Más allá del debate moral de las sanciones a la república (que debemos separarlas en el análisis de las sanciones personales) nos debemos un análisis político práctico sobre la eficiencia de las mismas.
Algunas corrientes opositoras asumen que "solo las sanciones obligan al gobierno a negociar".
Bajo esta lógica, el poder de negociación lo tienen potencias extranjeras y no los ciudadanos.
Veamos algunas consecuencias:
1. Las sanciones incrementan la crisis nacional (que ya existía antes de las mismas), lo que genera migración, especialmente de la juventud y de profesionales.
2. La crisis obliga a los ciudadanos a dedicarse a la supervivencia.
3. La crisis incrementa el poder del gobierno sobre los ciudadanos con el control de los escasos recursos que reparte como forma de biopolítica.
4. La crisis incrementa la corrupción y la destrucción del estado de derecho, aumentando la indefensión de los ciudadanos. Igualmente se incrementan las bandas delictivas, mafias, reyezuelos, atropellos, y por tanto, incrementa el miedo en la ciudadanía.
5. Aumenta la destrucción del tejido social, de las organizaciones sociales que luchan, pues el Pueblo anda en un "sálvese quien pueda" en medio de una creciente Ley de la Selva.
6. Ya el gobierno pasó la peor parte de las sanciones y sobrevivió. Sino cedió antes, ahora menos.
7. El gobierno usa las sanciones narrativamente para externalizar responsabilidades en el desastre económico, y ahora que echa para atrás las medidas económicas que destruyeron la economía, quedará en su narrativa que "derrotaron las sanciones" y que fueron ellas las causante de la crisis.
8. Esto último es un discurso comprable pues el gobierno se adaptó a los cambios del entorno modificando políticas económicas hacia la derecha, mientras la oposición no se ha adaptado aún a los cambios y permanece con la misma estrategia de "asfixia" al gobierno, que no funcionó.
9. El discurso de las sanciones y la agresión imperialista mantiene unida a la coalición dominante con sus bases pues supuestamente "están en resistencia contra quienes destruyen la nación desde afuera". Si no hubiese sanciones, tendrían que asumir íntegramente la responsabilidad del desastre económico que han causado
10. El gobierno es indolente. Lo que le pase al Pueblo es absolutamente secundario mientras se mantengan en el poder.
11. Finalmente, es moralmente condenable, además de un atajo, que se pretenda ahorcar al Pueblo para que "estalle y saque a Maduro" ¿Cómo no va a desconfiar el Pueblo del liderazgo opositor que apoya las sanciones?
Lo correcto ética y políticamente es levantar las sanciones y dejar en manos de Maduro este caos. Demostrar que su gobierno es el responsable.
Y sobre todo, asumir que el Gobierno sólo negociará si hay suficiente organización masiva luchando por sus derechos.
Allí está el poder democrático.
En el fondo es un problema de dirección:
1. Se caracteriza mal la crisis, las fuerzas propias, del adversario, los aliados y las contradicciones internas.
2. Se insiste en una estrategia fracasada.
3. No hay conducción democrática que corrija errores, aumentando el aislamiento del liderazgo opositor, y se imponen sectarismos moralistas como "yo no me siento con..., Yo no reconozco a...."
En concreto, se debe dejar de colocar el centro de gravedad de la lucha en el extranjero y apostar más al Pueblo, a su organización, a su unidad, al trabajo de base, a luchar codo a codo por sus problemas concretos y dejar atrás la "lucha" de rrss, de cumbres, de viajes y de ficciones.