No creo sea necesario ser muy ingenioso para aventurarse a hacer pronósticos acerca del futuro de Guaidó.
Es muy clara la manera casi azarosa como el llamado calificado "presidente interino", que lo es sin asidero alguna en la Constitución y hasta sin límites y menos funciones que cumplir, salvo hacer morisquetas y patrañas como esta de la consulta para lo que no guarda ninguna de las cualidades, normas o reglas que reclama para las elecciones legislativas del 6D.
Es decir, el personaje de marras, como gustaba decir, en estos casos, mi amigo Moisés Moleiro, no llegó allí portando una bandera, un liderazgo, una historia reconocida de luchas, sino como quien estaba sólo en el andén, en horas de la madrugada, sin saber siquiera que hacía allí, cuando inesperadamente llegó el tren.
Su liderazgo es una creación o construcción de factores que le son ajenos. Le pusieron a liderar aquellas fuerzas de manera fortuita. Entonces está sujeto a que quienes le pusieron la escalera se la quiten. Era entonces diputado a la AN por el partido de López; lo que implica, que ni siquiera era líder en esa organización. Toda esta historia es conocida. Sólo bastan pequeñas muestras para que el lector arme su análisis. Para más señas, su sustento hasta ahora, en mayor medida, ese por el cual la UE y otros países le "reconocen" su falso rol, ha sido el presidente Trump. Y este ya, en enero, dejará el cargo, hasta de manera obligada.
De modo que, el destino de Guaidó, está sujeto, no a sus propias decisiones ni a las de quienes de cerca le acompañan, sino a las del presidente entrante de EEUU, sus asesores y el ánimo que prevalezca en los factores influyentes en la política internacional y los negocios de aquel país, sin importar todo lo haga para ganarse ese respaldo.
Pero "el presidente interino", a partir de enero, va encontrarse con un escenario, no radicalmente diferente, porque sería un poco exagerado y hasta aventurado, sino en buena medida, distinto a aquel que, de manera sorpresiva, le volvió presidente de la AN y después, estimulado por los asesores de Trump, y le hizo sentirse con ánimos para declararse como jefe del Poder Ejecutivo, tras el invento de la acefalía del cargo por los tantos motivos que se dieron entonces.
Lo primero es que las elecciones del 6D, de conformidad a lo previsto en la constitución de la República, y el calendario mismo, ponen punto final a la AN que él ha venido presidiendo y entonces no sólo deja de ser presidente del cuerpo legislativo y hasta diputado, sino que los tramos de la escalera a la cual se subió para fingir de "presidente interino", se hundirán bajo sus pies. Ese argumento, de por sí ilegal, se hará más irreconocible, racional y de difícil "comprensión" en el mundo de la diplomacia.
El nuevo cuerpo que emergerá a partir del acto electoral del venidero domingo, al margen de su composición, indistintamente quien o quienes tengan la mayoría, será uno hasta radicalmente distanciado del personaje de quien estamos hablando. O lo que es lo mismo, ese órgano del Poder Legislativo, no estará, bajo ninguna circunstancia, en actitud de darle respaldo o reconocimiento alguno. Ya no tendrá un cuerpo que le dé "legalidad" a su supuesto mandato, porque como dije antes, hasta por el calendario mismo, la actual AN que preside, en medio de la confusión que representa la otra que también controla la oposición por intermedio de Parra, quedará de hecho disuelta y terminado su período.
Pero hay en esto algo más. La nueva AN, que tendrá toda la legalidad, pese los alegatos de quienes decidieron abstenerse de participar en el acto electoral por ineptitud y sujeción a planes ajenos al interés nacional, como lo de privilegiar la violencia, estará compuesta no sólo por agentes del gobierno, como la actual ANC, sino estarán allí representantes del universo opositor. Pues esa conseja o campaña, según la cual, todas aquellos que compiten con el gobierno por la representación en la nueva AN, son agentes o servidores de éste, no es creíble por nadie sensato, deslastrado de emociones y odios viscerales.
Es verdad, hay un hondo y amplio sentimiento ganado a la idea de no votar el domingo, pero no porque se apoye a Guaidó y los suyos o se le dé apoyo a la idiotez antes comentada, sino por el grado de desconfianza, descontento por el grave deterioro de la vida y hasta de decepción por los actos electorales que atrapa a buen número de nacionales. Pero como hemos dicho antes, el nivel de abstención no niega la validez del acto electoral, sus resultados y la legalidad de los representantes escogidos.
Nunca antes, desde 1998, la oposición venezolana había estado tan dividida y debilitados los factores que jugaban y todavía juegan a la violencia y la ilegalidad. El universo que apoya a Guaidó está por demás disminuido; tanto que hay una buena porción que participa en las elecciones y se distanció de sus políticas casi radicalmente. Pero todavía, en ese universo que habla de abstención, hay expresiones como las que encabezan María Corina Machado y Henrique Capriles, en actitud discrepante y hasta de enfrentamiento con el supuesto "presidente interino". AD se partió en dos; tanto que mientras Ramos Allup, aparentemente sigue apoyando a Guaido, pero en actitud por demás discreta, tanto que despierta sospechas, Bernabé Gutiérrez optó por inscribir al partido blanco en las elecciones del 6D.
Es un hecho público que, Capriles estuvo gestionando la posposición de las elecciones previstas para el 6D, alentado por la UE, con la finalidad de organizar sus fuerzas y participar en las que se convocasen posteriormente. Al margen que voceros del gobierno le hayan atribuido a esa solicitud otras intenciones, quedó claro lo que hemos dicho. Pues para él participar con su partido necesitaba tiempo, dado que ni siquiera había inscrito candidatos.
Los acontecimientos posteriores y más recientes, están mostrando que Capriles parece interesado en competir con Guaidó por el liderazgo de ese universo opositor y del respaldo internacional con el que éste hasta ahora ha contado.
La derrota de Trump abre posibilidades de un cambio de políticas. Decir que serán estas estrictamente las mismas del presidente saliente, no parece sensato. Que republicanos y demócratas son la misma cosa, como aquello que los liberales y conservadores colombianos se diferencian porque unos van a misa en la mañana y los otros en la tarde, parece como demasiado exagerado y poco sensato.
Las intentonas de Trump y los fracasos de Guaidó, no creo satisfagan a Biden, sus asesores y a quienes continúen en el manejo de la estrategia frente al gobierno Venezuela. No parece muy inteligente que Biden insista en las malas prácticas de Trump y tampoco en los mismos elementos que este utilizó para deshacerse de Maduro y sus cercanos acompañantes. Y todo el escenario no es el mismo, como que el presidente de EEUU tenga que verse forzado, por razones electorales, a satisfacer las demandas de electores extremistas de La Florida que demandan sanciones hasta irracionales contra Cuba y Venezuela.
En la nueva AN la administración demócrata o de Biden, hallaría sustanciales aliados para el diseño de nuevas políticas destinadas al fin de introducir el cambio que ellos anhelan sin necesidad de generarse conflictos con sus naturales aliados de la UE y hasta en América Latina. Tomemos en cuenta que, al margen de las versiones interesadas que se puedan ofrecer, las gestiones de los países europeos, por intermedio del señor Borrel, quien acaba de declarar que espera que "las relaciones con EEUU vuelvan a cómo eran hace 5 años", no gustaban para nada a Trump.
En artículo publicado un tiempo atrás, titulado "Capriles renace de las cenizas de Guaidó y Leopoldo López. De Trump a Biden", el cual se puede leer siguiendo el link : https://www.aporrea.org/tiburon/a297099.html, dijimos "Pensar y decir que Biden continuará haciendo lo mismo que Trump, no es más que muestra de muy poca visión o por forjarse visiones adelantadas u obedecer al deseo que todo siga como venía."
Por supuesto, Guaidó y los suyos intentarán mantener lo que ahora tienen y para eso harán todo lo que tengan por hacer, incluso esa morisqueta de la "consulta electoral" del 12 D, para lo cual posiblemente ya tienen el acta final redactada y quemada toda comprometedora prueba, tal como antes han hecho. Y en este caso, cabe decir, como solemos hacerlo los venezolanos en situaciones como esas, "ni pendejo que fueran".
Pero según todo lo que uno ve y parece, por los lados de Guaidó se oyen cantos fúnebres.