una prueba de arrepentimiento, una absolución y un traslado para otro colegio para que el cura pedófilo siga abusado de niños. Da la impresión que los delitos de las braguetas depravadas de ciertos sacerdotes no tienen condena.
Los crímenes sin culpable son numerosos en ejercicio de la política, siempre y cuando los cometa el presidente de alguna potencia capitalista o sus aliados. Los estudiosos serios de la historiografía tienen mucho material sobre este tema, sobre todo en el siglo XX y ahora, en los inicios del siglo XXI.
Por ejemplo, en el siglo XX ejercieron la presidencia de EEUU Roosevelt, Truman, Eisenhower, Kennedy, Johnson, Nixon, Ford, Carter, Reagan, Bush (padre), Clinton, Bush (hijo) y Obama. Durante los ejercicios de la jefatura de gobierno de cada uno de ellos se consumaron delitos de lesa humanidad. Si se revisan las hemerotecas o simplemente preguntándole a la tía Google sobre las guerras de cada uno de estos criminales obtendrán la respuesta. Se extrañarán el por qué estos bandidos no fueron juzgados en un tribunal internacional para pagar condena por los millones de muertos ocasionados por sus invasiones, guerras, boicots, sanciones, sicariatos, guerras químicas y biológicas, entre tantas formas de eliminar a quien ellos consideren sus enemigos. La respuesta es muy sencilla, el crimen es discrecional y más aún cuando los mecanismos de la justicia internacional están en manos de los poderosos.
Cuántos presidentes que se negaron a seguir la línea del Departamento de Estado de EEUUU han sido asesinados; cuántos presidentes han sido derrocado por órdenes de diferentes presidentes de USA; numerosos grupos terroristas han sido financiado, armado y entrenado por algún gobierno de USA; cuántos crímenes se cometieron en nombre de la democracia y la libertad; cuántas personas en EEUU mueren por falta de servicio de salud pública mientras que el Pentágono gasta miles de millones de dólares en la fabricación de armas para acabar con las personas; cuántas empresas capitalistas contaminan el aire, las aguas de los ríos, lagos y mares causándole la muerte a miles de pobladores…sin embargo a ninguno de estos criminales los llevan ante los tribunales. Pero basta que un afrodescendiete estadounidense en situación de calle entre a un McDonald a comprar una hamburguesa y de inmediato se aparecen dos forzudos policías rubios racista para moler a palos al pobre trigueño. Es la discrecionalidad del crimen.
Imposible en esta discrecionalidad del crimen dejar de lado al orbicular Trump. Este infausto presidente de EEUU tiene más crímenes en su haber que todos los presidentes anteriores. Su condición racista muestra de lo que es capaz con los mismos connacionales de color, con los latinos y con los hijos del islam. No disimula su rabia y su odio contra toda persona que no sea caucásico, como fueron los emigrantes de los cuales él es descendiente, de abuelo alemán y madre escocesa. Es por esto emprende una cruzada para sacar de EEUU a los latinos, a los árabes y a los afrodescendietes de EEUU los encarcela. De igual manera los niños, hijos de inmigrantes latinos, los encierra en una jaula como animales de un zoológico.
El gordinflón rubicundo Donald promueve la violencia contra todos, no se resigna e entender que EEUU no es la potencia de siempre, no cree en el mundo multipolar y por eso la emprende contra China, Rusia, Irán, Afganistán, Siria, Cuba, Nicaragua, Venezuela, Yemen, Irak… Ya no cree en la globalización porque China se impuso en los mercados internacionales porque ya USA dejó de ser la potencia financiera y económica. Por esta razón la emprende contra todos los aliados de China, Rusia e Irán y no le importa los muertos en Siria, Irak, Afganistán, Libia, Venezuela y son tantos que no se pueden contar. Muertos que nadie contabiliza, ni identifica y por los que nadie rendirá cuenta ante la justicia.
La última guerra que emprendió el amargado Donald fue contra su propio pueblo, que, por una falta de previsión, por negligencia y por carencia de un sistema de salud pública, registra hasta ahora más de 142.000 fallecidos y 3.900.000 contagiados por covid 19. El presidente colorado de EEUU que amenaza a todo el mundo, el que tiene el control de todo lo que sucede en el planeta, el que tiene presencia militar en todo el orbe con más de 1000 bases militares, el presidente que amenaza con guerra nuclear, el presidente que quiere vender Puerto Rico, regalar Palestina a los Sionista e intenta anexar a Venezuela como el 51 estado de la Unión, este presidente tan “poderoso” no supo enfrentar un virus, un bichito del orden de los nanocentímetros que está acabando con la vida de los estadounidenses e imposibilitando su reelección a la presidencia. Y esos muertos por el covid 19 tampoco los pagará nadie, es la discrecionalidad del crimen.
La discrecionalidad del crimen acarrea la impunidad. Millones de asesinatos los han cometido y los comenten presidentes, reyes, primeros ministros, ejecutivos de empresas globalizadas, otros poderosos y nunca fueron ni serán llevados a tribunales internacionales. Y lo peor de todo, viajan por el mundo acusando a los demás y dictan conferencias en escenarios internacionales sobre la violación de los derechos humanos. Así funciona el mundo desde hace siglos y por eso los políticos criminales serán protegidos por lo que se llama la “comunidad internacional”, es decir la “sociedad de cómplices”. Esto le entendió bien el poeta, filósofo y periodista rumano Mihai Eminescu (1850-1889); “Hombres que cometieron crímenes graves siguen siendo importantes en la sociedad, caminan por la calle, ocupan cargos importantes, en vez de pasar su vida en la cárcel”. Lee que algo queda.