Según y qué, Maduro protegerá la clase trabajadora. ¿Qué de la relación Petro-Salario?

Martes, 07/01/2020 03:06 PM

Nota: Este trabajo salió en octubre del año que acaba de morir. Al revisarle he creído pertinente reponerle, porque hay cosas que siguen vigentes y pendientes, como la fijación del salario con respecto al Petro, viendo que el ½ de "aguinaldo", una especie de limosna por lo negado a los trabajadores al mantener el valor del salario en un viejo precio de la criptomoneda y desconocer los contratos de trabajo, terminó "asociado", por decir lo menos, a una nueva y hasta audaz estampida del dólar. Mientras el gobierno se limita, por ahora, a celebrar el sainete de la AN en donde los aprovechadores dadas las circunstancias tratan de sacar de las ruinas el mejor provecho.

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No soy experto en cine, sólo que algo he visto. Y por lo que he visto, creo que la mejor película de Cantinflas fue "Ahí está el detalle". Por la actuación de Mario Moreno, en esa creo, perdonen si me equivoco, su segunda película, la suelo comparar con la de Chaplin en "Tiempos Modernos". Por algo este singular y espectacular actor, quizás el más grande, por la capacidad de comunicarse con todos los públicos del mundo más allá de las barreras de la lengua, tanto que sirvió de ejemplo y estímulo al francés Marcel Marceau, cuando una vez le preguntaron acerca de a quién consideraba el mejor comediante del mundo señaló al mexicano.

En "Ahí esta el detalle", que uno puede ver por internet, Cantinflas dice "No me defiendas compadre", no a manera de ruego sino desafiante y hasta como dándole carta de despido, ya que no es culpable del crimen del cual se le acusa, al abogado que, por oficio, el Estado le asignó como defensor, no teniendo él como contratar uno. Pues aquél, creyéndole culpable, intenta que su defendido así se declare para que le aminoren la pena. Entonces sucede que en lugar de defenderle parecía más bien hundirle. Por lo que "el peladito", que siempre fue Cantinflas, le dice aquello a "su abogado defensor".

El gobierno es empeñoso, reiterativo en emprender acciones para "proteger a los trabajadores". Sólo que nunca pega una. Por eso vuelve por sus fueros. Los trabajadores venezolanos a los cuales el gobierno pareciera ver dentro de una sociedad socialista, de esas que Marx en sus supuestos teóricos definía como una donde las fuerzas productivas habrían alcanzado un alto desarrollo, con todo lo que eso implica en el ámbito súper estructural o, lo que es lo mismo, en unas peculiares relaciones y hasta situaciones de igualdad, serían sujetos, como lo han venido siendo, de la defensa de aquél y de Maduro en particular.

La historia reciente habla de un "Programa de Recuperación Económica", que a Maduro le elaboraron unos técnicos, como hadas madrinas en un cuarto de Miraflores, que a esta altura, a los trabajadores, nos tendría flotando. Y la base o el motor de ese programa al parecer lo formaban aumentos periódicos de salario y "Precios Acordados". Un plan genial, sobre todo por lo simple; mientras Maduro cada cierto tiempo aumentaría los salarios, El Aissami, vicepresidente de economía, se encargaría que los precios subieran con moderación y de esa manera en un momento llegarían como a empatarse. Era como que Maduro por allá aflojaba un poco, mientras por acá, El Aissami ponía a raya a los cocodrilos. Uno les veía a los dos como quienes intentaban, de un lado y otro, manipular los guarales para que las cortinas del escenario subiesen parejas.

La historia es conocida. Los cocodrilos casi se comen a El Aissami, tanto que Maduro tuvo que sacarlo con premura del hondo pozo en el que estaba hundido y lo mandó a temperar para que cogiera aire y volviera algún día cuando ya nadie se acordara de eso. Y así se les escapó Tareck, pero a los cocodrilos, esos mismos que según Berthold Brecth, "no se cansan de morder", no se les escapó el salario, el cual se tragaron y tienen en salsa a los trabajadores para más tarde cuando hayan hecho la digestión. Trabajadores por cierto, que Maduro igualó, como si se hubiesen dado esas condiciones de las que habló Marx de alto desarrollo de las fuerzas productivas y les puso casi el mismo salario. Para eso puso preso, con grillos, cadenas y candados a los contratos colectivos. No importa lo que seas, el rol que juegues, ganarás lo mismo que todo el mundo, salvo formes parte de la intimidad y de los leales de adentro, de los primeros anillos, que por serlo, se te dará otro tratamiento. "Con estos ganando bien o con libertad para agenciarse, me garantizo", pensó Maduro, "los tendré vigilantes y haciendo lo que sea menester, hasta batiendo látigos, en sentido figurado, para que aquellos cumplan como debe ser".

Pero los cocodrilos que forman parte del plan, pues ellos también pagan salarios, los mismos que casi se comen a El Aissami, salieron de los pozos y se tragaron lo que pagan y paga el gobierno a los trabajadores. Es decir, desataron eso que llaman inflación, pues ese fenómeno puede explicarse según le convenga a cada quien.

Por esto último, Pascualina Curcio, que apoya al gobierno, pues con la intención le basta, y según dicen quiere formar parte de él, arremete contra los monetaristas, que salieron de la Caja de Pandora llevada a última hora a Miraflores y sustituyeron a las "hadas madrinas", los del "Plan de Recuperación, etc., etc. Los monetaristas, entre quienes está extrañamente Jesús Farías, impusieron su tesis, contraria a la del "Plan de Recuperación Económica", según la cual la culpa de la inflación la tiene el "realero que empresarios y gobierno le pagan a trabajadores". Mientras más real haya más rápido correrán los precios. Una manera unilateral de interpretar el fenómeno económico. Por cierto, quien lea "El Manifiesto de Cartagena", hallará entre las 12 supuestas causas de la caída de la primera República, esa del exceso de dinero. Y no es difícil descubrir que en ese documento, escrito por un joven, hay más de una pifia al momento de abordar la coyuntura.

Esta toma del control por los monetaristas llevó a Maduro a olvidar su plan de "Recuperación Económica", el de "las hadas madrinas", con el cual uno creyó se jugaba a "Rosalinda". Apartó a El Aissami de aquel puesto donde intentaba parar los vientos con un viejo y deshecho paraguas o combatir contra "molinos de vientos", paró los aumentos, lo que a su vez congelaba las prestaciones y hasta aguinaldos de los trabajadores, secuestró contratos y apostó todo a los monetaristas. Leamos a Pascualina, que no es crítica contumaz del gobierno y hasta deja sentado que el presidente Maduro es ajeno a todo eso y víctima de unos tipos que quieren amarrar los perros con chorizos.

Llegado aquí, que siendo uno trabajador jubilado es como estar muy por debajo de la línea de flotación, "morfado el mercadito", como dice el viejo tango, sin medicinas, un ingreso mensual entre 2 y 8 dólares, sin hospital ni medicina y hasta sin urna para que a uno le entierren –cremar hasta se volvió más caro porque nadie tiene como comprar el féretro-, con las cuentas vacías, la despensa y nevera igual y a 5 días de cobrar la mísera quincena, Maduro habla de otro programa para "proteger a la clase trabajadora". Aquel, el anterior, como los otros, quedó en el pasado. Habla del Petro otra vez. En aquella oportunidad dijo que el salario mínimo estaría anclado al Petro. Y entonces sería de medio petro. Por eso el salario llegó primero a 1800 bolívares y luego a 40 mil. Pero en esto, de repente, las "hadas madrinas" fueron asaltadas, desalojadas y se cogieron el coroto los monetaristas, entre estos, según dicen, Jesús Farías. Por eso, pese el petro llegó a un millón de bolívares como ahora está, el salario sigue en 40 mil. Claro, diría Pascualina, es culpa de los monetaristas, pero olvida que "la culpa no es del ciego sino de quién le dio la lanza". Pues ella no quiere cerrarse las alamedas.

Y este programa que Maduro anunció ahora, pudiera ser por un rompimiento con los monetaristas por aquello evidente que no han dado pie con bola. Pero pudiera que no. Los aguinaldos están cerca y un sustancial aumento de sueldo les impactaría y es posible el gobierno piense que ni calvo ni con dos pelucas. Además habló Maduro enrevesado, como apoyar con el petro y con este comprar alimentos. Y un sindicalista, de esos tantos que no hacen méritos sirviéndole a la clase sino como buenos "templarios" o mejor templones, ya se adelantó a proponer, no lo que antes Willy Rangel y Torrealba de ajustar el salario al valor del petro, sino se les dé a los trabajadores una comida en los sitios de trabajo y se le compute como parte del salario. El pobre iluso, por decir lo menos, cree que "sólo de pan vive el hombre".

Por supuesto, lo de la nueva propuesta de Maduro está sujeto a que de ayer para acá no se le haya olvidado.

Por cierto, Willy Rangel y Torrealba, después de hacer aquella propuesta se callaron y escurrieron el bulto. Calladitos se les estima, pues se les ve mejor.

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