Desde un artículo que escribí en septiembre de 2018 he venido enfrentando la falsa matriz de que es inminente una intervención militar imperialista en Venezuela. Esta matriz ha sido impulsada desde dos extremos del espectro político nacional con distintos fines, lo cual explicaré más adelante. Me perdona el lector, pero después de citar a Elliott Abrams en recientes declaraciones donde extiende la respiración artificial a Juan Guaidó y le saca la alfombra a María Corina Machado, cometeré el atrevimiento de citar artículos de mi autoría en torno al tema de la fulana invasión inminente.
Abrams, enviado especial del gobierno de Donald Trump para Venezuela, sometió a escarnio a María Corina Machado después de que esta dirigiera una carta a Juan Guaidó en la que volvió a presentar su idea de una "Operación de Paz y Estabilización", eufemismo con el que pretende ocultar su verdadera intención que es la de provocar una intervención militar de Estados Unidos y/o sus aliados internacionales en nuestro país. El funcionario gringo declaró que la propuesta de Machado sobre "una intervención regional en Venezuela" puede ser considerada de surrealista y la definió como un ejercicio de "realismo mágico".
Entrevistado por el canal colombiano de noticias NTN24 aseguró que "María Corina es libre de decir lo que quiera. Vive en un realismo mágico y está haciendo un llamado a un plan B, no creo que eso sea una respuesta sensata a lo que la gente necesita". Agregó que "hay que empezar desde las bases con los venezolanos", lo cual es muy importante porque ayuda a clarificar cuáles son los reales planes de Estados Unidos de cara a la situación venezolana, al igual que su declaración de que se debe "organizar a los ciudadanos para impulsar un cambio político con el apoyo del mundo".
Ahora bien, ya precisé mi opinión sobre el tema de la supuesta inminencia de una invasión militar a Venezuela en artículo publicado en Aporrea.org el 10 de septiembre de 2018 ("¿Intervención militar en Venezuela? ¡No por ahora!"). Ahí presenté argumentos que conservan enteramente su vigencia: "la imagen de un Trump poderoso, decidido a todo y dispuesto a imponerse al mundo contra viento y marea no se corresponde con la realidad. El extremismo fascista que representa Donald Trump se encuentra absolutamente a la defensiva, más allá de sus permanentes bravuconadas que son consecuencia de su debilidad: es un perro que ladra mucho y muerde poco. Todas las ofensivas recientes del imperialismo norteamericano han concluido en fracasos. En Ucrania, los pro-rusos se quedaron con la mejor parte. En Siria, los rusos se les metieron por los palos e hicieron más fuerte al gobierno de Al Assad, Irán se ha impuesto sobre todas las sanciones y manipulaciones, Corea del Norte sentó a Trump a dialogar en los predios del continente asiático mientras obtiene éxitos diplomáticos, acercándose a Corea del Sur y recomponiendo su relación con China. Rusia y China han respondido con precisión y contundencia todas las acciones de guerra comercial que ha tratado de impulsar el gobierno yanqui. Los principales socios europeos del imperialismo no esconden sus diferencias con las políticas de Trump y las inconformidades han sido expresadas por gobiernos tan importantes como los de Alemania, Inglaterra y Francia. En cuanto a América Latina, las corrientes neoliberales aliadas a Estados Unidos que han obtenido victorias, no han podido dar estabilidad política a sus países ni evitar que las fuerzas progresistas se hagan dueñas de la calle, como en Argentina y Brasil. Gobiernos nacionalistas como los de Bolivia, Nicaragua y Venezuela han resistido con éxito todas las agresiones del imperialismo, mientras que en México, otro gran país americano, las fuerzas del progreso se llevaron la victoria electoral presidencia (…) Por supuesto que existen los planes de intervención militar directa en nuestro país, eso no es de ahora. El Plan Balboa, que apunta a una guerra de invasión del occidente de Venezuela, existe desde 2001. Mucho más reciente es el Plan Venezuela Freedom-2, que se puso en plena ejecución a principios de 2016".
Por cierto, ya en el plan Venezuela Freedom-2, hay un abrebocas propicio a las posiciones que acaba de expresar Abrams. El documento, fechado como dije en 2016, plantea que "nosotros no asumiremos el costo de una intervención armada en Venezuela, sino que emplearemos los diversos recursos y medios para que la oposición pueda llevar adelante las políticas para salir de Maduro".
Agregué en aquel artículo que "el Gobierno de Trump se enfrenta a una convulsionada realidad política interna en Estados Unidos. Transido en medio de una creciente polarización social, con las contradicciones en el seno del gran capital eclosionando cada vez con más fuerza y a las puertas de un proceso electoral ‘caliente’ y con resultados imprevisibles, no hay ambiente propicio para que empiecen a llegar al Norte los ataúdes con los gringos muertos, pues se sabe que en Venezuela va a arder Troya si la planta insolente del extranjero osa hollar el sagrado suelo de la Patria".
Por supuesto, como en política nunca se puede estar completamente seguro de las proyecciones, porque siempre hay situaciones sobrevenidas capaces de cambiar abruptamente el desarrollo de los acontecimientos, también afirmé en aquella oportunidad que "Es correcto mantener el alerta amarilla comunicacional contra la posibilidad de una intervención militar foránea en Venezuela ordenada por Estados Unidos, así como extremar las medidas de preparación de la guerra del pueblo contra cualquier invasor extranjero".
Poco después publique otro artículo en Aporrea.org titulado "Intervención militar en Venezuela no está más cerca, sino más lejos ¿Por qué España anda en lo que anda?" (15 de octubre de 2018) en el que asenté que "Según Borrell, ‘el nuevo Gobierno español va a poner más, si cabe, el énfasis en la necesidad de encontrar soluciones políticas a la situación en Venezuela que no se van a resolver únicamente con base en sanciones’. Y Federica Mogherini, la alta representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, también ha señalado la necesidad de buscar la solución política en el seno de la sociedad venezolana, tal como declaró el pasado 25 de septiembre: ‘Todos sabemos que una solución sostenible a la situación actual solo puede venir de dentro de Venezuela… La única salida es una solución política negociad’. Esto no es "paja loca" de la italiana. No muchos, en el seno de la alianza imperialista, están dispuestos a embarcarse en una aventura en nuestro país que podría desembocar en un conflicto de dimensiones colosales y de consecuencias impredecibles. En el mundo actual, la masa ‘no está para bollos’, como se dice entre los venezolanos (…) A su llegada a Luxemburgo, Borrell declaró que ‘La posición de España es la misma de la de la alta representante: no puede haber una solución que pase por la intervención militar. La solución tiene que salir siempre a través de un acuerdo entre venezolanos, a través de un proceso democrático, es la primera cosa que tenemos que dejar claro los europeos’, Y agregó que los ministros europeos hablarán de ‘mediación’, pero que ‘no se trata de mediación sino de una facilitación del diálogo, para ver si es posible encontrar una solución que no resulte en dramática evolución de la situación que está viviendo Venezuela’".
El escenario que presenté en 2018 no solo no ha cambiado, sino que se ha visto reforzado en sus características fundamentales. En mi más reciente artículo publicado el 02 de septiembre de 2020 en Aporrea.org ("Diálogo y elecciones"), expresé que "Dentro de la estrategia imperialista de poder dual, ratificada sin ambages después del desencuentro Guaidó-Machado de la semana pasada, es claro el designio imperial de crear las condiciones para la deslegitimación del proceso electoral y por ende de la nueva Asamblea Nacional, y prolongar por lo tanto la presencia "alternativa" de Juan Guaidó y los suyos, como uno de los factores concomitantes a la estrategia de desgaste del gobierno de Maduro y la provocación al mediano plazo de una situación de "cuello de botella" que obligue a la cúpula pesuvista a sentarse a negociar (es falso que esté en los planes inmediatos de Estados Unidos la intervención militar). Esta estrategia es evidenciada por el anuncio de ampliación y profundización de las sanciones, sobre todo en el área del petróleo". Hoy me pregunto, ¿la medida de indultos y el llamado a diálogo del presidente Maduro no podrían acaso clasificarse entre los efectos de las presiones imperiales y de la estrategia de obligar a una negociación, aun en ciernes y dentro del mismo esquema planteado al mediano plazo? Es solo una interrogante que me hago sin afirmar nada.
Creo que la insistencia en sostener la matriz de la "invasión inminente", según la cual acaso mañana mismo estarían los marines apostados en la avenida Sucre, puede tener uno de sus orígenes, no todos por supuesto, en dos sectores interesados en que esa perspectiva virtual se imponga: la derecha extremista para tratar de mantener un hilo de esperanza en la desmoralizada masa opositora, basada en que vendrá Papá Gringo a salvarnos del comunismo (¿?), y algunos factores de poder del lado del chavismo para usarla como chantaje para mantener una "unidad" forzosa y acrítica ante el argumento de "cuidado que allí viene el coco". El coco está ahí por supuesto, pero mientras nos resistamos a cambiar lo malo de lo que hacemos, más estaremos ayudando a la posibilidad de que se cumpla su verdadero plan, el plan A de Elliott Abrams.