Ayer en la tarde, un viejo amigo, sin haberle preguntado por eso y sólo porque a él se lo acababan de decir, sin que tampoco hubiese preguntado, me dijo, detrás de una irónica sonrisa, "hoy depositaron la pensión del Seguro Social".
Se trata de un tema de lo que pocos hablan, como de quien no vale la pena mencionar porque ofende o avergüenza y es mejor no recordarlo.
Me lo dijo con el goce mismo que le produciría decirme "el gobierno perdió las elecciones", porque mi amigo es opositor desde el mismo momento que Chávez ganó las elecciones en 1998, con la salvedad que no es adeco ni copeyano, sino un persistente independiente porque según él, no quiere "saber nada de la política y los políticos".
¿Y cómo lo sabes? Pregunté, más por las ganas de hablar que de otra cosa, y agregué, "si eso transcurre como un hecho clandestino, algo de lo que ahora el gobierno no quiere que nadie se entere, porque, allí donde usted les ve, y parezca mentira, vergüenza y culpa los matan."
Mi amigo expandió más su sonrisa, pues supo bien que el mandado estaba hecho, dado que ahora no hay nada que moleste más y produzca rabia a la gente, sobre todo a quienes soñaron con Chávez en una vejez tranquila y digna, que recordarle la pensión asignada a los trabajadores jubilados, ya viejos, que cotizaron por años y, quienes llegado a la ancianidad y no pudiéndole haber hecho por distintas circunstancias, el entonces presidente les otorgó ese derecho, creyendo que quienes le sustituirían, que son según ellos, los suyos, dignos y correspondientes herederos, pondrían interés en hacer que ese sueño suyo y de los viejos se cumpliese.
Se trata de la misma pensión que en la IV República pagaban solo a unos pocos, contraviniendo las leyes y en poca monta, por lo que los viejos casi todos los días salían a protestar y se les reprimía duramente y de lo que "los revolucionarios" hicieron una bandera y una causa.
Y molesta tanto hablar de ella como hacerlo del salario y del medio Petro secuestrado en la Plataforma Patria, parecido a la liebre inalcanzable en los canódromos.
Es lo de la pensión la misma causa por la que en Europa y gran parte del mundo los trabajadores se mueven en su defensa, dada la estrategia del FMI destinada a aumentar sensiblemente la edad para hacerse acreedor a ella. Aquí no aumentan la edad ni la niegan, pero hacen algo más cruel y efectivo para los fines que el órgano financiero internacional defiende, la han anclado en una cifra miserable. Menos mal que, por allá y por el sur, los trabajadores todavía no han sido maniatados y pueden y, de hecho, ejercen su derecho a la protesta.
Casi sin parar, creyendo que con eso me estaría metiendo casquillo, recordó, siempre hablando como si lo hiciese para un público abundante, casi sin percatarse, en el mismo estilo de Maduro, me dijo "recuerda aquella forma festiva como se anunciaba el pago de la pensión y los domingos "Aló Presidente", viejitos acudían allí a agradecerle al presidente y a compartir con él la alegría que les deparaba la fortaleza de ella".
Y luego empezó a hablar de las romerías por las calles de la ciudad, las visitas a los comercios a comprar lo que hiciese falta y hasta algún regalo para el nieto y la llegada a la casa cargado de las compras y el abrazo al nieto (a) que esperaba pues sabía que el abuelo (a) había ido ese día al banco y al regreso, entre tantas cosas, algo bello le traería.
No tenía el viejo que invertir aquello en medicinas, pues de la misma forma que venía sucediendo desde los tiempos de la IV República, ahora mucho mejor cuando Chávez, disponía de varios mecanismos para ponerse en ellas, como todo lo atinente a la salud. Pues ya no era sólo el Hospital del IVSS, el IPASME, los mismos hospitales públicos, el seguro del cual gozaba como trabajador y hasta el privado al cual tenía acceso por intermedio del gremio, sino además empezó a disponer del eficiente servicio de salud por intermedio del programa Barrio Adentro, los médicos cubanos, CDI y paremos de recordar.
"Pues si", volvió como al principio, "ya depositaron esa pensión en los bancos".
Habló "de esa pensión", con pronunciado desprecio. Tanto que de seguidas dijo, "apenas alcanza para comprar un paquete de harina de maíz precocida y una papeleta de sal. Se requieren 4 pensiones para comprar un cartón de huevos". Y agregó, "esa vaina ya no es pensión y dudo que tenga categoría de limosna". *
"¿Y los bancos cómo están?" Pregunté más que todo por seguir la conversación con un amigo que desde que se declaró la cuarentena, pese que de su "casa a la mía no hay que un paso", apenas le veo de vez en cuando.
Hice aquella pregunta por recordar los tiempos de cuando Chávez, en los primeros dos días del pago de la pensión, se formaban grandes colas y hasta como fiestas, entre gente que sólo unos pocos se conocían, pero querían compartir su alegría. Y hasta cuando comenzó a formarse el patuque del "dinero en efectivo", la galleta monetaria que reveló lo mal asesorado que estaba Maduro en ese tema como en casi todos. Aquellos días cuando nacieron los cuidadores de colas para el cobro de la pensión y desde el día anterior se apoderaban de los primeros puestos para venderlos, de la misma manera que ahora están haciendo unos "malandros", en nombre del "Poder Popular" alrededor de las estaciones de gasolina, con la diferencia que aquellos cobraban en billetes devaluados y estos en dólares y en la cara misma de las autoridades.
"En esos bancos no hay nadie", me dijo con un gesto casi de rechazo a la pregunta misma, "por lo menos por eso de la pensión".
"¿Quién sensato va a perder el tiempo en una cola para cobrar esa miseria?" "Prefiere ahora todo el mundo dejarla en la tarjeta o mejor en el banco". "Por lo que sugeriría a Maduro que mejor deje de pagarla, así la gente, por lo que uno ve, toda cadavérica, eso olvida y entonces el gobierno pudiera, si es que eso le preocupa, quitárselo de la cabeza y hasta meter todo ese monto donde le sea menester".
"Y en efecto, eso debe hacer", continuó hablando sin esperar le hiciese comentario alguno, "pues se ha producido el milagro que aquí nadie protesta, nada espera, salvo la llegada del juicio final donde todos vayamos a rendirle cuentas al Creador". Pensó un rato, para no equivocarse ni caer en excesos, y continuó, "estamos como en un momento de una obra teatral o un concierto musical, cuando todo el mundo espera algo trascendente y este pareciera ser la muerte colectiva, por lo que ya nada interesa".
"Es decir", al fin tomé la palabra, "la pensión del IVSS está muerta. Y es como un cadáver sin dolientes; lo que parece no tener sentido".
Dirigiéndome a él, tanto que pese las recomendaciones por la pandemia, me le acerqué de manera imprudente, como para que me oyese con claridad, le pregunté "¿Cómo entender que habiendo tanta gente que a eso duela, nadie dice nada, protesta o por lo menos deja sentir su llanto? ¿Será cierto, como parece creer el gobierno, que sus ofertas a futuro, pues ninguna es a plazo corto y menos inmediato, sino de aquí a la eternidad, llenan de expectativas y esperanzas a la gente, la que se dispone a esperar la muerte por qué de ella será el reino de los cielos?"
Mi amigo, a quien, por cierto, me acabo de percatar, mi compañera y yo no le ofrecimos, como era costumbre entre nosotros, por lo menos una taza de café, pues eso se nos volvió un lujo imposible, volvió a tomar la palabra y:
"Al parecer, sin duda, así como que viene la cosa. Pues nos ofrecieron un salario equivalente a medio Petro, lo que significa que esa pensión ahorita, sería de 13 millones de bolívares y no cumplieron y ni siquiera tienen la intención. Pues la oferta fundamentada en la Ley Antibloqueo, solo parece una carnada pendiente del anzuelo que pesca votos por la nueva AN. La ONAPRE, con la complacencia hasta del ministro del trabajo, de los sindicalistas del gobierno, antes de izquierda, los que siempre fueron lo contrario y los "revolucionarios" todos que en éste hay, impusieron un salario de miseria, negaron todas las cláusulas de los contratos colectivos y hasta de uno se burlan descaradamente con aquello del ½ Petro guindado en la Plataforma Patria para que nos forjemos ilusiones, como que cuando lleguemos al más allá, lo hagamos con una fuerte suma ahorrada para aquel vivir".
Entonces, ese ½ Petro exhibido en la Plataforma Patria, es de uno y no es; crece hasta desmesuradamente y misteriosamente sin que nadie sepa cómo y por qué, pero eso sí, uno, el supuesto propietario, debe dejarlo allí para el lejano viaje, pues seguro que no podrá dejarlo en herencia, ya eso debe estar cuadrado con algún agente financiero del más allá. Mientras que la pensión del IVSS que, es como un cadáver putrefacto, la migaja, las sobras de una mala comida, allí está para cuando uno quiera agarrarla, sólo que ni eso a nadie le provoca.
Dijo esto y quizás por no haberle invitado a tomar siquiera un café se levantó con prontitud y se dirigió a la puerta de la calle. Porque hasta esto, la miseria, más que la pandemia, nos disgrega.
*Para lectores en el exterior: Esa pensión mensual equivale a 400 mil bolívares equivalente a 0.80 $.