Columna de Juan Martorano Edición 278

Planes militares por parte de Venezuela para recuperar la Guayana Esequiba (II)

Lunes, 16/12/2024 07:01 AM

Como lo indicamos en entregas precedentes, nos referiremos a un trabajo realizado por Guillermo Guzmán Mirabal titulado: “Del Acuerdo de Ginebra a la Rebelión del Rupununi” que aparece desde la página 40 a la 69 del Boletín de la Academia Nacional de la Historia N° 394 de abril-junio de 2016, donde se detalla sobre estas operaciones y acciones poco conocidas en este sentido.

     Desde el mismo momento en que se conoce el Laudo Arbitral (y arbitrario a nuestro juicio) de París del 3 de octubre de 1899, la recuperación de nuestra Guayana Esequiba ha permanecido en el ideario de las venezolanas y los venezolanos. Tímidamente en un principio, y luego con más ahínco, debido a la aparición de nuevos elementos que hicieron ver que Venezuela fue injustamente despojada de una quinta parte de su territorio, por lo que nuestra Cancillería fue trabajando para tratar de revertir las resultas de este Laudo.

Guzmán Mirabal nos señala que con el establecimiento de la democracia en 1958 se dio un vigoroso empuje a esta búsqueda. La llegada de Rómulo Betancourt a la Presidencia de la República impulsó una vigorosa y nueva política con respecto a los límites con la entonces Guayana Inglesa que incluía, como elemento fundamental, la búsqueda de sustentos documentales que apoyaran la reclamación venezolana. Parte de ese impulso sería orquestado por Ignacio Iribarren Borges, entonces embajador de Venezuela ante la Gran Bretaña durante el quinquenio 1959-1964, quien coordinó un equipo de investigadores, algunos de ellos reputados historiadores venezolanos, que buscaron por toda Europa y América documentos que dieran soporte a las demandas venezolanas.

La llegada de Raúl Leoni a la Primera Magistratura del país para el período 1964-1969, y el nombramiento de Iribarren Borges como Canciller, dieron engranaje a un equipo en la Cancillería venezolana cuyas piezas esperaban el impulso decisivo para lograr una solución definitiva al asunto de los límites con la entonces Guayana Inglesa. Esa política del Estado venezolano, cuyo nacimiento corre con el nacimiento de la joven democracia, finalmente desemboca, en el segundo quinquenio de Acción Democrática en el poder, en la firma del Acuerdo de Ginebra el 17 de febrero de 1966. Sin duda que este documento le dará el reconocimiento a nuestra reclamación, negada hasta ese entonces por la Gran Bretaña, y sentó las bases para la resolución de esta controversia. El tratado abrió un compás de cuatro años para las negociaciones bilaterales, a través de una Comisión Mixta, tiempo que aprovechó Venezuela para emprender una serie de acciones tendientes a la recuperación del territorio despojado, dentro y fuera de lo previsto del mencionado Acuerdo. En el marco del mismo, Venezuela propondrá, entre otras opciones, políticas de desarrollo conjunto del territorio en disputa. En paralelo, y al margen del Acuerdo, la Cancillería desarrollará planes y acciones concretas a fin de presionar a la entonces recién independiente República Cooperativa de Guyana, para lograr la solución definitiva a esta disputa territorial. Algunas de esas acciones incluían operaciones que conllevarían a la utilización de vías de hecho para recuperar la totalidad de ese territorio, o parte de éste. La ocupación de la isla de Anacoco el 12 de octubre de 1966 y la declaración del Mar Territorial en julio de 1968 forman parte de esas acciones. Igualmente lo será el apoyo en la preparación de lo que se conoció como la rebelión o revuelta del Rupununi del 2 de enero de 1969 y del que el próximo año se cumplirán 56 años. De ello nos referiremos más adelante.

Sin embargo, la política venezolana hacia la Guayana Esequiba va a cambiar radicalmente a raíz del resultado de las elecciones de diciembre de 1968. Acción Democrática, partido gobernante en ese entonces, pierde las elecciones, obteniendo el triunfo Rafael Caldera de la mano del partido COPEI. La llegada de ese gobierno marcó un claro en las políticas de presión empleadas hasta ese entonces hacia Guyana. Ese cambio llevó a la firma, en 1970, del Protocolo de Puerto España, que congeló la disputa por 12 años, por lo que buena parte de los esfuerzos emprendidos por nuestra Cancillería desde 1959 se perdieron de esa forma.

Cabe destacar que esos años transcurrieron en el marco de la Guerra Fría, juego geopolítico que envolvía a todos los rincones del mundo en ese entonces. Puertas adentro, el gobierno venezolano tomó la bandera nacionalista para el rescate de la frontera esequibana como punto de unión en el país frente a lo que se consideraban fuerzas que amenazaban a la joven democracia, bajo el epíteto de “castro-comunismo”, encarnado en la lucha guerrillera de entonces. De cara al vecindario, la descolonización invirtió el papel que Venezuela había tenido hasta el momento: de pequeño y pobre país víctima de un despojo territorial por la imperial Gran Bretaña, desde entonces ostentamos la imagen de poderoso país petrolero que arremete contra una paupérrima Guyana recién emancipada.

Por ello que la investigación de Guzmán Mirabal nos ayuda al estudio de las acciones emprendidas por la Cancillería venezolana bajo el gobierno de Raúl Leoni con relación al reclamo territorial de la Guayana Esequiba, desde la firma del Acuerdo de Ginebra hasta la Rebelión del Rupununi en enero de 1969 como hemos indicado, que coincide con la elección y la transición hacia el primer gobierno de Rafael Caldera.

Interesante investigación, puesto que Guzmán Mirabal en 2016 y nosotros ahora, en esta culminación del año 2024, se basa en documentos del archivo personal nada más y nada menos que del ex embajador y ex canciller Ignacio Iribarren Borges, actor principalísimo de los hechos que a continuación vamos a estudiar. Estamos indicando materiales, inéditos en su totalidad, que nos revelarán toda una serie de hechos y situaciones poco conocidas y hasta de situaciones desatendidas hasta ahora, que nos permitirán una lectura novedosa el episodio o de los episodios que intentaron reactivar la disputa territorial sobre la Guayana Esequiba, revelando posturas internas de nuestra Cancillería y señalando hasta donde estaba dispuesta a llegar el gobierno de entonces en su empeño por recuperar el territorio que nos arrebató la Gran Bretaña.

Los planes venezolanos.

Guzmán Mirabal en su investigación nos remonta a la primera reunión del Comité de Ministros para la cuestión limítrofe de Guayana que se celebró en el salón de conferencias de nuestra cancillería el 27 de julio de 1965, con la asistencia de Ignacio Iribarren Borges, entonces canciller, Leopoldo Sucre Figarella, Ministro de Obras Públicas; Ramón EscobarSalom, Ministro de Justicia; Manuel Pérez Guerrero, Ministro de Minas eHidrocarburos; General Franz Rísquez Iribarren, en representación del Ministrode la Defensa; Blas Pérez Ferrás, Director de la Dirección Especial de Guayana y los expertos PP. Hermann González Oropeza S.J. y Pablo Ojer S.J. La finalidad de la creación de este comité interministerial era la de coordinar acciones tendientes a propiciar la recuperación del territorio Esequibo. El 16 de noviembre de ese año, nuestra cancillería, en un documento rotulado como Confidencial, expresa lo siguiente:

La Cancillería en anteriores ocasiones ha expresado la necesidad de desarrollar un plan conjunto interministerial para lograr tres objetivos fundamentales:

1.       Presionar económica, diplomática y militarmente a Gran Bretaña y a Guayana Británica.

2.       Robustecer la presencia venezolana en la actual zona fronteriza fijada por el mal llamado Laudo de 1899.

3.       Captar el apoyo y respaldo de la población de la Guayana Esequiba a favor de su anexión a Venezuela.

Este documento expresa que para iniciar una acción inmediata sobre esta “frontera” habría que contar primordialmente con las entonces Fuerzas Armadas, pero las presiones y estímulos económicos, y los planes de penetración venezolana en la Guayana Británica, deberían involucrar los Ministerios de Minas, Fomento, Obras Públicas, Sanidad, Agricultura y Cría y Justicia.

Consideraciones previas al Acuerdo de Ginebra.

Como nos lo recuerda Guzmán Mirabal en su investigación, el 17 de febrero de 1966 se firma en Ginebra, Suiza, el Acuerdo entre la entonces República de Venezuela y el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, en consulta con el gobierno de la entonces Guayana Británica. El referido Acuerdo fue aprobado por el Congreso de aquel entonces el 13 de abril de ese mismo año y dos días después el Presidente Leoni le dio su ratificación ejecutiva y publicándolo en la Gaceta Oficial N° 28.088 del 15 de abril de 1966.

Pero señala Guzmán Mirabal que el 25 de enero de 1966, tres semanas antes de la firma del Acuerdo de Ginebra que el Canciller Iribarren Borges circuló en el Consejo de Ministros un memorándum en el cual dio a conocer las impresiones de su despacho sobre las posibilidades de lograr algún avance en las negociaciones sobre el territorio Esequibo:

La Cancillería cree haber utilizado todos los medios diplomáticos eficaces para lograr entre 1962 y 1965 la resurrección de un reclamo territorial que había sido enterrado por 60 años.

Pero al mismo tiempo considera que ha llegado al límite de sus posibilidades. Solo la aplicación de otros medios propuestos por la Cancillería, o algunos similares, podrían abrir un camino al éxito, o por lo menos garantizaría la acción diplomática”.

Iribarren señala o por lo menos lo insinúa de acuerdo a este documento, que hay que recurrir a medios de acción distintos a los empleados hasta ese momento para continuar con el reclamo territorial, que sirvan de soporte al ámbito diplomático.

A dos años de la firma del Acuerdo de Ginebra.

Transcurridos casi dos años de la firma del Acuerdo de Ginebra, Venezuela tiene una visión más clara de las ventajas prácticas que ha aportado este instrumento. En febrero de 1968, en el Memorándum explicativo de la Sub Comisión de Expertos, se ahonda en la postura de la Cancillería con referencia a esta reclamación: “Nunca pensó la Cancillería que por medios puramente diplomáticos pudiera solucionarse satisfactoriamente el conflicto. La historia enseña que ninguna recuperación territorial se ha logrado por la simple vía diplomática”. (Destacado y subrayado del articulista).

La Cancillería asume, así pues, que por la simple vía diplomática no es posible resolver la disputa territorial con Guyana y que, por lo tanto, se deben buscar escenarios distintos que le permitan a Venezuela recuperar el territorio reclamado. Es por ello, que se vuelve a plantear, lo que a pocas semanas de la firma del Acuerdo de Ginebra se había proyectado en Consejo de Ministros, como lo es la posibilidad de aplicar acciones distintas a las diplomáticas para robustecer y vigorizar la reclamación.

En otro memorándum, la Cancillería apunta a tres objetivos que se lograron con la firma del Acuerdo:

El Acuerdo de Ginebra y la Comisión Mixta que se creó se vieron desde el primer momento como un medio para alcanzar los siguientes objetivos: 1.- Lograr de parte de Guyana desde su independencia, el reconocimiento formal de la existencia de la controversia territorial; 2.- Dar a Venezuela en caso de incumplimiento o intransigencia de parte de Guyana de elementos justificativos para el eventual recurso de vías de hecho; a tal efecto se dispone de las piezas documentales necesarias que integrarían el Libro Blanco Ad-Hoc; y 3.- Dar a Venezuela tiempo para realizar los preparativos necesarios para imponer una solución definitiva del problema”.

Estas fueron las ventajas que para la Cancillería ha supuesto la firma del Acuerdo.

Con referencia al rol de la Comisión Mixta, el referido informe señala que:

Es evidente que dada la composición paritaria de la Comisión Mixta no se puede esperar que del simple intercambio de argumentaciones se vaya a producir entendimiento alguno, tratándose de una materia en la que, en el plano histórico-jurídico no caben sino posiciones extremas y contradictorias: la de Venezuela que afirma la nulidad del Laudo de 1899 y la de Guyana que mantiene su validez”.

Así el informe reconoce que en el seno de la Comisión Mixta no se encontraría solución a la controversia territorial, pues su composición, dos delegados por Venezuela y dos por Guyana, haría que las posiciones contrapuestas de ambos países se mantengan sin real posibilidad de decisión, pero, sobre todo, de resolución práctica y mutuamente beneficiosa para las partes como el propio Acuerdo establece. Debido a la propia naturaleza paritaria de este organismo, cada parte ha de refugiarse en sus argumentos imposibilitando un desenlace favorable a alguna de ellas.

Por lo tanto, la Cancillería anota que el asunto planteado en la Comisión debe ir asociada con iniciativas disuasivas:

También se advierte que es criterio del Despacho que aun la negociación diplomática no dará resultado alguno si ello no va acompañada de acciones convergentes para que la argumentación de nuestros Comisionados convenza al adversario en el terreno práctico”.

Se considera entonces que los asuntos planteados en el organismo deben ir acompañados de otras iniciativas que complementen lo planteado en su seno.

El Acuerdo de Ginebra abre un compás de cuatro años para que, en el seno de la Comisión Mixta, Venezuela y Guyana negocien bilateralmente una solución práctica a la controversia territorial. Sin embargo, por la naturaleza paritaria de la Comisión Mixta, no habría posibilidad de llegar a ningún acuerdo. En ese sentido, la Cancillería plantea:

El Acuerdo de Ginebra, además de su trascendencia en el plano jurídico, ofrece la ventaja de prolongar por un periodo de cuatro años la oportunidad de realizar bajo la apariencia de un proceso de negociación, múltiples acciones en orden al rescate de la Guayana Esequiba”.

Como ejemplo, cita la acción emprendida en octubre de 1966:

En este sentido, la recuperación de Anacoco pudo realizarse al amparo de aquel convenio, y Venezuela salió airosa del incidente con la declaración de que cualquier reclamación territorial que Guyana deseare formular debía remitirla a la Comisión Mixta, donde- como es bien sabido- dado el carácter paritario de la misma, no produciría efecto alguno”.

En las próximas entregas nos referiremos con más detalle sobre la acción de Anacoco y más detalles sobre este apasionante tema.

¡Bolívar y Chávez viven y sus luchas y la Patria que nos legaron sigue!

¡Independencia y Patria Socialista!                                                

¡Viviremos y Venceremos!

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