Con el aumento, llega Ricardo Meléndez con sus humillantes tablas de “ONAPRE”

Martes, 15/10/2019 04:27 PM

Esta mañana, después de haber habernos desayunado casi con la hostia, mi compañera me dijo "para comprar las cosas que necesarias para alimentarnos los próximos días, un poco más o menos de una semana, dado nos hemos vuelto frugales y ya nadie viene a nuestra casa a comer, lo que de por sí causa mucha tristeza, necesitamos unos 500 mil bolívares".

De memoria hicimos un arqueo de caja y entre los dos no llegamos a 60 mil, el pago de la pensión está muy lejos y también la quincena de la jubilación, lo que no llega, entre los dos ni a la tercera parte de esa cantidad. Además, el anuncio que hizo Torrealba del aumento del salario y que según está en gaceta, Maduro no lo ha anunciado ni explicado como ofreció Tania Díaz y a mí no me sorprendería que el presidente esa vaina olvide; no sería la primera vez.

Después de escucharla y hacer el ejercicio del cual hablé, me puse a revisar Panorama ese excelente y ágil diario zuliano, lo que hago diariamente y encontré que Adán Celis, presidente de Conindustria, refiriéndose al anunciado aumento de salario dijo que "en el sector industrial el impacto del aumento es mínimo porque los salarios están por encima del monto fijado este lunes." Por supuesto, se refería a los salarios que se pagan en el sector privado.

Pero observen como dice que "el impacto es mínimo", quiere decir, como se decía antes "a la chita callando", que habría un impacto, lo que es un contrasentido, pues siendo el aumento inferior a lo que ellos pagan no habría impacto alguno, sólo que esta estableciendo la premisa para justificar los aumentos a sus productos que asignarán de todos modos por ese decreto salarial, que no tiene efecto en sus costos y que en verdad sólo será pertinente en el sector público.

Pero no se quedó allí el empresario sino que, como redactó el periodista, "cuestionó una vez más las políticas en esta materia aplicadas por el Gobierno nacional y sugirió acudir a una economía moderna." Y agregó Adán Celis, "No en una economía pensada en controles, anárquica, lo que tenemos que hacer es cambiar eso, tener una economía seria".

https://www.panorama.com.ve/politicayeconomia/Conindustria-Amento-de-salario-minimo-alimentara-mas-la-hiperinflacion-20191015-0003.html

El venezolano, aun quien no ha ido a una escuela, sabe bien que este es el país ideal para los neoliberales, pues los empresarios y comerciantes hacen lo que "les salga del forro", no sólo con la omisión del Estado sino que hasta este se bate a favor de ellos para que hagan lo que les convenga en contra de los consumidores. La especulación anda desatada en todos los rincones y no hay nadie que a eso ponga freno, pues el estado más "le pisa la chola". ¿Acaso los intentos encabezados por Arreaza y posteriormente por El Aissami de poner un poco de orden que terminaron en un fracaso, no son suficientes para demostrar la desidia y hasta dejadez del Estado? ¿No es eso suficiente para mostrar como el sector privado de la economía aquí hace lo que le venga en gana?

Tanto es eso así, uno tiene derecho a pensar que está en la naturaleza, no del Estado en abstracto porque sabemos que así es, sino de este que quienes le manejan le llaman revolucionario, operar en servicio del capital, que Arreaza y El Aissami después de "fracasar", lejos de ser sancionados por su evidente incompetencia fueron premiados y hasta elevados de rango.

Pero Adán Celis y los suyos no están conformes, por eso dice eso de una economía sin controles, es decir, que el Estado se borre del mapa y ni siquiera fije salarios, son "controles", pues según él hay demasiados y que la economía sea "seria y moderna". Tampoco clama a favor de los contratos colectivos de trabajo, porque eso sería controlar, sino dejar eso en manos del empresariado y patrón, reclamo sin justificación, pues tal sucede en Venezuela.

Adán Celis, me lo imagino frente al periodista en pose de sabio o narrador de gran talento, estaba repitiendo y llamando "moderna", la vieja cartilla del neoliberalismo, según la cual, aparte de las libertades que este Estado neoliberal les da, les dé mucho más como para llegar al máximo ideal de explotación y solo se dedique a "cobrar impuestos". Una novela que antes que él la han escrito miles de narradores neoliberales.

Los dirigencia sindical "revolucionaria", contraviniendo todos los principios, ha creído encontrar en el Estado burgués un entre propicio para que haga el trabajo que a ellos corresponde, usando el respaldo y empuje de la base y factor interesado primordialmente en defender el salario y "el equilibrio económico" para que el empresario no "le morfe el mercadito". Se ha consolidado un contubernio entre empresariado, Estado y dirigencia sindical contra la clase trabajadora, peor que aquel de los tiempos de la IV República que llamaban la tripartita, donde por lo menos los trabajadores, a través de sus representantes, iban a esas reuniones a exigir lo acordado en las asambleas. Pues ahora, el salario lo fija el Estado o el gobierno, cuando le convenga y en el límite que se le antoje sin atender a parámetro racional alguno. Es decir, el Estado burgués, sin importar quién sea el presidente, asume la representación de los trabajadores, lo que de paso deja sin efecto y justificación la existencia de sindicatos y su clase dirigente.

Pero el abuso y expresión del dominio clasista burgués no termina allí, pues el presidente cuando anuncia los aumentos salariales, se refiere usualmente al salario mínimo, pues luego entra a operar otro filtro, el de Atila, no por él sino por caballo y el de las "tablas de Moisés", personificados ambos en es triste personaje, que suelo llamar "de lo que es" por el uso y abuso de esa muletilla que llaman Ricardo Meléndez.

Según lo que he podido averiguar se trata de un egresado de la UCV de la escuela de sociología con post grado en "planificación urbana". Hecho por la gracia de Maduro en el mago de la planificación en su gobierno. Se suele decir cuando a uno le preguntan por alguien, para no comprometerse diciendo algo indebido, "por su obra lo conoceréis".

Como planificador, en este gobierno, tiene la facultad de decidir cuánto debe ganar cada trabajador venezolano. Es decir, asume el derecho decidir lo que correspondería a patrón y trabajador a través de una usual confrontación de la lucha de clases y hasta con la firma de un contrato. Es ni más ni menos que un dictador que, como el caballo de Atila, donde pisa no deja crecer la hierba. Pues por su voluntad los salarios se quedan donde a él se le antoja.

Las tablas salariales, como esas tablas de Moisés referidas a los "Diez Mandamientos", en las manos o pies de Meléndez, pues las pisa como el caballo de Atila, sólo valen para lo que él quiera y quién no le guste, así sea Willy Rangel u otro cualquier dirigente sindical, que se vaya a quejar al Valle.

Desde que Maduro de un tiempo para acá, con aquel fracaso que llamaron "Plan de Recuperación Económica" comenzó con estos aumentos salariales que "llevarían al equilibrio con los precios", pues de estos últimos se ocuparía El Aissami, Meléndez se inventó unas tablas, como a él le dio la gana, sin siquiera consultarlas o convenirlas con el movimiento sindical, para imponer salarios en el sector público mediante las cuales condena a la pobreza a miles de trabajadores, promueve la migración del venezolano talentoso y conspira contra la productividad. Tanto que pareciera ser un solícito funcionario del FMI. Se inventó una revolución de tablas, como si fuesen las de Moisés, mediante las cuales cree hacer el milagro de igualar a los venezolanos. Lo que sí está haciendo, pero en la miseria.

Al señor Adán Celis, representante de una clase que en este país hace lo que le da gana, hasta explotar sin misericordia a los venezolanos con la anuencia de un Estado y gobierno al que más libertades demanda, le recomiendo se fije, como a través de Meléndez, a los trabajadores se les impone el salario a través de un procedimiento más que dictatorial y donde hasta la dirigencia sindical se inclina.

Justo ahora, después de decretado este último aumento, le toca al señor Meléndez, con sus tablas, cual rey Midas al revés, condenarnos a todos seguir en la pobreza con lo que le da toda la razón al señor Adán Celis.

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