La historiografía habla de Walter Raleigh como un pirata, un corsario, casi como un asaltante de camino, un Koki, al servicio de Inglaterra.
Su labor, aparte del beneficio personal que le reportaban sus fechorías, que iban desde la invasión y conquista de territorios indígenas valiéndose de la ventaja de su abundante y poderoso armamento, cometiendo cuanta barbaridad fuese de su antojo y de sus hombres, hasta la piratería, esa de asaltar barcos en alta mar, como quien asalta en la calle a cualquier transeúnte de a pie o de automóvil para arrebatarle sus pertenencias, le valió el reconocimiento del gobierno inglés, al cual servía, de Sir, caballero o barón; es decir un personaje honorífico. Sus servicios de ladino, asaltante, violador de los derechos de las gentes y hasta asesino, se tradujeron en el pragmatismo inglés, en eso. Es decir, él encarnó la piratería como política de Inglaterra.
Y es que Inglaterra, como gran parte de Europa, vivió de eso. La aceleración del desarrollo capitalista en ellos, que un simplismo suele atribuir casi exclusivamente a la llamada Revolución Industrial, como si las carretas pudieran ir delante de los caballos, se fundamentó primero y principalmente en el saqueo en muchas áreas del mundo, particularmente en lo que llamaron, como si fuese también un invento de ellos, "el nuevo mundo". Como que lo que arbitrariamente llamaron América, nació a partir del momento que ellos "pusieron su planta insolente" en él. Es decir, antes no existía. Fue una creación de ellos y por eso se creyeron con el derecho de apropiársela y eso fue también un acto de piratería. Los primigenios habitantes no eran gente, "no tenían alma" y en consecuencia derechos. Siendo así, ellos podían proceder a lanzar sobre estos espacios sus bandadas de piratas y asaltantes. Y así se fortaleció el capitalismo europeo y alcanzaron rápidamente el alto estadio que les hizo sentir superiores, con derecho a todo. Es decir, el capitalismo, que se engendró en Europa, sobre la base del trabajo y la creación de riqueza, comenzó a ser dirigido y manejado por la piratería, por lo que el modelo, aparte de sus leyes internas como la ganancia y el beneficio, se "enriqueció" y fortaleció con las ideas e intenciones de la piratería y la consigna de "al abordaje".
Esa es Inglaterra y esa es su historia, oculta tras el oropel y supuesta "grandeza" de su monarquía y su revolución industrial. La "pérfida Albión", la llamó el poeta Louis María de Ximenez, por lo desleal y traidora de su diplomacia. Como esa de usar piratas en corso en el área del Caribe, para asaltar cualquier buque, sin importar su procedencia y propiedad para robar, bajo el manto de cobrar unos supuestos derechos de impuestos. Y es la misma "pérfida" que se apropió de parte del territorio nuestro, como Trinidad con el mismo Raleigh y el territorio Esequibo y a finales del siglo pasado, desató toda su furia, con el respaldo de Europa y EEUU contra el pueblo argentino, para mantener su dominio en la isla de Las Malvinas, un territorio argentino que usurpa desde tiempos ancestrales.
Es la misma que se "encambimbó" con EEUU, Francia e Italia, para invadir a Libia, asesinar a Gadafi y aprovechar todo aquello para, en conjunto, apoderarse, entre otras cosas, de más de 200 mil millones de dólares de las reservas internacionales de ese país, depositados en sus bancos, asunto del cual no se ha vuelto a hablar y se mantiene en el más absoluto secreto. Y lo que no es más que un proceder de piratas.
El gobierno venezolano, por razones que en verdad desconozco, depositó en la banca de Inglaterra una cantidad de oro que hoy está valorada en unos dos mil millones dólares. El gobierno británico pretende apoderarse de ese dinero, porque sustancialmente se trata de eso, como antes aludimos no sería este su primer acto de piratería, alegando que "El gobierno del Reino Unido tiene el derecho a decidir a quién reconoce como el jefe legítimo de un Estado extranjero".
Eso significa, más o menos, que nosotros somos no lo que el pueblo venezolano decide, según su constitución, sus costumbres y su historia, sino lo que su majestad real decida. Eso es ni más ni menos, una concepción colonial, y siendo así "somos lo que ellos decidan y les convenga". Pero es también una alegato y trampa de ladrón.
Se llevan por delante todos los derechos y principios constitucionales de nuestro país, pues esa figura de presidente interinon de largo aliento no existe, solo es invento de la politiquería. A Guaidó, ni con trampa o mal conteo del CNE, lo ha elegido nadie. Que la presidencia interina está limitada a un tiempo muy breve, en ausencia del presidente. Hasta como falsedad, el fundamento del interinato de Guaidó, la presidencia de la AN, feneció hace tiempo y existe ahora nueva versión de ese organismo legislativo y aquél ni siquiera es diputado.
¿Y por qué lo hacen, siendo tan burdo su alegato? ¿Cómo Inglaterra y su diplomacia hacen tan sucio, descarado y vulnerable juego?
Pues porque la pérfida Albión y sus banqueros, a quienes muy poco le interesa la democracia, legalidad o justicia en Venezuela, pero sí comparten con EEUU la pretensión de apoderarse, como antes lo hicieron de nuestro territorio, vaya la Guayana Esequiba por delante, de nuestras riquezas, aspiran que esos 2 mil millones de dólares puedan compartirlo con alguien, que no será Guaidó; a este apenas le darían las sobras o migajas, para después cobrárselas.
En esta nueva historia, los banqueros y la majestad de Gran Bretaña, producen una versión moderna de Walter Raleigh, personificado por Guaidó, a quien es dudoso en el futuro le den el título de Sir, por los internalizados prejuicios británicos que, hasta a la ex actriz Rachel Meghan Markle, esposa del príncipe Enrique, no tragan por sus orígenes afroamericanos heredados de su madre.
Guaidó sería un pirata a lo Raleigh, pero de allí no pasará, porque los gringos mismos, cuando le saquen el jugo, harán con él lo que se hace con el gabazo.
Y es triste para un hombre, aunque de ello gane mucho dinero, hacer un trabajo sucio para convertirse ni siquiera en el símbolo de lo que, para los mexicanos, en su mayoría, es La Malinche o lo que implica ser pérfido, como la "pérfida Albión", desleal y traidor, sino algo peor, un triste mamarracho.
¡Y cuidado cómo ingleses y americanos no inventan la forma de deshacerse del desleal, porque estos suelen no tener dolientes y no es bueno dejar huellas regadas en el camino por las cosas sucias hechas! ¿Dónde están los testigos que pudieran servir para que Libia recupere sus reservas depositadas por Gadafi en la banca europea? A un testigo de peligro, como Noriega el panameño, le descalificaron y casi borraron de la mente colectiva, después de haber colaborado tanto con el poder imperial.