El régimen de los Estados Unidos ha vuelto a calificar a Venezuela como una amenaza inusual y extraordinaria para su gobierno, generalizando que todos sus ciudadanos somos una amenaza. El título que corresponde hoy debería ser el "gobierno de Estados Unidos es una amenaza usual, extraordinaria y temible para el mundo" y no su pueblo, ya que ni siquiera ellos deciden de manera directa en las elecciones presidenciales. Sin embargo, mientras este pueblo no despierte de la sombra en que se encuentra y se una a la causa de los pueblos, seguirán siendo parte de esas políticas injerencistas de manera indirecta y serán juzgados por la historia también. Un pueblo que calla las atrocidades de su gobierno, que haya permitido que el desarrollo de su país se deba a costa de los saqueos de otros pueblos, de invasiones a países por no poderles torcer el brazo, que su principal fuente de ingreso sea la lucha armamentista, súper bombas nucleares lanzadas a pueblos indefensos, el uso de armas bacteriológicas (como el COVID-19), que apoye al Estado sionista de Israel; que implante sanciones, bloqueos y medidas coercitivas a pueblos por considerarlos una amenaza (cuyas consecuencias han sido catastróficas, violatorias de los principios universales de los derechos humanos), es un pueblo que amerita autorevisarse, autorectificar y autoreimpulsar su visión humanista ante el mundo. Inmorales estos gobiernos que dicen preocuparse por "la seguridad" de otros países, pero no así por la seguridad social ni laboral de sus ciudadanos: según la BBCNews Mundo, cerca de 40 millones de estadounidenses viven en el umbral de la pobreza y esto va más allá de la actual pandemia, por la forma cómo se ha encarado esta problemática y por el aspecto económico, ya que los EE.UU. carece de una red firme de protección social. A esto se suma las diferencias raciales, se estima que un 11% de los niños blancos vive en pobreza, 32% los de color y 26% los latinos. El deterioro del mercado laboral para los trabajadores de menores salarios está cerca del 40%. Hoy tiene la tasa más alta por contagio de COVID-19 por no haber aplicado medidas de seguridad puntuales.
Gracias al ingeniero Omar Hernández podemos tener una idea de los daños usuales, extraordinarios, peligrosos y genocidas de los EE.UU. contra los pueblos del mundo, utilizando su poder económico y militar, con el apoyo del FMI y la indiferencia de la ONU. Aplicando la Doctrina Monroe, desde diciembre de 1823 (que declara a América Latina como territorio de influencia para revertir la obra emancipadora de Bolívar), se apoderaron de las riquezas de los países del hemisferio Sur mediante prácticas salvajes. Bajo este ardid en el año 1846 inició una guerra contra México, al que somete a cederle la mitad de su territorio; en 1854, destruye el puerto nicaragüense, al año siguiente invade este país y su invasor se autoproclama presidente, quien invade luego a El salvador y a Honduras, restaurando la esclavitud en estos territorios; en 1901, las fuerzas gringas obligan la inclusión en la Constitución de Cuba la enmienda Platt para intervenir en los asuntos internos; en 1903, estimula la segregación de Panamá (antes de Colombia) adquiriendo todos sus derechos sobre su canal y 43 años después funda la Escuela de Las Américas cuyos destacados alumnos casi todos fueron los dictadores de este continente. En 1908 apoya a Juan Vicente Gómez y tumban a Cipriano Castro para tener control sobre la industria petrolera venezolana. En 1912 invade Nicaragua y sus fuerzas se mantendrían hasta 1933. En 1967 envió tropas a Bolivia para asesinar al Ché Guevara. En 1971 se confirma que la CIA intentó asesinar en varias oportunidades a Fidel Castro, fueron más de 600 intentos infructuosos. En 1973 toman el poder en Uruguay y en Chile. En 1989 invade Panamá para arrestar a su protegido, Manuel Noriega. En el año 2000, a través del Plan Colombia, penetra en este país desde entonces. Desde el año 2002 hasta el presente ha apoyado y financiado a la derecha venezolana para derrocar a los gobiernos de Chávez y ahora de Maduro. Se cree que el gobierno de EE.UU. le inoculó el cáncer a Chávez para asesinarlo. En el año 2009 derrocó a Manuel Zelaya en Honduras; en 2012 a Fernando Lugo, en Paraguay; en el 2016 a Dilma Rouseff y encarcelan a Lula Da Silva; en el 2020 a Evo Morales, en Bolivia. Desde el 2013 arrecian las sanciones contra Venezuela, oprimiéndola cada vez más, incrementando la pobreza, deteriorando los servicios públicos, con la imposición del dólar para socavar más la crisis económica.
En el Medio Oriente la situación es más tenebrosa. La excusa para penetrar fue el ataque que el mismo Pentágono hiciera contra las torres gemelas para invadir Irak y Afganistán. Libia es hoy día un país destruido. Siria una piedrita en el zapato por su resistencia. De manera inmoral, después de sus intentos fallidos para matar a Fidel y vanagloriarse con las muertes de Gadafi y Soleimani, ahora sanciona a Rusia por el supuesto envenenamiento de Navalny por este gobierno. Me quedo muy corta con la historia negra que ha escrito esta nación en contra de la humanidad. EE.UU. representa una amenaza usual, extraordinaria y temible para el planeta, es un peligro constante, ha matado a más de 20MM de personas en 37 naciones víctimas desde la II Guerra Mundial, sin contar las del siglo XIX. Hitler se quedó pequeño frente a los actos genocidas cometidos por EE.UU., apoyado por Israel y algunos países de Europa. Ha sido el único país que ha lanzado dos bombas atómicas y no hubo sanciones. Según un estudio realizado por Resumen Latinoamericano señala que las fuerzas militares gringas son directamente responsables de unos 15 MM de muertes durante las guerras de Corea y Vietnam, así como las de Irák. En las últimas guerras propiciadas por el imperio hubo entre 9 y 14 MM de muertes en Afganistán, Angola, Guatemala, El Congo, Timor Oriental, Indonesia, Pakistán y Sudán. Después del 11/09 este país provocó otros 11/09 más, unas 10.000 veces. Ante tanto salvajismo contra la humanidad es necesario: Primero, que los estadounidenses empiecen a entender el dolor que sienten los pueblos del mundo por estos actos que atentan contra los principios soberanos de los pueblos, el derecho como ciudadanos de escoger a nuestros gobernantes y de tener (como la naturaleza nos lo ha dado), nuestros recursos minerales, energéticos y acuíferos. Es un crimen que EE.UU. siga viviendo en el súper desarrollo a costa de los pueblos que ha invadido y saqueado. Segundo, los gobiernos del mundo, especialmente Venezuela, deben declarar al presidente Biden como presidente ilegítimo de la Casa Blanca, ante su postura de desconocer a otros mandatarios y de reincidir a atacar a otros países, y declarar a los EE.UU. una amenaza usual, extraordinaria y temible para el mundo. Tercero, urge incorporar para el cumplimiento de la Agenda de Desarrollo 2030 de la ONU, el ODS No. 18: exigir a los países, como EE.UU., eliminar las medidas coercitivas, sanciones, invasiones y bloqueos que atentan contra el disfrute de los DD.HH. de los pueblos, y los principios de la misma ONU. Es la hora de que este organismo cumpla su rol como órgano de control de seguridad de todos los países. La vida de los humanos no vale nada para el imperio, para el capitalismo, para los psicópatas genocidas del mundo; pero ante tantos hechos inhumanos, el mundo debe ponerse de pie y exigir un Juicio a todos los presidentes de EE.UU. por criminales de guerra, es el momento histórico para hacerle frente y derrotar al imperio en todas sus manifestaciones. Los gigantes China, Rusia, Corea del Norte e India harán su parte y los bolivarianos del mundo haremos la nuestra también.