Señores ingleses: Las Malvunas son argentinas y el Esequibo venezolano

Viernes, 13/10/2023 04:54 AM

Tres de Enero de 1833 y Tres de Octubre de 1899, dos fechas que   resalto, porque pasaran a la deplorable historia del la conducta colonialista del Reino de La  Gran Bretaña e Irlanda del Norte particularmente nefastas, en el caso de la Repúblicas de Argentina y Venezuela, que exigen una reivindicación territorial por el despojo a que han sido sometidas por la fuerza de su imperio (Poder Militar) y por la extorsión (Laudo Írrito), como fue en nuestro caso.

En efecto, en enero de 1833, parte integrante del Territorio Argentino, fueron ilegalmente ocupadas por las fuerzas británicas, desalojando en forma compulsiva a la población y a las Autoridades argentinas que allí establecidas legalmente. Así se despojó a la Argentina de las Islas Malvinas

Y el Tres de Octubre de 1899,  El Laudo Arbitral de París, cuya sentencia se basó en la extorsión y la amenaza (Ergo, Memorándum de Severo Mallet Prevost), sin la presencia de abogados venezolanos, porque Inglaterra nos calificaba de pueblos semi-bárbaros, mestizos, indignos de disputar con “honorables”, lords (lores) ingleses y se negaban a sentase al lado de no gentes, como nos consideraban. Así se despojó a Venezuela, de 159.500 Km2 aproximadamente, que le correspondían por formar parte integral de la Capitanía General de Venezuela, heredada por nuestro país, luego de su independencia.

Tanto Argentina como Venezuela, respondieron de inmediato frente al despojo de que estaban siendo objeto y denunciaron: Argentina el acto de fuerza ilegal y en el caso de Venezuela  denuncio vicios de nulidad en la Sentencia Arbitral, formalizada posteriormente, ante la Organización de las Naciones Unidas.

Históricamente, ambos países han denunciado en forma sistemática el despojo así como se han opuesto a que en los territorios reclamados se inicien medidas unilaterales como el desarrollo de algunas actividades de explotación a los recursos naturales, que sólo buscan consolidar una posesión ilegal, al margen del diálogo necesario para resolver las controversias.

En ambos casos, Tanto Inglaterra  como  Guyana han violado resoluciones específicas  de la Organización de las Naciones Unidas que impiden en caso de estas controversias, que unilateralmente, se realicen explotaciones de recursos naturales y mucho menos se instalen bases militares que a todas luces, constituirían una amenaza para toda nuestra región.

Ambos países, Argentina y Venezuela, en el marco y fundamento de sus  respectivos reclamos han invocado el Uti Possidetis Jure, figura jurídica donde se definía claramente: QUE LAS ANTIGUAS POSESIONES COLONIALES PASABAN A FORMAR PARTE DEL TERRITORIO DE LAS NUEVAS NACIONES INDEPENDIENTES.

En Ambos casos, tanto Inglaterra como su antigua colonia, Guyana, (no hay dudas que Inglaterra está detrás del caso de Venezuela), han violado flagrantemente sistemáticas resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas que estableces la necesidad de lograr acuerdos convenidos y pacíficos en este tipo de controversias territoriales, así como la prohibición de hacer desarrollos unilaterales para la explotación de los recursos naturales que allí subsisten mientras persistan las reclamaciones y no se haya formalizado un acuerdo entre las partes en litigio.

En ambos casos se han violado resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas: Inglaterra, en las Malvinas, realizando perforaciones  en busca de petróleo y otras actividades  y Guyana dándole concesiones a empresas transnacionales norteamericanas, explotadoras del petróleo, que además pretenden avivar la controversia para pescar en rio revuelto.  El apetito voraz por la energía revive la otrora ansias colonialistas de la Gran Bretaña y de los Estados Unidos de Norteamérica, que actúan como verdaderos Piratas del  Siglo XXI. En el caso de Guyana lo que le darán son las migajas después del reparto que se hagan las transnacionales. 

Ambos países  deben tener una estrategia común, para en forma conjunta hacer valer sus derechos ante los organismos internacionales y regionales así como denunciar ante el mundo el despojo al que han sido sometidos y que pretenden continuar consolidando, desobedeciendo las orientaciones de la ONU  y de cualquier organización o país que abogue por resolución pacífica y negociada de las controversias susodichas. “Detrás de cada conflicto, si  se rasca un poco, aflora la codicia de las materias primas” J.E. Galán

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