¿Viva o abajo la clase obrera? La usurpación del Estado del derecho a fijar el salario

Martes, 28/07/2020 03:09 PM

Los jóvenes y hasta adultos que, siendo militantes de AD, formábamos lo que se llamaba la "izquierda", que luego derivó en el MIR y Betancourt llamó "los cabeza calientes", no supimos valorar la importancia del insigne maestro Luis Beltrán Prieto. Todavía recuerdo al viejo maestro, en las reuniones en las casas del partido en San José, La Pastora y Altagracia, donde se daban debates tan intensos como irracionales, diciendo en referencia a nosotros, "son simples colonias mentales". Había la certeza en el viejo maestro que, pese la pertinencia de nuestros reclamos, actuábamos conformes a los dictámenes del ecumenismo y el manualismo soviético y no éramos capaces, y eso la angustiaba sobremanera, que no viésemos el espacio circundante y en él un aliado, sino a un viejo carcamal reaccionario.

Para nosotros, y esto no ofrece duda porque formé parte de todo eso, el "viejo Prieto" era la representación de la más rancia derecha adeca.

Los hechos posteriores nos dieron en la cara y demostraron muchas cosas, como que había algo de verdad en aquello de "colonias mentales" y que el Dr. Prieto tuvo más razón que nosotros. Si no hubiésemos sido tan irracionales y dejados llevar por la moda y si capaces de hilvanar una política unitaria dentro de AD, tomando en cuenta la existencia de los factores que se movían alrededor del Dr. Prieto, como lo demostraron los hechos posteriores y al mismo tiempo de aquel Grupo bastante influyente que lideraba Raúl Ramos Jiménez, conocido como el grupo ARS, en alusión a aquella agencia publicitaria en la cual participaban Arturo Úslar Pietri y Alejo Carpentier, hubiésemos llegado al control de AD e imprimido a esa importante fuerza popular una dirección distinta y en esencia antiimperialista y popular.

He hecho esta apertura por recordar al brillante maestro margariteño, quien fue fundador de la FVM, a la cual me incorporé en la década del setenta del siglo pasado, en plena huelga, por alcanzar las demandas en la llamada entonces "Acta de Convenimiento". Fue aquella una dura y larga lucha, donde mi amigo y destacado dirigente gremial de los maestros de Anzoátegui, Virgilio Heredia López tuvo, en mi parecer, la más destacada actuación entre todos a nivel nacional. Pues cuando la huelga se caía en toda Venezuela por la acción de los esquiroles, y en muchas entidades ya estaba suspendida, él desde el auditórium del viejo edificio de la Escuela República de Chile, donde ahora funciona la Gobernación, la reimpulso en el Estado y aquel gesto envalentonó a todos los maestros en el país y se volvió a levantar el movimiento hasta alcanzar que el patrón aprobase los reclamos de aquel documento.

Estuve, como dirigente de la FVM de Anzoátegui y en el CPV, en las luchas para que aquella "Acta de Convenimiento", que no tenía trascendencia ni valor legal sustancial, se transformase en Contrato de Trabajo. Y así, en un Congreso Nacional de la FMV realizado en Cumaná, en el cual también estuve, como delegado por la FVM seccional Anzoátegui, se aprobó la solicitud ante las autoridades competentes, para se concretase aquella aspiración nuestra.

Logramos se aprobase además, que a los docentes se nos dejase de calificar de simples empleados públicos y en lugar de ello de trabajadores de la docencia, por lo que además del derecho a contratar, también logramos la estabilidad laboral y otras ventajas establecidas posteriormente en el "Reglamento del Ejercicio de la Profesión Docente".

En el curso de aquellas luchas, relacionadas en gran medida con el salario, se habló por primera vez que recuerde, de la Escala Móvil del mismo, según la cual éste se movería de conformidad lo hiciera la inflación, un fenómeno que había venido manifestándose en Venezuela con más insistencia en esos años.

Recuerdo que en el MIR, pese la simpatía que nos produjo al principio, optamos por desecharla, por considerar que aquel proceder le quitaba fuerza e interés a los contratos, asunto que a esta altura de mi vida no entiendo, pues no hay en verdad ninguna contradicción entre una cosa y otra. Pues los actuales contratos tienen cosas que no son mejores que aquella, como lo ha demostrado la realidad. En el caso de los contratos de los educadores de unos pocos años atrás, se establecen aumentos periódicos en base a proyecciones sobre la inflación que siempre se quedaron por debajo de la realidad. Cuando lo sensato hubiera sido establecer en la clausula que el aumento se haría de acuerdo a la inflación para el momento de ella entrar en vigencia.

En todo caso, el temor a la Escala Móvil de Salario se fundamentaba en la idea que se pudiera hacer perder el interés en renovar los contratas de acuerdo a su clausula de vencimiento, conformándose el gremio con el cumplimiento de la escala móvil. Y había en aquello una razón trascendente, pues la oportunidad de discutir los contratos, lo es también para hacerlo por muchas otras cosas inherentes a la vida del trabajador, su familia, la escuela y el cambio social.

Existe un Reglamento del "Ejercicio de la Profesión Docente", muy defectuoso, lleno de lagunas que se presta para el burocratismo y el ascenso en las categorías, como llegar a ser director, supervisor, habiendo trabajado apenas unos muy pocos años en el aula, y en consecuencia sin conocimiento y experiencia alguna, asunto que bien conozco por mis largos años de ejercicio profesional y hasta haber sido Presidente de la Junta Calificadora en la Gobernación de Anzoátegui. Pero en lugar de mejorarlo, para lo que hay hoy ideas claras, se optó por ignorarlo y dejar en manos del gobierno las atribuciones inherentes a aquel, lo que en definitiva resultó "peor el remedio que la enfermedad".

Pero igual destino le asignaron, pues no es cosa del azar, a la contratación. Es innegable, hablamos de hechos irrefutables, que el gobierno optó por ignorar los contratos de los trabajadores de la docencia con el vergonzoso silencio de los llamados dirigentes gremiales. No estamos hablando que el contrato se venció en marzo y nada se sabe acerca del que habría de sustituirle porque podrían salirnos con la excusa de la pandemia. Hablamos del vencido y los vencidos. Pues el gobierno decidió por ignorarlos al asignar por su cuenta y voluntad el salario, como en los viejos tiempos, ignorando aquellas viejas luchas y conquistas laborales. Volvimos al status de empleado público, donde el gobernante nos asigna el salario que cree conveniente y sólo nos queda el derecho de lamentarnos. Y lo que es peor, ha llegado al extremo de congelarlo y trata de adormecer a quien puede con unos bonos que no tienen incidencia en los salarios y en consecuencia en bono vacacional, aguinaldo ni prestaciones sociales. Lo que constituye una estafa descomunal e inexplicable, tratándose de un gobierno obrerista como sus integrantes le califican.

En conclusión, ante los trabajadores de la docencia y, con toda seguridad, de los trabajadores todos, el gobierno tiene la conducta propia de uno de la extrema derecha y lo que es peor, estaría dándole a cualquier gobierno por venir sustento para mantener un estatus que facilite en extremo la explotación de los trabajadores. Es ni más ni menos que una receta neoliberal como elaborada en el FMI.

De modo que, como dije en artículo anterior, no se trata sólo del salario, sino que el gobierno estaría creando un estado de cosas que haga aparecer normal la negación de los contratos de trabajo y los derechos de los trabajadores, curiosamente en nombre de la clase obrera, porque se hace llamar obrerista y obrero mismo al presidente.

Y desconocer esos derechos no sólo afecta materialmente al docente, a los trabajadores todos, sino que niega toda posibilidad que estos puedan contribuir con los cambios en la escuela, el ejercicio de la profesión y en la sociedad toda. ¿De cuál revolución hablamos?

¿Viva o abajo la clase obrera?

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