Sigo con el robo inglés de nuestro Esequibo.
El corredor de límites y sembrador de pilotes es un alemán, hijo de predicador, agricultor y comerciante poco exitoso en Virginia y en las islas Vírgenes, convertido luego en botánico y en geógrafo. Se llama Robert Hermann Schomburgk y fue el que tuvo a su cargo la delimitación de las fronteras, no siempre muy claras, de la Guayana inglesa. Había escrito antes un informe sobre las islas Vírgenes que impresionó por su calidad a la Real Sociedad Geográfica londinense; y ésta, por recomendación de Humboldt, lo envió en 1835 a la reciente colonia británica de Guayana a hacer estudios de botánica y de geografía.
Entregado al servicio de Inglaterra y ansioso de obtener la ciudadanía británica, Schomburgk vuelve en 1839 a Londres con un estudio geográfico sobre Guayana y un nenúfar gigante que descubrió por casualidad en 1837 en un pantano selvático guayanés y que ha dedicado a la reina Victoria bautizándolo como Victoria regia. Satisfecha, la Real Sociedad Geográfica lo envía de nuevo a Guayana en 1840 a definir los límites de la colonia inglesa con Venezuela; y aprovechando las imprecisiones y la escasa población del territorio esequibo venezolano, empieza a desconocer los derechos de Venezuela sobre ese territorio. Y en los límites que le asigna a la hipertrofiada Guayana inglesa, incluye no sólo todo el territorio esequibo venezolano y una buena tajada de la propia Guayana venezolana, sino que lleva el límite septentrional de la expandida colonia inglesa hasta la punta Barima y las bocas del Orinoco, fijando en aguas del río pilotes y marcadores con la corona inglesa y la figura de la reina. Esta vez lo que le ofrece Schomburgk a Victoria no es un nenúfar gigante sino un gigantesco territorio ajeno. Ha corrido los límites guayaneses con toda libertad a expensas del casi despoblado territorio esequibo venezolano y desencadenando así el problema limítrofe de Venezuela con el Imperio colonial inglés. Como es de suponer, Schomburgk es premiado con honores a su regreso a Londres en 1842; la Real Sociedad Geográfica lo felicita por su trabajo; publica su libro Description of the British Guiana; se le concede la ciudadanía británica; Victoria le otorga un título de nobleza en 1845, y pronto entra a formar parte del servicio diplomático británico.
El defensor de Venezuela fue Alejo Fortique.
Aunque hubo indicios tempranos, en tiempos de la Gran Colombia, de que Inglaterra estaba ya ocupando territorio esequibo venezolano, y el embajador de entonces en Londres, José Rafael Revenga, por orden de Bolívar hizo un reclamo a Inglaterra en 1822, la cosa no pasó de allí. Y fue Alejo Fortique quien tuvo a su cargo librar la primera gran batalla que llevó a cabo el gobierno venezolano apenas se tuvo conocimiento en Venezuela del resultado de la actividad de Schomburgk. Fortique, reconocido abogado, político y diplomático venezolano, es desde 1839 ministro plenipotenciario de Venezuela ante la Gran Bretaña, ocupado por cierto de resolver diversos problemas relativos a deuda y tratados con Inglaterra, y hasta de reconocimiento de la independencia venezolana por el gobierno español. Sobrecargado de trabajo, porque no cuenta con un secretario permanente que lo ayude, Fortique asume el problema y mediante un esfuerzo sostenido y una tenacidad admirable logra que Lord Aberdeen, el Ministro de Exteriores británico, acepte formalmente su reclamación y le asegure (lo que era mentira) que los pilotes de Schomburgk en Punta Barima no constituían un límite definitivo y podían ser discutidos cuando se discutiera un ulterior tratado de límites entre ambos países. Lo mismo dijo en Caracas O´Leary, que ya no era edecán de Bolívar sino embajador de Gran Bretaña. Pero al menos Fortique logra que Aberdeen acepte quitar los pilotes y marcadores de la desembocadura del Orinoco ordenando al gobernador guayanés que así lo haga.
Pero agotado por su inmenso y solitario trabajo, Fortique enferma y muere en 1845. No hay más discusión; y después de un acuerdo firmado en Caracas entre el representante diplomático británico y el ministro de exteriores de Venezuela, Inglaterra da por congelado el problema en 1850. Es la primera congelación del diferendo; y desde entonces no hay más protestas de Venezuela ni se intenta por ninguna de las dos partes presentar proyectos de delimitación de territorios en Guayana.
Y es que en Venezuela se ha venido incubando una profunda crisis política y social. A los gobiernos conservadores de Páez y Soublette en los años cuarenta, suceden en los cincuenta los gobiernos liberales de los Monagas en los que la crisis se precipita y lleva al estallido de la sangrienta Guerra federal. Venezuela no se ocupa en esos años de la Guayana inglesa ni del Esequibo y es sólo después de la Guerra federal que empieza a retomar el tema. El gobierno de Falcón envía en 1866 a Guzmán Blanco a Europa a contratar un empréstito y a reanudar conversaciones con Gran Bretaña sobre el tema guayanés. Guzmán negocia el cuestionado empréstito, pero no encuentra ocasión de retomar el tema con los ingleses. Y sólo lo retoma en varias ocasiones durante las dos décadas siguientes, las de los setenta y ochenta, en las que gobierna en forma autoritaria el país, ya sea actuando como presidente, ya sea haciéndose nombrar ministro plenipotenciario en Europa en los intervalos entre sus sucesivas presidencias.
Pero como el asunto de los límites había quedado abierto desde 1850, los ingleses han seguido ocupando y poblando el territorio usurpado en el Esequibo mientras Venezuela, dominada por su drama interno, no hacía nada y ni siquiera intentaba ocupar su propio territorio esequibo. Ya desde 1777, al constituirse la Capitanía General de Venezuela, España había señalado que el territorio de ese lado del Esequibo era venezolano, pero que no pensaba poblarlo. Es decir, que el territorio estaba prácticamente libre, Venezuela nunca lo ocupó, porque al parecer no había venezolanos interesados en poblarlo ni gobierno que intentara interesarlos en ello. Mientras tanto, los ingleses lo seguían explorando, y sobre todo ocupándolo, con pobladores traídos de sus colonias asiáticas y africanas.
Así, el territorio de la Guayana inglesa sigue aumentando silenciosamente a diario a expensas de Venezuela. El límite occidental trazado por Schomburgk, que terminó siendo conocido como Línea Schomburgk, había sido ampliado luego de que éste dejara Guayana. De modo que, si inicialmente abarcaba cincuenta mil millas de territorio venezolano, fue llevado mediante esos avances hasta ochenta mil millas, lo que significaba que el límite Schomburgk entraba abiertamente en nuevas zonas de la Guayana venezolana. Porque esas treinta mil millas nuevas empezaban a abarcar las cercanías de Upata y parte de las minas de oro de El Callao, que desde la segunda mitad de esos mismos años cuarenta estaban en plena explotación de la riqueza aurífera guayanesa; y reafirmaban más al norte la ilegal propiedad británica de las bocas del Orinoco. Cerca de Punta Barima se denuncia la instalación de una garita con bandera británica mientras barcos ingleses empiezan a hacerse ver abiertamente en el canal principal del gran río, y también en el vecino Caroní. Los ingleses instalan empresas en la Guayana venezolana y empiezan a tratar amistosamente con los indígenas guayaneses intentando ganarse su apoyo para basar en él su dominio sobre el territorio venezolano. Como puede verse, se trataba de un proyecto colonial en forma. Y es que todo el ambicioso plan colonizador británico de apoderarse de Trinidad, Guayana, el Caroní y el Orinoco, viene del tiempo de la colonia española, y tuvo como promotor y primer protagonista a Walter Raleigh.
Seguiremos en un próximo artículo.
Tomado del diario Últimas Noticias.