Capriles renace de las cenizas de Leopoldo López y Guaidò. De Trump a Biden

Lunes, 09/11/2020 03:21 PM

Guaidó, que si algo tiene son las malas mañas del clásico politiquero oportunista, tan rápido como Duque, el de Colombia, quien sin el apoyo gringo tampoco tendría mucha vida, dado los menesteres de allá, que la DEA bien conoce y las tantas bases militares, se apresuró a felicitar al nuevo presidente de Estados Unidos.

Hasta algo así como "trabajaremos juntos por la libertad", dijo el "presidente interino", a Mr. Biden, pasando por alto que Trump todavía no reconoce su derrota y lo más importante, pese que la autoridad competente no ha dicho su palabra definitiva y, en consecuencia, no ha habido la respectiva y necesaria oficialización, de lo que dicen los números reconocidos.

De donde Guaidó asume lo de muchos sesudos analistas, más por deseosos que así sea que por otra cosa, según lo cual, la elección de Biden no será sino un simple cambio de nombre.

Guaidó debe todo lo que tiene en definitiva a Trump. Los planes de la ultraderecha, como lo acaba de reconocer Leopoldo López en declaraciones de la prensa internacional, pero que el venezolano común bien conoce, encontraron a Guaidó, de manera un tanto azarosa, atravesado en el camino para optar por la presidencia de la AN. Llegó allí de la misma manera que una piedra termina en algún sitio después de haber sido arrastrada por el torrente de agua que viene de allá arriba. Por azar, simple albur, estaba justo y solo en el sitio donde habrían de escoger a alguien que asumiese la presidencia y a él le toco, hasta para sorpresa suya. Trump le dio todo el respaldo necesario, más tomando en cuenta que era un solitario, un huérfano de todo, apoyo y de talento

Otra ha sido la actitud de López Obrador, el presidente mexicano, quien espera el pronunciamiento oficial para felicitar al ganador. Según él, no puede asumir una posición frente al acontecer estadounidense en torno a la elección de nuevo presidente, como quien tiene interés en la partida. Ha dicho que, siendo un jefe de Estado y habiendo llevado unas "excelentes y respetuosas relaciones con Trump", esas fueron sus palabras, mal puede asumir una posición pública, frente a un resultado no oficializado, no reconocido por quien se presume derrotado, porque eso sería definirse frente a una controversia que le es ajena.

Quizás, para mucha gente, esta actitud luzca incomprensible y hasta poco digna de respeto, más por el enorme rechazo que atesora Trump, puesto de manifiesto una vez conocidos los resultados de las urnas; pero si pensamos con suficiente sensatez y alrededor de nuestro persistente reclamo de no intervención en los asuntos internos de otros países y la necesidad de robustecernos moralmente para, llegada la hora nuestra, atesorar la suficiente fuerza moral para el reclamo, la actitud del presidente mexicano luce honorable.

Como es en apariencia incomprensible y más que esto, poco digno y respetuoso el proceder de quienes han tenido, no relaciones respetuosas, como ha sido el Caso de López Obrador, sino más bien "indignamente ventajosas", preñadas de alcahuetería y servilismo, con el presidente Trump y sus agentes diplomáticos. Esos mismos que aparecieron hasta de primeros entre quienes felicitaron a Biden y se pusieron a su orden. Y de estos fue Guaidó, pese que sólo por Trump se le menciona.

En el mundo europeo es sabido que, pese ser un componente de aliados de EEUU, integrantes con ese país de la OTAN, han venido estando inconformes con su presidente por muchos motivos. Para empezar, el haber despertado y exacerbado la conflictividad con Irán, en ese espacio han revivido los temores de la guerra, cuando todavía no olvidan los estragos del conflicto con Hitler y Mussolini y más ahora en un mundo cuando las armas nucleares abundan. Europa lleva los años de gobierno de Trump temiendo por un conflicto nuclear donde su espacio sería el escenario principal. Las políticas económicas de Trump, destinadas principalmente a privilegiar su economía en contra de los intereses de sus aliados, también contribuyen a que los mandatarios europeos, en buena parte, no estén en las mejores migas con al ahora derrotado presidente. Por esto, todos los jefes de Estado de la UE, hasta Boris Johnson, no dudaron en apresurarse por felicitar a Biden en una como manifestación de rechazo al derrotado.

En Venezuela las relaciones de Estados Unidos se han complicado en el mundo opositor. El excesivo respaldo dado a Leopoldo López y Guaidó y en general a la política desestabilizadora, guerrerista y violenta, que sólo ha significado derrotas, fracasos, divisiones sucesivas, excesivo debilitamiento del mismo y por el contrario fortalecimiento de Maduro, pareciera estar reclamando un cambio y eso empieza por la táctica, estrategia la relación entre los componentes.

No estamos pensando que Biden se vendría con una actitud de abierto acercamiento hacia el gobierno, sino en lo inmediato, por una recomposición de sus relaciones con el mundo opositor venezolano. Eso es como por demás evidente, tanto que el propio Trump, de haber ganado las elecciones estaba obligado a hacer lo mismo.

La promulgación, por parte del gobierno de Maduro, a través de la ANC, de la Ley Antibloqueo, es un discurso, una definición, de lo mucho que aquél y los suyos, al margen de la pertinencia o no de la misma, están dispuestos a hacer para recomponer sus relaciones con EEUU y sus capitales. Están obligados y deseosos y todo eso ya no lo ocultan.

Guaidó y López, lejos de unir a la oposición para sus fines, los mismos del gobierno de EEUU, han hecho lo contrario, la han dividido a un estado nunca visto antes desde 1999. Es por demás imposible que, en ese estado de cosas, se pueda fundamentar una acción política para alcanzar sus fines. Lo que fue un rotundo fracaso para Trump, no lo va asumir Biden.

Las elecciones del 6D, de llevarse a cabo, tal como están planificadas, arrojarán como resultado una AN que, definitivamente y por disposición constitucional, deja fuera de juego a Juan Guaidó y su mentor interno, Leopoldo López. Pero también, oficializa una oposición, con representación en ella, que pese se inventen historias acomodaticias, representa políticas diametralmente distintas al gobierno y nueva oportunidad de inserción a la diplomacia estadounidense. Tendrá Biden, aparte del gobierno, asunto que abordaremos luego, con quién establecer relaciones, llegar a acuerdos, sin hacerle concesiones innecesarias al primero, para diseñar políticas destinadas, si ese es su propósito, a promover un cambio a mediano plazo que pase, incluso, por deshacerse de Maduro.

Los hechos han demostrado hasta el cansancio que, la violencia, el gasto político, dinerario que han significado las acciones vanguardistas de López y sus seguidores, no sólo han fracasado, sino que no han conducido a nada positivo y que cada día es mayor el rechazo que, a eso, se incuba en el pueblo mayoritario, sin dejar de lado la escasa aceptación que eso tiene en América Latina.

De hecho, Biden tendría en el propio Estado venezolano, en la AN, factores con quienes pudiera diseñar nueva alianza y estrategia, sobre todo tomando en cuenta que, en breve, se podrá desatar el proceso constituyente inherente al referendo revocatorio que, además, representa una real posibilidad de derrotar a Maduro y los suyos, ahorrándose lo odioso y cruel de la guerra, la violencia y hasta la promoción de la asquerosa corrupción que practican quienes han sido aliados de Trump.

Pese haya sesudos analistas que no prevén estos cambios y al contrario sostienen que todo seguirá igual, como que el escenario se prolongaría de aquí a la eternidad, la realidad es otra con la elección de Biden y los resultados que habrá de recoger de la actuación de López, Guaidó y los seguidores de ambos. Y es como infantil pensar que el nuevo huésped de la Casa Blanca insistirá en lo mismo.

Obama, el antecesor Demócrata de Biden y ahora la señora Kamala Harris, muy vinculada al primero, privilegiaron la necesidad de cambiar la forma de relacionarse con Cuba y es natural esperar que esa política sea retomada. Esto pasa además porque lo mismo se asuma frente a Venezuela. Ya no pesa tanto la presión electoral de los votantes de La Florida, más si tomamos en cuenta que allí perdió el presidente recién electo.

Pero si algo es cierto, que los cambios de Biden frente a Venezuela, los mismos que asumiría Trump de haber sido relegido, pues nadie tropieza dos veces con la misma piedra, estarán precedidos por la cautela, el pisar firme y el manejo sutil de los cambios para que la gente interesada los vaya asumiendo con la debida naturalidad y hasta concordia.

Y en esto, entra en escena, Henry Capriles. Este dirigente de Primero Justicia, en los últimos meses no sólo se distanció más de López de lo que antes estuvo, sino que muy recientemente estuvo gestionando para lograr que la oposición toda participase en las elecciones programadas para escoger la nueva AN. En ese sentido, de manera casi abierta, llegó a solicitar se prorrogase el proceso de manera que se permitiese a toda la oposición, empezando la que encarna y aspira a dirigir, organizarse y discutir a fondo el asunto hasta llegar a digerirlo. Fue esa en cierto modo, la misma posición de la UE. Y, en consecuencia, una, en buena medida, distante a la de López y Guaidó, quienes por mucho que disimulen no rompen el fórceps de la guerra, la invasión, violencia e ilegalidad.

Entonces, es como demasiado obvio, según algunos analistas, que la discreción, el natural acercamiento de Trump con la nueva y legal oposición, comience por quien, a todas luces, parece más cercano a los intereses de la Casa Blanca, ahora determinados por los mismos factores, pero con un estilo diferente y un deseo de ser exitoso, dado que el proceder y las alianzas anteriores no condujeron sino al fracaso sistemático. Pensar y decir que Biden continuará haciendo lo mismo que Trump, no es más que muestra de muy poca visión o por forjarse visiones adelantadas u obedecer al deseo que todo siga como venía.

 

 

 

 

 

 

 

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