Desde nuestra concepción categorial de la Salud Mental Colectiva y Decolonial, como el encuentro entre tres grandes subjetividades: la subjetividad del Ser, la intersubjetividad del Amar y la intersubjetividad del Tener-Estar, que en el devenir histórico como colectivo y el biográfico como personas, nos movemos en el polo del bienestar subjetivo al sentirnos integrados a la sociedad donde nacimos o residimos, somos felices con la calidad y cantidad de interacciones, relaciones sociales y vínculos afectivos que hemos establecido y estamos satisfechos en el territorio donde se desenvuelve nuestra cotidianidad o el polo del malestar subjetivo, al sentirnos excluidos y aislados de la sociedad donde nacimos y residimos, estar infelices e insatisfechos por la escasa cantidad y calidad de nuestras interacciones, relaciones sociales y vínculos afectivos y las precariedades e insuficiencias del territorio donde se desenvuelve nuestra cotidianidad. De manera tal que, gozamos de buena o no tan buena salud mental, quienes nacimos y pertenecemos a los territorios de Abya Yala como parte del Sur Global.
Además tenemos la impronta de ser pueblos conquistados, colonizados y colonializados aún hoy, colonialidad como cara oculta de una modernidad occidental y capitalista (Walter Mignolo, 2005) que nos encubrió desde 1492, no reconociéndonos como seres humanos, subalternizándonos e inferiorizándonos (Enrique Dussel, 1994), mediante la alienación ideológica de falsa conciencia.
Luego de 24 años del nuevo siglo y milenio, debemos revisar y reflexionar a profundidad, si es posible el tan ansiado propósito de toda humanidad de no solo ser libres personal y colectivamente en la sociedad actual en la que nos corresponde vivir, han pasado bajo los puentes del poder del conocimiento y del ser, muchos y valiosos aportes teóricos desde diversas disciplinas científicas, revoluciones sociopolíticas, crisis periódicas del capitalismo y pareciera que se hace cada vez más inalcanzable esa ansiada Libertad. ¿Las teorías políticas, económicas y sociales son de alcance limitado en sus explicaciones, comprensiones y propuestas o se hicieron obsoletas rápidamente? ¿Las revoluciones han sido equivocadas, o desviadas de su propósito fundamental de alcanzar la libertad y bienestar para todxs, sin distingo de nacionalidad, etnia o religión, por intereses perversos singulares, colectivos o corporativos? ¿El Capitalismo y sus crisis periódicas superadas, indican que estamos equivocados, que hay capitalismo para rato? Estas son algunas de los interrogantes a los que intentaremos aproximarnos, sin intentar agotarlos, en los párrafos que siguen, al relacionar nuestra concepción categorial de la Salud Mental Colectiva y Decolonialidad, con la Teoría de la Colonialidad, el Capitalismo Cognitivo y la Psicopolítica de Byung Chul Han
En lo que va de este siglo y milenio el filósofo surcoreano Byung Chul Han, que desde mi perspectiva es un filósofo de la subjetividad, con sus ideas innovadoras, por demás angustiantes, pero, pertinentes y actualizados planteamientos en sus obras, nos invita a una reflexión personal y colectivamente, sobre el futuro de nosotros como humanidad.
Para Han, la Psicopolítica es una nueva forma de poder político y económico, como prácticas de poder que actúan sobre la mente y las emociones, es una forma de control social que explota las subjetividades. La Salud Mental Colectiva, trata de develar cómo las personas internalizan y normalizan ciertos valores y expectativas sociales, a través de la colonialidad del ser, sin cuestionarlas. La psicopolítica es un poder sutil que explota la productividad, el rendimiento y la autoexplotación, afectando la salud mental de las personas al incentivar un estado de competencia y autoevaluación constantes. Esta colonialidad del ser, impone ideales y estándares externos a las personas, quienes sienten la necesidad de adaptarse a ellos, sin reflexión alguna, como hiperindividuación de la libertad, convirtiendo la metáfora ideal de Hegel del Amo y el Esclavo, no en un par dialéctico y en contradicción, sino en una singularidad y contradicción del sí mismo, ya la dominación no viene de fuera, sino desde mi interior, no es una contradicción compartida, es una autocontradicción que me responsabiliza como “individuo”, un triunfo del individualismo del capitalismo, sobre la concepción de persona o sujeto, usted es el responsable de su alienación ideológica, de su autoexplotación, usted es su amo y esclavo, su fuerza de trabajo es su psique, al servicio del mercado y el capital, usted es su propio jefe, que produce rinde y se autoexplota, desde la individualidad singular sutil y seductora, que traslada responsabilidades, injusticias y exclusiones del modelo capitalista neoliberal, a los sujetos, los cuales no se dan cuenta que está exonerando al capital de su responsabilidad histórica de explotación.
Por otro lado, el capitalismo cognitivo se centra en la economía del conocimiento y de la información, donde el capital explota la creatividad, conocimiento y afecto humano como valor de uso, para mediante la autoexplotación generar valor de cambio. Es transmutar la producción cultural de la humanidad, en valor de cambio, mercancía. En esta economía política capitalista, el trabajo ya no es sólo físico, sino mental y emocional. Han describe cómo, en esta era, las personas se convierten en “empresarios de sí mismos”, promoviendo una autogestión constante que se traduce en autoexplotación. La psicopolítica y el capitalismo cognitivo coinciden en la idea de que el poder ya no se impone mediante coerción, sino que seduce y explota la autopercepción del sujeto como libre y autónomo. Este proceso capitaliza las emociones y el bienestar, promoviendo un sentido de constante optimización personal como requisito para participar “individualmente” en la economía, porque para el capital la producción, el lucro y el éxito son individuales.
Colonialidad, capitalismo cognitivo y subjetividad actúan en un contexto que el capitalismo cognitivo y la psicopolítica redefinen la explotación. La colonialidad impuso una estructura jerárquica que sigue afectando cómo los pueblos de diferentes culturas se autovaloran. El capitalismo cognitivo retoma esta explotación, focalizándose en la intelectualidad y creatividad, la psicopolítica refina el control en niveles de autopercepción y autoexplotación, lo que refuerza aún más la alienación.
La colonialidad, impone estructuras de poder, académicas y un autoconcepto de subalternización e inferiorización, a través del no reconocimiento del “otro”, una subalternización e inferiorización que el capitalismo cognitivo moderniza y adapta a sus necesidades productivas. El sujeto subalternizado, inferiorizado y no reconocido puede percibir su desarrollo y felicidad en términos de productividad, con estándares que no son propios y que mantienen una estructura de dependencia mental y emocional con el capital y el mercado.
Todas estas situaciones revelan una cadena de dominación que ha evolucionado desde la opresión colonial tradicional y la colonialidad, hacia una autoexplotación "voluntaria" en el capitalismo contemporáneo. La colonialidad estableció y establece un marco de opresión que se integra en el capitalismo cognitivo, mientras la psicopolítica de Han permite entender cómo estos poderes han llegado a integrarse en la identidad misma de los sujetos, que se perciben como libres mientras actúan “inconscientemente” funcionalmente a estructuras de poder imperial y al servicio del capital y el mercado.
Son muchas las reflexiones que tenemos que hacer, para ver la luz y salidas al final del oscuro laberinto geopolítico de intereses de minorías poderosas, sobre la grandes mayorías, que seguimos esperando soluciones político ideológicas cada vez más desdibujadas, brumosas y en franca disolución desde supuestos “Estados-Naciones fuertes y autoritarios, con serios descalabros ético políticos y morales que parecieran incontrolables y anuncian su fin.