Elliot Abrams, un mentiroso contumaz, una oposición clonada y un lote de “marruñecos”

Lunes, 27/09/2021 03:31 PM

Elliot Abrams, ya se sabe fuera de la política y, ante el desastre que significó su actuación, para sus propios aliados, ha decidido ventilar el por qué de su fracaso y así nos permite ir entendiendo con claridad su incapacidad política para imponer un gobierno en Venezuela y las dificultades que confrontan en el mundo todo, como en Suramérica y los acontecido ahora en Afganistán.

Definitivamente, la dirigencia política gringa, no actúa muy inteligente que digamos. Su supremacía, poder económico y militar, no justifica que pequen excesivamente de exhibicionistas y, eso que en el lenguaje coloquial llamamos, "bocones o echones". Pareciera que, el exceso de poder, mucho dinero, armamento y hasta conocimientos del secreto de la guerra, inhibe la inteligencia y los procederes sutiles. El exceso de poder como que les excita, entusiasma y hace perder la sindéresis como quien consume demasiado alcohol. Son de esos patanes que, lugar de eliminar una mosca con insecticida o un manotazo, prefieren hacerlo con un tanque de guerra.

Les falta por demás delicadeza, sutileza para manejarse en la política y no venderse con esas posturas de mal gusto y de desagradable subestimación del resto de la gente. Persisten en aquello del cowboy, con las dos pistolas al cinto.

Elliot Abrams, es un personaje siniestro, hasta su figura misma, desagradable, que sugiere un vampiro o un cuervo en acecho, a quien uno se ha visto obligado a tomar en cuenta, dado el rol que ha jugado de acosador, no del gobierno, sino de los venezolanos todos, como antes lo hizo en Centroamérica, no por sus valores culturales, pues al hablar de cuervo, es posible ni siquiera sepa quién es Edgar Allan Poe, no se cansa de demostrar, hasta a quien eso no quiera entender y asumir, como EEUU, por intermedio de gente como él, sin ningún fingimiento, se mete en medio de las disputas entre los venezolanos, en el rol de vocero de una de las partes. Lo cree lo más natural del mundo y para nada motivo que pudiera incomodar a alguien. Y, es más, pareciera "que la goza" echándonos en cara su poder y dominio sobre gente que convive con nosotros.

Después de todas las demostraciones que de esto hizo en los años que se desempeñó como encargado de los asuntos de su gobierno, el de Trump, con respecto a Venezuela, sobre todo en lo disponer y ordenar sobre la conducta opositora y su forma de lucha, la violencia, rechazo por las opciones electorales, legales y cualquier forma de entendimiento pacífico, ahora aparece fingiendo, ante la aplastante derrota de la cual fueron víctimas, como si Trump y él nunca tuvieron pretensiones, como que "todas las opciones están sobre la mesa", sino que, al contrario, siempre tuvieron como norte la paz y los buenos modales.

Lo que, si no niega, porque su poca inteligencia o desbordante soberbia no se le permite, es que han estado y están metidos en nuestros asuntos hasta el cogote. Y esto no niegan ni van a negar, porque están convencidos que formamos parte de su patio trasero, somos una colonia de ellos y un espacio reservado para cuando lleguen los momentos de apremio. Es decir, es su derecho.

Derrotados en el medio oriente como han sido, ahora vuelven los ojos hacia el espacio que siempre han creído suyo. Por eso, no pierden el tiempo en disimular, como que "nosotros no nos metemos en las cosas de ustedes, salvo ayudar que se pongan de acuerdo y no peleen".

Al contrario, sus discursos y conductas, tienen el deliberado propósito de generar entre nosotros y el mundo entero que es su derecho indiscutible, indudable, decidir, disponer sobre lo nuestro.

Y no es inteligente esa conducta, porque parecieran desconocer nuestra historia, el pasado, de un pueblo que fue capaz, de la aparente nada, sacar fuerza y talento inesperados, para expulsar de su espacio, a la entonces poderosa Europa. Y de este continente olvidado, del patio trasero, de su gente, salieron gigantes como Simón Bolívar, Sucre, San Martín y paremos de contar porque no hay espacio en el Olimpo.

Por ese fracaso, no poder invadirnos y hacernos la guerra convencional, pese abunde quienes creen eso es tan fácil como "soplar y hacer botellas", ahora Abrams, dice, hablando de Trump, su presidente, que lo de "todas las cartas están sobre la mesa", destinada a dejar claro que, hasta la guerra, "fue una vil mentira del expresidente". Su delicadeza y buen hablar, le lleva a calificar de esa manera a su antiguo jefe, quien según decidió no invadirnos porque "los militares estadounidenses nunca estuvieron de acuerdo con ensayar algo parecido".

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Según él, Abrams, los militares estadounidenses dijeron al expresidente "Mire, nosotros tenemos una guerra en Afganistán e Irak y estamos haciendo cosas allí como lo de Soleimani, pero la principal amenaza es China, entonces no nos metamos en una guerra en Latinoamérica. Mira, Venezuela es un país de 35 millones (…), pero no es Granada, entonces tardaría semanas hacerlo (…) los militares no estaban de acuerdo en hacerlo".

Según el genio de Abrams, los militares no estuvieron de acuerdo, pese eso, ellos piensan que, les llevaría "sólo" semanas, lo que les pareció mucho, aunque llevan años enredados en el medio oriente, donde incursionaron creyendo que eso les sería cosa de días apenas.

Deja entrever, léase bien, que temían enfrentarse a una población numerosa, dispuesta a combatir y eso no sólo llevaría semanas y hasta años, sino que produciría montañas de cadáveres. Sin contar ahora, lo que también temen, ¿cómo reaccionarían los demás pueblos del área? Y no lo cuentan, justamente, porque creen es su derecho. Lo nuestro les pertenece a ellos.

Pero Abrams y otros más, estuvieron saboteando todos los intentos de acuerdo entre el gobierno y la oposición, opciones electorales abiertas e imponiendo la lectura, según la cual, en Venezuela hay una dictadura; inventaron lo del presidente interino, para justificar la continuación de guarimbas, las que reeditaron más violentas, crueles y bárbaras, como llegar a quemar gente viva, invasiones y azuzando para provocar una guerra entre Venezuela y Colombia.

Lo que podría ser cierto, al hablar de esto último, la invasión de paramilitares, como aquel fallido experimento llamado Gedeón, han tenido la intención que entre colombianos y venezolanos nos matemos, para incitar y convencer a los militares estadounidenses a intervenir y satisfacer las dudas de la opinión internacional.

Abrams y otros tan viles como él, estuvieron estimulando a la oposición, haciéndoles creer que de un momento a otro invadirían, para lo que ella debía crear las condiciones, por lo que desde el 2002 concibió la idea de la violencia e inventó la narrativa de la dictadura, viéndose incapacitada para derrotar electoralmente a Chávez y luego a Maduro, lo que en este caso casi logran; pero pese tal era alternativa se volvió posible. Optaron por privilegiar la violencia. Lo que más conviene a los planes de USA.

Por ese respaldo discursivo, financiero y hasta diplomático, lo que derivó en acciones prácticas como el bloqueo, la idea abstencionista, salida ilegal y violenta, "porque aquí hay una dictadura y el CNE sólo se ocupa de hacer fraudes", de conveniencia con los planes del gran capital y la idea del patio trasero, tomaron cuerpo no sólo entre la dirigencia o los grupos de vanguardia, sino que convirtieron en creencias profundas de una cuantiosa masa opositora.

Abrams, ahora ha decidido hablar y contar su historia, la que le conviene, como que él, pese le vimos actuando con toda su vileza, la misma que puso en juego en Centroamérica, hizo esfuerzos para que la oposición venezolana no se embarcase en la violencia y optase por la paz y la legalidad, dada que todas las opciones pacíficas y electorales estaban abiertas. Pero no oculta que el gobierno estadounidense y otros funcionarios muy importantes, menos él y Trump, estuvieron gestionando para desatar una guerra en Venezuela.

Es evidente, pese las dudas de Biden, que la intervención armada en Venezuela "por ahora" está puesta a un lado, por los fracasos y la comprensión de las dificultades y riesgos que todo eso implica. Y en la oposición misma, dada su extremada debilidad, la que cada día aumenta, tomó cuerpo la idea de reconstruirse. Porque quede muy claro, ella se autodestruyó.

Pero si algo han sabido hacer los gringos es, valiéndose también del poco talento, sentimientos e identificación de mucha gente dirigente del bando opositor, ha sido, no colonizarlos, como acaba de calificar Delcy Rodríguez, sino más bien clonarlos. De aquel López, loquito, tirapiedras sin ninguna idea por delante y un montón más de ellos, hasta llegar a la "joya del Nilo", esa que en la vida terrenal se llama Juan Guaidó, haciendo el resto del trabajo, lo poco que falta hacía y les volvieron como zombis, clones de ellos. Algo así como aquellos personajes alfa y beta, sacados de laboratorios de los que habló Aldous Huxley en "Un mundo Feliz".

Ahora Abrams, contradiciéndose o subestimando al resto de la gente, dice que "En la oposición hicieron una evaluación de que no tienen manera de remover a Maduro del poder por ahora y, además, que la mayoría de la oposición activa quiere participar y postularse para un cargo".

Es decir, ya no es lo de los militares gringos, sino que la oposición, se convenció que no pueden "remover a Maduro del poder", como el mismo Abrams dice, pero "por ahora".

Y pese todo, con este último juicio quiere meternos otro embuste, como que esa oposición, la de Guaidó, López y hasta Ramos Allup y Manuel Rosales, la que estuvieron manejando como "muchachitos de mandado", de repente tomó conciencia y rompieron las ligaduras. Es una vulgar maniobra para intentar venderle a los ilusos y hasta inocentes, su buena fe y la independencia de acción de sus protegidos y de paso, como dice la nota de prensa, dejar constancia de su favoritismo por Leopoldo López. Justamente, quien ha sido el más atento, "aprovechado" de todos sus alumnos, uno de esos para quienes la política sólo es tirar piedras, por lo menos, y por ahora. Y siempre dispuesto a acatar sus órdenes.

Los gringos, sin duda, por su soberbia, no sólo desdeñan su propia inteligencia, actúan de manera por demás torpe, sino que, a nosotros, nos creen de esos que sólo viven "dándose en la bemba" o, como solía decir mi suegro, un montón de "marruñecos". Eso, creyeron los españoles.

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