El mundo es un lugar caótico, y alguien tiene que poner orden

Lunes, 18/01/2021 01:29 PM

A medida que se acercaba el día de la invasión de Irak, los medios de comunicación estadounidenses recibieron del Pentágono la sugerencia de provocar el temor en Irak. "Lo llaman el "día A"; así empezó un reportaje en CBS News emitido dos meses antes del comienzo de la guerra. "A" de "ataques aéreos" tan devastadores que a los soldados de Sadam no les van a quedar ganas de luchar. Los espectadores conocieron a Harlan Ullman, uno de los autores de Shock and Awe, que explicó que "este efecto simultaneo, algo parecido a las armas nucleares utilizadas en Hiroshima, no se logra en días o en semanas, sino en minutos". El reportero, Dan Rather, terminó el programa con una aclaración: "El Departamento de Defensa asegura que este reportaje no contiene información que pudiera ayudar al ejército iraquí". Podría haber ido más lejos; el reportaje, como tantos otros de aquella época, era una parte integral de la estrategia de infundir miedo por parte del Departamento de Defensa.

Una de las repuestas llegó una semana antes de la invasión. El Pentágono invitó al cuerpo de prensa militar de Washington a un viaje especial a la base aérea de Eglin, en Florida, para presenciar la prueba de la MOAB (oficialmente, Massive Ordnance Air Blast [munición de golpe de aire masivo], aunque todo el mundo de la esfera militar la conoce como "la madre de todas las bombas". Con sus 9.500 kilos de peso, es el explosivo no nuclear más grande jamás construido. En palabras de Jamie McIntyre, de CNN, es capaz de crear "un hongo de 3.000 metros de altura que recuerda al de una bomba nuclear".

Cuando comenzó la guerra, los habitantes de Bagdad se vieron sometidos a la privación sensorial a gran escala. Una a una, las percepciones sensoriales de la ciudad se fueron cortando. Los primeros fueron los oídos.

La noche del 28 de marzo de 2003, cuando las tropas norteamericanas se acercaron a Bagdad, el Ministerio de Comunicaciones fue bombardeado y consumido por las llamas, igual que cuatro centrales de teléfono, que dejaron sin servicio a millones de habitantes. Para la operación se utilizaron unos destructores enormes. Los ataques contra centrales telefónicas continuaron (un total de doce) hasta que el 2 de abril sólo quedó un teléfono en funcionamiento en todo Bagdad. Durante el mismo asalto, las emisoras de televisión y radio también sufrieron ataques. Las familias de Bagdad, refugiadas en sus casas, se quedaron sin señal para poder estar al tanto de lo que estaba ocurriendo en la calle.

El siguiente sentido fue el de la vista. "No hubo una explosión audible, ni un cambio discernible con respecto a los bombardeos de la noche anterior, pero en un instante toda una ciudad de cinco millones de habitantes quedó sumida en una noche pavorosa y eterna", informó The Guardian el 4 de abril. La oscuridad se vio "mitigada sólo por los faros de los coches que pasaban". Atrapados en sus casas, los bagdadíes no podían no podían hablar con sus vecinos ni ver qué ocurría fuera. Como un prisionero destinado en un black site dela CIA, toda la ciudad estaba encadenada y encapuchada. Lo siguiente fue desnudarla.

Durante los interrogatorios hostiles, la primera fase para desarmar a los prisioneros consiste en despojarles de la ropa y de todos los objetos que tienen un valor especial para los prisioneros, como un Corán o una fotografía muy querida, se tratan con un desprecio total. El mensaje es el siguiente: "No eres nadie, eres quien nosotros queremos que seas", la esencia de la deshumanización. Los iraquíes soportaron este proceso en masa cuando tuvieron que contemplar cómo se profanaban sus instituciones más importantes y su historia se cargaba en camiones para después desaparecer. Los bombardeos dañaron seriamente la ciudad, pero los saqueos (ignorados por las tropas ocupantes) borraron el corazón del país.

"Los cientos de saqueadores que redujeron a añicos cerámicas antiguas, que rompieron vitrinas y se llevaron piezas de oro y otras antigüedades del Museo Nacional de Irak han saqueado nada menos que los recuerdos de la primera civilización", informó el diario Los Angeles Times. "Ha desaparecido el 80% de los 170.000 objetos de gran valor del museo." La Biblioteca Nacional, que contenía copias de todos los libros y tesis doctorales publicados en Irak, quedó hecha una ruina negrecida. Coranes iluminados de miles de años de antigüedad desaparecieron del Ministerio de Asuntos Religiosos, totalmente calcinado. "Hemos perdido nuestra herencia nacional", dijo un profesor de instituto de Bagdad. Un comerciante local explicó sobre el museo: "Era el alma de Irak. Si el museo no recupera los tesoros saqueados, sentiré como si me hubiesen robado una parte de mi propia alma". McGwire Gibson, arqueólogo de la Universidad de Chicago, describió los hechos como algo muy parecido "a una lobotomía. La memoria profunda de toda una cultura de miles de años ha sido borrada".

—Existen numerosos testimonios de soldados americanos que pasaban los camiones llenos de objetos saqueados (un reflejo de la indiferencia procedente directamente de Rumsfeld). Algunas unidades asumieron unilateralmente la tarea de detener los saqueos, pero en otros casos los soldados se unieron a los robos.

¡La Lucha sigue!

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