Estados Unidos, a través de sus voceros, ha hecho saber al gobierno de Venezuela que si no negocia pronto con la oposición habrá de radicalizar aún más las sanciones que pesan sobre el país suramericano. El país del norte antes disimulaba cuando hacía sus fechorías, pero, en este caso, no ha habido disimulo alguno.
De hecho, lo que están haciendo es decirle al presidente que o hace lo que ellos quieren ya, o el pueblo venezolano va a pagar las consecuencias de su desobediencia al amo.
Tal vez en reuniones que se han dado con el gobierno del presidente Maduro, Estados Unidos haya enseñado la zanaholria, pero, en este caso, están claramente enseñando el garrote y, además, lo anuncian al mundo sin ningún desparpajo.
La nación del norte está urgida de petróleo y el resto de lo que llaman "Occidente" también; es por eso que se ven obligados a buscas una aceleración de las negociaciones entre sus representantes (la oposición) y el gobierno venezolano. A fin de cuentas, de lo que se trata es de volver a controlar los recursos naturales venezolanos lo más pronto posible. Si no entregamos nuestros recursos nos lo van a hacer pagar.
La reacción del gobierno venezolano ha sido digna, no ha aceptado la amenaza y apuesta por el establecimiento de un mundo pluripolar. Mientras tanto, los venezolanos vemos cómo asoman la cabeza los mismos "cuadros" opositores para una eventual candidatura presidencial, lo cual demuestra que no han aprendido nada del pasado. Su propia necesidad y atomización les pasará factura.
Lo cierto es que todos los acontecimientos, tanto en Venezuela como a nivel mundial, aconsejan buscar alianzas con otros países que no estén sometidos al gigante del norte. No hacerlo de esa manera sería un suicidio económico social. El mundo está entrando en otra era, cada vez es más difícil que se sostenga el actual panorama de un hegemón rigiendo al mundo; además de que es un hegemón muy mal herido con problemas internos que parecen ya ser permanentes.