¿Agoniza el imperialismo? Reflexiones sobre diagnósticos absurdos que confunden (I)

Miércoles, 03/11/2021 04:10 PM

Nota: Este artículo le escribí en el 2015, todavía Obama ejercía la presidencia de EEUU y había anunciado restablecer nuevas y amistosas relaciones con Cuba, tanto que Raúl Castro, por esos tiempos sonreía con felicidad y Silvio Rodríguez se desbordo en optimismo. Le repongo porque el tema central, el del imperialismo, no sólo sigue vigente, sino que reclama un debate acerca de su esencia para evitar confusiones y eludir trampas caza-bobos.

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Por ahora, me propongo hacer algunas reflexiones sobre el imperialismo; asunto sobre el cual sé poco, pero esa circunstancia no me invalida para comentarlo, sabiendo que, como docente que soy, de alguna manera, a alguien puede servirle y ayudar.

Sobre todo, porque pareciera que seguimos viendo al fenómeno político económico mundial como en la época de Lenin, de cuando habló del asunto y hablábamos luego "del imperialismo yanqui", convertida en la superpotencia que ahora es, a partir de la segunda guerra, en parte por los estereros que esta dejó entre los anteriores líderes europeos y estuviésemos convencidos que, con él, esa versión, ahora en crisis, estuviera a punto de desaparecer o hundirse el capitalismo y por supuesto el imperialismo. En veces, por el usual lenguaje de muchos años y la experiencia particular de cada pueblo, se tiene una visión unilateral del fenómeno y obviamos su naturaleza verdadera y que su conducta, la propia de un estadio elevado de la acumulación capitalista, pudiera en determinadas circunstancias parecernos diferente. El imperialismo hay que conocerlo bien para enfrentarlo mejor. Hay cazadores muy crueles, los de la vieja escuela; de las trampas de la vieja usanza, destructiva y dolorosas y los hay quienes son sutiles, porque la coyuntura que enfrentan les obliga a ofrecer una cara más generosa.

Porque el imperialismo de hoy tiene varias facetas. Hay quienes, por la fuerza de la costumbre, han internalizado que el imperialismo es sólo EEUU y percibiendo, como percibe también uno, que hoy parece una fiera seriamente herida, lo que la hace mucho más peligrosa, no obstante, suspira pensando que con ella desaparecería el imperialismo y quedaría expedito el camino al socialismo. Por algo, un hombre experto y comprometido como Silvio Rodríguez, llegó a expresar con euforia "¡Cuba sí! ¡Yanquis también!". Para agregar luego "Nunca pensé viviría este día. Ahora las cosas deberán ser mejor que antes".

Es posible, no sé, habría que preguntarle, si contrario a quien esto escribe, el gesto gringo de apresurarse a abrir una embajada en su país, sea para él un signo de buena voluntad.

Es básico, muy elemental, "Imperio" e "Imperialismo", son dos categorías diferentes. Los imperios, como el napoleónico, español, francés, británico, ruso del tiempo de los zares, portugués y hasta el chino, tenían sus particularidades como la anexión de territorios ajenos y las consecuencias pertinentes en el ámbito político y económico*. La palabra que se usa sistemática y acríticamente sirve para crear un espejismo. Identifica al imperialismo, el gran enemigo de la humanidad y del futuro de la existencia pacífica y en justicia con un espacio. Pero también pudiera servir para sustentar un proyecto que no necesariamente representa el legado popular y el que nosotros llamamos de Chávez.

El imperialismo es otra cosa; es la etapa de la abundancia y hasta exceso de capital acumulado en un área, sobre la base de la explotación del trabajo de los humanos en ella, que se desplaza a otros territorios o espacios, cercanos o lejanos para invertir en ellos produciendo los resultados conocidos, como explotar también la fuerza de trabajo, aprovecharse de las materias primas, del talento, estructuras y maniatar a quienes fungen de administradores de la "independencia" y, disponer, por mecanismos a veces sutiles, de la voluntad de ellos y de las riquezas de los espacios que "invaden" o insertan en sus planes. En fin, trasegar las riquezas a los pocos amos del capital en detrimento de las mayorías. El capital, proceda de donde proceda es así, de la misma naturaleza, aunque en algún momento, como solía decir mi suegro, refiriéndose a otras circunstancias, "se vista de cura". No hay imperialismo bueno. No es cosa de cerrarse ante el diablo, pero tampoco de entregarle el alma.

Hablar de imperio por imperialismo aparte de anti histórico, es peligroso porque pudiera generar una idea falsa y conducir a la comisión de errores fundamentales. Con razón, alguien dijo que el único imperio existente es el británico y los Estados imperialistas ahora son o pudieran ser bastantes. No sería la primera vez que los capitales y capitalistas se alineen en grupos o legiones diferentes y hasta entren en conflictos. La mayoría de las guerras de la humanidad desde la llamada era moderna han sido enfrentamientos entre capitalistas no para defender utopías o normas morales sino vulgares intereses capitalistas. Los conflictos entre el capital son tan comunes como como entre el capital y el trabajo, aunque obedezcan a distinta naturaleza.

Pese la caída del muro de Berlín, la disolución de la URSS y la excesiva debilitación, si no es pertinente decir, abandono de los proyectos socialistas de Eurasia y el Asia, lo que también incluye al Vietnam de Ho Chi Minh, para dar paso a nuevos modelos capitalistas, las tensiones militares lejos de disiparse aumentan y el armamentismo sigue siendo la gran fuente de acumulación de capital.

El fin de la "guerra fría", la caída del muro de Berlín, la disolución de la URRSS, la división de naciones que dentro de esa llamada "Unión" extra nacional aparecían unidas, el hundimiento de los gobiernos del Pacto de Varsovia y hasta de la orgullosa y próspera Yugoslavia, para dar paso a un mayor número de naciones capitalistas, por lo que se habló del "fin de la historia", en primer término, pareció significar un triunfo del modelo capitalista frente a lo que entonces se llamó el socialismo real, que en nuestra opinión, no importa lo que por ello se me diga, no fueron sino "malas caricaturas" de lo que el marxismo habló de socialismo, sin dejar establecido o por sentado, por fundamentos filosóficos, que había modelo alguno, porque sus constructores, los pueblos, no se habían puesto de acuerdo nunca. Pudiera uno decir que se apuró en demasía el cocimiento, precisamente por inexperiencia, no se usaron los condimentos pertinentes, desperdició el conocimiento, deseo, habilidades, sabiduría de la convivencia de las grandes multitudes, sustituidas por "el toque mágico" de los predestinados.

Después de esos acontecimientos, de sus cenizas, lejos de aparecer gobiernos con un proyecto o disposición novedosa para profundizar el socialismo, tanto en Europa del Este como en Eurasia, surgieron formas capitalistas no estatales y hasta capitalistas con capitales sin que hasta ahora uno sepa de dónde. Hay quienes opinan, hablo de académicos, que unos salieron de los bolsillos gringos y europeos del oeste y otros de lo que ahora llamaríamos "enchufados" en los gobiernos comunistas desaparecidos, quienes mantuvieron sus fortunas encaletadas. Rusia, la de Putin, por sólo nombrar una, es una nación capitalista y eso no tiene duda alguna, pese a que todavía en algún sitio mantenga, por razones de respeto a la historia, una estatua o busto de Lenin, como podrían conservar en iguales condiciones, recuerdos del Zar Nicolás. En Alemania, específicamente en Berlín, existe un muy visitado museo en honor Karl Marx. Los chinos, no se han desprendido de los recuerdos de Mao y hasta le rinden honores, aunque su escuela y poesía no sean la expresión de lo que ahora China es, una enorme potencia y en crecimiento desmedido que exporta capitales y procura desplazar competidores sin dejar a un lado en esencia la lógica del capital, aunque utilicen procedimientos apropiados para los tiempos. No es un pequeño país, con pocos capitales de los cuales alguno exporta o coloca más allá de su frontera; es un gigante y con un alcance impredecible. Pero en la China misma, por lo poco que uno sabe, pese al hermetismo, pero también por la imposibilidad de ocultarlo todo y tapar cada resquicio, se sabe que subsisten un gigantesco capital estatal al lado de enormes fortunas personales que uno tampoco, después de la gesta y lo estatuido por Mao, siquiera sospecha su procedencia. No es absurdo agregar como comentario que todo eso acontece pese se diga y se informa que la ley estatal China parece como bastante dura contra quienes se apropian indebidamente de los recursos del Estado.

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