Empresa Sigo Nueva Esparta irrespeta inamovilidad laboral

Viernes, 07/08/2020 01:53 PM

En medio de la pandemia generada por el Coviid-19, el bloqueo económico y financiero impuesto por el Gobierno de Estados Unidos, escasez, acaparamiento y especulación con los precios de alimentos y medicinas la empresa Distribuidora de alimentos Sigo, La Proveeduría de Nueva Esparta, aplica una política de despidos del personal obligando a la "renuncia voluntaria" bajo coacción.

En menos de dos meses está compañía emprendió los despidos bajo argumentos inventados como falta injustificada, pérdida de productos, herramientas, la clasificación como personal de confianza (sin serlo) e incumplimiento de horario de trabajo. Los encargados de anunciar el retiro de algún trabajador son jefes o subjefes de Recursos Humanos, quienes bajo amenazas solicitan que trabajadoras y trabajadores renuncien aún cuando del trata de despidos injustificados. Al resto del personal lo amenazan con suspenderle la bolsa de comida, el bono de productividad y uso del transporte.

Cuando esta empresa contrata personal ofrece un salario mínimo de dos mil bolívares soberanos, servicio de transporte y lo complementa con una bolsa de alimentos que solo dura una semana. El horario de labores es de 24 horas por 72 horas de descanso. Hasta aquí todo parece "normal", pero los "capataces" pueden cambiar las reglas del contrato.

Los despidos son ilegales, pues violan el Decreto de Inamovilidad Laboral con plena vigencia, además la empresa Sigo desconoce la Ley Orgánica del Trabajo, los trabajadores y trabajadoras de la Ciudad, el Campo y la Pesca.

La Inspectoría del Trabajo del Estado Bolivariano de Nueva Esparta y el Protector de esta región, Dante Rivas, deben asumir la defensa de las trabajadoras y trabajadores e impedir que la empresa Sigo violente el Estado de derecho, deben ordenar paralizar esos despidos injustificados. La compañía debe ajustarse a las leyes y cesar los atropellos.

Estamos en un momento crítico con la pandemia y ahora con la ola de despidos.

Las empresas capitalistas siguen aplicando el terrorismo laboral contra trabajadoras y trabajadores y para ello cuentan con la complicidad de otras y otros empleados que se prestan para agredir a sus hermanas y hermanos de clase.

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