Paradoja de la revolución: El que no hace, le hacen

Jueves, 18/07/2019 11:49 PM

La Ciudad Vacacional Los Caracas, fue concebida y construida en 1955, para el disfrute y esparcimiento de los trabajadores y sus familiares, por un gobierno dictatorial como fue el de Marcos Pérez Jiménez, algo que no deja de causar extrañeza, si tomamos en cuenta la concepción y consideración que siempre han tenido las dictaduras sobre la clase trabajadora, sus derechos y sus luchas por hacerlos respetar. Si bien resulta poco entendible la preocupación de un gobierno enemigo de la clase obrera por darle a ésta, un lugar para el descanso y el disfrute sano y ameno; no es menos extraño que luego de muchas décadas como dueños de esta Ciudad Vacacional, un gobierno obrero con un discurso y también una práctica a toda prueba, que favorece a la clase obrera en todo momento, transfiera este espacio de recreación de los trabajadores al gobierno del estado La Guaira, sin ni siquiera preguntar a los dueños, es decir a los trabajadores, su opinión al respecto, de quedarse sin su espacio donde eventualmente podía pasar al menos, un fin de semana disfrutando en familia. Importante decir que el hecho de haberle construido la dictadura este espacio a los trabajadores, de ninguna manera dice que Pérez Jiménez fuese un gran aliado, defensor y creyente de los derechos laborales; lo que si es verdad, es que el sabía que tenía que desarrollar algunas políticas tendientes a ganar una buena imagen, y simpatía entre el pueblo y la masa de obreros del país, y construirle algo como Los Caracas, era un buen comienzo en esa dirección. Mucho más importante es dejar bien claro, que bajo ningún concepto, alguien podrá considerar al gobierno revolucionario, mucho menos al presidente Maduro, enemigos o poco identificados con los trabajadores, su sentir y sus aspiraciones, porque haya tomado esta medida. Pensar esto sería un grave error, pues la verdadera razón de una decisión de esta naturaleza, hay que buscarla en la necesidad que tiene el presidente, la revolución bolivariana y la patria venezolana, de que los movimientos sociales que han nacido en el seno de este proyecto de cambio, seamos eficientes, capaces de producir resultados, y llevar a cabo empresas con nuestras propias iniciativas, ideas y recursos, sin depender del gobierno, trabajando en función de ser una mano, un soporte, una ayuda y no una carga para el Estado. Vivimos momentos donde la inoperancia y la falta de visión política de lo que debemos desarrollar, conspira con la urgencia de ser audaces y visionarios sobre el futuro que debemos construirnos nosotros mismos, con nuestro esfuerzo y nuestro sacrifico. Desde el primer momento que a los trabajadores se le asignan Los Caracas, había que comenzar un trabajo de organización, mejoramiento y mantenimiento de sus instalaciones, necesidad ésta que siempre estuvo a la vista de cualquiera que allí llegara, ya que la evidencia aflora por todas partes en la zona. También es cierto, que para esto se necesita algo mas que ver lo que hay que hacer; se precisa primero de la consciencia de, para qué estamos en donde estamos, luego determinación, unidad de criterios, capacidad para coordinar y desarrollar el proyecto. Igualmente hacen falta recursos tanto humanos como financieros, y si alguien en Venezuela tiene de las dos cosas, es la clase obrera, empezando por los trabajadores de la construcción, corpoeléctricos, petroleros, sector público, que incluye organismos como Obras Públicas, Hidrológicos, Alcaldías, etc. Luego está transporte, Metro de Caracas, etc, etc. No se plantea el traslado de personal de estos entes para dedicarlos a trabajar en Los Caracas, ello no sería ni correcto ni ético ni moral. Con una buena planificación de jornadas de rescate, una ajustada coordinación, y un espíritu militante y de sentido de pertenencia, se pudo asumir el reto que se nos planteó cuando se le asignó este espacio a los trabajadores. En cuanto a recursos financieros, solo basta pasearse por el tipo de Federaciones que conforman la estructura sindical organizada, para darse buena cuenta, que se manejan recursos suficientes para que cada Federación destine una modesta cuota mensual para el financiamiento de los desarrollos y proyectos inherentes a los compromisos que como movimiento social tiene la clase obrera, en un proceso revolucionario como el nuestro; con lo cual los trabajadores podrían afrontar desarrollos auto gestionados y programas dirigidos no solo al beneficio de los trabajadores en lo específico, sino de todo el proyecto revolucionario en general. Ahora bien, para actuar en esta dirección siempre va a ser necesario ser militante de la revolución, y no solo del sindicato, ni de la Federación, ni de la central, ni de los campesinos, ni solo de los pescadores etc. La militancia revolucionaria implica una identificación integral, una visión global del compromiso con el proceso de transformación y el rearme político ideológico, que pasa por revisarnos hacia adentro acerca de la labor emprendida y las tareas principales. El presidente como es normal, siempre espera el apoyo y la participación consciente y militante de los sectores sociales y principalmente de la clase obrera en los desarrollos productivos, y el rescate de todo proyecto que vaya en beneficio de la revolución bolivariana. Estamos seguros que una clase obrera trabajando como un solo equipo, sabiendo utilizar todos los recursos con que cuenta, pensando y consciente de que la participación es querer ser y poder hacerlo, muy bien hubiese podido asumir el compromiso de sacar adelante la Ciudad Vacacional Los Caracas, para ponerla en toda su extensión al servicio de los trabajadores. Posiblemente no sea una generalidad, pero a algunos nos duele la medida, porque más allá del acceso o no a Los Caracas, la misma representa algo así como una prueba donde fuimos incapaces de aprobar el examen de la eficacia, de poder estar más allá de la tarea diaria, de la cotidiana reunión. Suena como si nos dijeran que no estamos a la altura de semejante empresa, y duele porque tanto el comandante Chávez como el presidente Maduro han creído en los trabajadores; dándole responsabilidades de trascendencia en las empresas básicas, en el Ministerio del Trabajo, en los organismos de elección popular, en compromisos internacionales etc; eso, y sobre todo en momentos como los que vivimos, exige por lo menos una elemental reciprocidad en el esfuerzo por responder a esa confianza de nuestros máximos lideres. Nuestra clase obrera está llamada a asumir su rol con mentalidad de alguien que ya es mayor de edad, sin depender de nadie más que de lo que es capaz de hacer, resolviendo y asumiendo- claro está -, dentro de la política que emana de la revolución, pero con su esfuerzo y sus recursos: Si no es capaz de desarrollar los planes sin depender del gobierno, no vamos a crecer nunca como organismo de masas, con capacidad y decisión propia para desarrollar las estrategias y los planes que la revolución y el socialismo espera de la masa obrera. Cuando pedimos transferencia de poder, y tratamiento como Poder Popular, debemos pasearnos por ver si hemos demostrado capacidad para ejercer el poder popular. No es posible que para fundar una escuela de cuadro, para tener un local propio, un periódico o una revista de los trabajadores, tengamos que contar con los recursos de afuera y no de nosotros mismos, pudiendo hacerlo con solo enseñar a los trabajadores a militar también para la revolución, aparte del sindicato, la federación o la Central. Crear en la masa la mística de la cotización, la devoción por la organización, la disciplina por el trabajo colectivo, la participación unitaria para blindar más y mejor la estructura organizativa. Es necesario diferenciar entre decir ser revolucionario, a militar en la revolución, con identificación y un compromiso donde el sentido de pertenencia y la satisfacción del deber cumplido, sean los más grandes galardones a los que debe aspirar un soldado de esta causa revolucionaria. Que diferente hubiese sido si los trabajadores hubiésemos asumido el reto de sacar adelante este espacio recreacional uniendo esfuerzo, voluntades, ideas y con imaginación y creatividad, haber podido fundar aparte de lo recreacional, crear módulos de producción, un pequeño espacio para la enseñanza turística que más adelante podría convertirse en una escuela, un centro de convenciones con todos sus requerimientos, no solo para la clase trabajadora, sino también como fuente de recursos autogestionarios. Cosas como éstas y muchas más se pudieron emprender en esta oportunidad que nos dio el gobierno revolucionario, pero para ello se necesitaba ubicarnos en el momento preciso por el que pasamos, y el papel que debemos jugar en este proceso revolucionario, donde hacen falta más las iniciativas y hechos concretos, que la prepotencia autosuficiente, en que un grupo lo sabe todo, lo puede todo, y guiado por este criterio, el grupo se encarga de todo. Quienes en algo conocemos a la clase obrera por dentro, sabemos que en ella existe un gran potencial, como instrumento de lucha, desde todos los puntos de vista, económicos, experiencia, talento, conocimientos en todas las áreas de la producción en general. A lo interno del movimiento obrero organizado, se manejan recursos, que si una parte de ellos se orientara con criterio unitario y de hermandad de clase, muchos fuesen los beneficios que estos recursos aportarían al movimiento obrero y a la revolución bolivariana. Es de suponer que es tomando en cuenta estas realidades que nuestro camarada Nicolás Maduro ha intentado darle espacios y oportunidades al sector de los trabajadores para impulsar proyectos de transformación social que beneficien el desarrollo comunitario, como en el caso de la Ciudad Vacacional Los Caracas. Lamentablemente esto no se logra cuando cada quien anda por su cuenta con sus proyectos, sus visiones y sus planes. Igualmente suponemos que el presidente Maduro, la revolución bolivariana, y el movimiento obrero, esperan ahora mejores resultados en el rescate del Complejo recreacional. Claro, para ello el gobernador Carneiro tiene una sola visión, una sola idea, un solo equipo, un solo plan, y una sola dirección; es decir unidad, fortaleza, y capacidad de conjunto, algo elemental para abordar la misión con mejor pié y mayor posibilidades de éxitos, porque para obtener buenos resultados y ser productivos en la revolución, ASI ES QUE SE GOBIERNA.

Ramón Blasco – Guameño junio 2019

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