A los pueblos, a todos los pueblos, les llegan momentos que marcan su existencia independientemente de que tengan plena conciencia de que esos momentos definen el curso de sus vidas por generaciones, impactando incluso otras naciones y pueblos. Nuestra gesta de independencia es un magnífico ejemplo de ello; un momento en el cual las voluntades se unen y transforman el curso histórico iniciando la construcción del porvenir, generalmente un proyecto lleno de promesas, de esperanzas, más allá de las incertidumbres que todo lo nuevo trae asociadas.
Hoy en Venezuela eso justamente es lo que está ocurriendo en materia del Esequibo. Mas allá de los errores, omisiones, ineptitudes y complicidades en negocios de jugosos dividendos por parte de diferentes gobiernos y grupos de poder que no podemos, al final, dudar en calificar de TRAICIÓN A LA PATRIA, la pregunta que cada venezolano así como cada hombre o mujer, ciudadano del mundo que se sienta libre de ataduras debe hacerse es: ¿podemos simplemente dejar que las cosas sucedan, que el despojo se produzca, sin que una fibra de justicia de nuestros seres se rebele, se manifieste y, en definitiva se disponga a hacer algo para impedirlo?
La justicia del reclamo de Venezuela está documentalmente demostrada desde el momento mismo de la independencia cuando el pueblo movilizado venció a la gran potencia del momento y fue hasta 1966 cuando se formalizó entre naciones soberanas e iguales, el carácter del mismo. Por si fuera poco, también está demostrada documentalmente (y día por día se producen nuevos documentos y evidencias) la enorme red de negociados cómplices entre el gobierno de Guyana y otros del Caribe (lamentablemente gobiernos de países a los cuales Venezuela ha atendido como verdaderos amigos y hermanos), las empresas petroleras e intereses de grandes potencias a las cuales, como parte del mundo capitalista neoliberal y su razón de ser, sólo los mueve la ganancia pura y simple sin importar ni siquiera que en los negocios que se proponen, la humanidad se está jugando la existencia, por la velocidad con la cual se está destruyendo el ambiente planetario.
Es verdad que el gobierno de Nicolás Maduro y FEDECAMARAS pretende utilizar el referéndum para fines fundamentalmente electoreros pero también es una verdad el que la diligencia por parte de los venezolanos yendo a votar en él, yendo a defender a la Patria en el terreno que haga falta, puede ayudar a elevar la conciencia de los pueblos y de muchos gobiernos del mundo acerca de nuestra voluntad y disposición y de la necesidad de buscar un arreglo pacífico y justo al problema del Esequibo, en el marco de los acuerdos de Ginebra de 1966.
Por mi parte, habiendo transcurrido ya una buena parte de mi vida dentro de una misma línea de comportamiento, de ninguna manera me permitiría traicionar la memoria de mi viejo y que mis hijos o mis nietos puedan señalarme que se perdió la Patria y no hice nada para evitarlo.
Por eso, por ahora, haré lo que en este momento puedo hacer: defender a la Patria con ese voto en el Referéndum, pero, frente a los imperios y los traidores, a la hora de una invasión, estoy dispuesto a todo lo demás como estoy seguro ocurre con la mayoría de los venezolanos, tal como ocurrió durante la independencia.