PDVSA, Willy Rangel y “La Clase operaraia va in paradiso”. ¿Los desnacionalidores fueron derrotados?

Sábado, 22/02/2020 01:07 PM

Willy Rangel es un dirigente obrero, dicho así porque uno desde que es carajito a los tipos como él los ha oído llamar así y como el pueblo es sabio, así mismo debe ser la vaina; está además en los altos mandos de PDVSA desde hace bastante tiempo, aunque sea como adorno. Uno lo sabe porque lo leyó por allí y además los tipos como él difícilmente pasan desapercibidos, pese intente hacerlo llevando siempre camisa roja para diluirse dentro de la multitud donde siempre se mueve pero abultado. Por ejemplo, no hace mucho, si mal no recuerdo y como esto puede suceder, apelo al archivo y abajo pongo un link para sustentar lo que digo, propuso que se aumentase el salario de los trabajadores pero anclándolo en el petro. Pero después de eso, dicho en septiembre, ya pasaron 4 meses, calló y no tocó más esa nota. Y vean, como para que no ha haya posibilidad de negarse, el link nos lleva nada más y nada menos que a "Con el mazo Dando".

No hay tutía se decía antes.
https://www.conelmazodando.com.ve/proponen-aumento-del-salario-minimo-en-400-mil-bolivares-con-base-en-el-petro

Como dije antes, Rangel además de "dirigente" de los trabajadores petroleros, lo que no significa haya sido obrero experto, forma parte de la directiva de la empresa y siendo así, aunque alegue que nunca le pararon, es responsable de todo lo que ha venido sucediendo y obligado al presidente a apelar a un estado de emergencia.

Con Quevedo, cuya competencia ha puesto en duda con bastantes razones Einsten Millán Arcia, la empresa petrolera estatal continuó su caída. Justo por eso Maduro la declara en emergencia. El presidente de la empresa hasta en varias oportunidades optó por presentar cifras de producción según él en ascenso que, para su mala leche, siempre fueron persistentemente desmentidas nada y nada menos que por la OPEP misma. No por desleal alguno. Viendo aquella como caída libre, comenzó a tomar fuerza el rumor según el cual, se manejaba la estrategia de privatizarla. Uno mismo, que no es experto petrolero ni nada que se le parezca y sólo ha visto los balancines desde lejos, por aquellos síntomas empezó a pensar, no había forma de evitarlo, que el gobierno planificaba deshacerse en buena parte de la responsabilidad de la producción y negocio petrolero. Tiempo atrás, hasta el mismo Luis Britto García puso en entredicho la conveniencia de una ley de inversiones extranjeras que pudiera favorecer aquellas intenciones. Los técnicos a quienes uno lee, como el ya nombrado Millán Arcia, Potellá, Paravisini y otros con quienes uno habla, pero no sé si les gustaría aquí les mencionase, concluían en lo mismo.

Quizás más por la edad que por otra cosa, rebasé esa etapa o más bien manía, por buena fe y hasta empecinante de soñador cual Quijote, de exculpar a los amigos o íntimos de lo malo que sucede aún viéndoles hacer y defender. Ya no busco culpables donde no los hay, como entre fantasmas o los periodistas que poéticamente culpaban de los errores gramaticales o de redacción del diario a "los duendes que en las noches deambulan por los talleres". Si un presidente, gerente, se deja engañar tanto como que se cometen daños que son del dominio público, estaríamos hablando de unos tontos o simples cómplices que en ninguno de los casos merecen nuestro respaldo y menos complicidad.

A PDVSA la habían venido dejando como al garete o bien para llevarle a una situación de no retorno, como obligar al Estado a buscar socios a quien entregar la conducción, en el menor de los casos por no tener la más mínima idea de lo por allí hacer. Conste no nos hacemos eco de informaciones que a uno llegan que hablan de otras cosas. Y tampoco podemos obviar que cuando Quevedo llegó allí la industria estaba ya siendo despedazada. Y pareciera no fue más que un como catalizador del proceso.

Y en todo eso no es sólo de Quevedo la culpa. Como no es sólo de Maduro la culpa, sino que esa debacle viene desde los tiempos de Rafael Ramírez y la estrategia ligada a la FPO. Busquemos los trabajos de los expertos petroleros como Mendoza Potellá, Millán Arcia, José Tovar, por sólo nombrar tres, para verificar lo que aquí simplemente me limito a repetir. Hasta a Willy Rangel, que al mismo tiempo que dirigente de los trabajadores petroleros, lo que ya es bastante trabajo sobre todo en estos tiempos, ha sido además integrante de la directiva de PDVSA que ha encabezado Quevedo y para más ocupaciones o quizás distracciones estratégicamente concebidas, es miembro de la ANC, también le cae la chupa.

Pensando en Rangel y la clase obrera, he recordado aquella película italiana de finales de la década del setenta del siglo pasado, de Elio Petri titulada "La clase operaria va in paradiso", donde se habla de una clase obrera que se entrega, cae en manos de las trampas de la clase dominante y se deja manipular y llevar por las truculencias de esta y sus cantos de sirena, más si sus dirigentes participan activamente en el festín. Y conste que hablamos de la sospecha fundamentada de un proceso que empujaba hacia la entrega de Pdvsa, que pudiera ahora ser por partes o como dice Millán Arcia a "una cesión parcial y a tiempo definido de ciertos eslabones deficientes de la industria."

Haber escuchado persistentemente de un tiempo para aca a Diosdado, lo que nunca había hecho, manifestarse en contra de la desnacionalización de PDVSA, asunto del cual se ocupaba con celo antes Elías Juau, justo no muy poco tiempo antes de esta última decisión, como sorpresiva, de reorganizar su directiva, poner en un segundo plano a Quevedo y al frente a Tareck El Aissami, pareciera decirnos que allá dentro, al parecer, se liquidó ese debate, por lo memos por ahora. Pues aparte del compromiso con la prédica y legado de Hugo Chávez, los principios constitucionales eso dificultan; de donde, como dice Millán Arcia, más por estos que por los negocios, "a Venezuela habría que reinventarla".

Con la declaración de emergencia de la industria, el presidente se acordó de nuevo de la clase obrera y como es habitual en su discurso, a esta parece otorgarle en buena medida la responsabilidad del manejo de la industria, pero puso al frente a Tareck, dejó "por ahora" a Quevedo como parte de un cambio paulatino que no deje demasiadas ronchas y un plan, del cual poco se habló, porque prevalecieron las frases cohetes, salvo lo de elevar drásticamente desde ya la producción, lo que Quevedo no pudo hacer en cerca de 3 años. Y también dejó a Willy Rangel o a la clase obrera.

Pero uno cree que el dilema está resuelto. Ese cambio, con Tareck al frente, que será por poco tiempo pues no es la persona adecuada, sino la pieza clave para las medidas inmediatas a tomar, que se vislumbra con la "defensa de Diosdado a la herencia de Chávez o la nacionalización de la industria petrolera", vendrá por eso que Millán Arcia llama "cesión parcial y a tiempo definido de ciertos eslabones deficientes de la industria".

Pero quedan cosas, como que la clase obrera, la que no está prevista vaya al paraíso, y hasta se niegue a hacerlo, porque según Petri eso como que comporta contraer compromisos deleznables, se mantenga vigilante, por muchas cosas. Que de verdad, en tiempo breve, la industria repunte, lo demanda la angustia nacional y la subsistencia de ella misma. No puede la clase permitir que con un camisa roja cada quien se confunda, para hacer, deshacer y hasta dejar hacer en contra de los intereses de ella y la nación toda.

Soy realista, para reactivar la industria petrolera, aumentar la producción a los niveles que nos está permitido, poner de nuevo en acción las tantas áreas de la misma, se requieren capitales y nadie, absolutamente nadie en el mundo de hoy, nos los va dar a cambio de nada. Así es el capitalismo. En este modelo nadie invierte para perder ni para favorecer a otro a cambio de nada.

Menos cuando quienes esos capitales pudieran recibir no son, desde loa perspectiva de la eficiencia, absolutamente dignos de confianza. Necesitamos capitales para invertirlos en esos "eslabones deficientes de la industria", pero también que la clase obrera, que no es sólo quienes trabajan en la industria petrolera y tampoco ese viejo y estereotipado y fabril concepto de clase, el cual el mismo Petri retrata en su obra, se mantenga vigilante, lo que significa intervenir activamente en la toma de decisiones y en la movilización permanente para combatir todo torpedeo, manejo ineficiente de lo que ya estamos cansados u oscuras maniobras para entregar el negocio al mejor postor o a quien de ella quiera apoderarse por la fuerza. Si Willy Rangel quiere darle un verdadero significado a eso de "un nuevo modelo socialista, en PDVSA para mejorar la producción", como declara pomposamente, cual banderillero que se adorna antes de la embestida, basta que asuma su responsabilidad clasista y de dirigente sindical. En caso contrario dejemos eso lo haga Guaidó.

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