Los salarios: ¿Marchamos hacia la privatización de la educación? ¿Bajo amenaza el Estado Docente? V

Miércoles, 26/01/2022 04:06 PM

Si volvemos al Decreto de instrucción Pública de Antonio Guzmán Blanco, hallaremos en él, el interés que las comunidades de padres y representantes se integrasen a la escuela, se sintiesen responsables de todo lo que a ella concierne.

Por mi larga experiencia en la escuela, como docente de aula y luego directivo, pude observar que había una relación estrecha entre la contribución que el padre o representante daba a la escuela y su identificación con ella; eso de sentirse con derecho a reclamar. Esa contribución, más que su derecho ciudadano, lo previsto en las leyes y el Decreto de Instrucción Pública mismo, que la mayoría de la gente desconoce o no racionaliza incitaba al representante sentirse "dueño", con facultades y derechos para reclamar en todo lo que a la escuela concerniese.

Los representantes que pagaban su contribución a la escuela, la exigida anualmente y, además, alguna que otra, por alguna circunstancia no prevista, eran los mejores vigilantes y los más exigentes. Aquella contribución era algo más que eso, un vínculo estrecho entre el representante y la escuela. Y el hecho que hubiera unos cuantos de estos, no tantos como la frecuente grande matrícula, no sólo era un respaldo sólido para resolver problemas emergentes, sino también una manera de hacer que los representantes auditasen la escuela y se hiciesen autores de buena parte del proceso. Pero también, una fuerza para reclamar ante las autoridades competentes, dentro o más allá del plantel, para exigir soluciones inherentes a este y la escuela toda.

Pero la misma Comunidad Educativa, conformada por directivos de la escuela, el director y representantes, escogidos en asambleas, personas generalmente con cierta disposición al liderazgo, era un mecanismo para impulsar y reclamar las mejoras en las escuelas.

Lo anteriormente no niega un discurso muy usual y hasta gastado, que hubiera directores que se "apropiaban del derecho" a decidir todo en ese sentido y hasta incurrían en corrupción en el manejo de los pocos recursos de la Comunidad, pero no era esa la regla, como no la es, que todos los funcionarios del Estado, antes y ahora, fueron y son corruptos. Riesgo y conducta que siempre persistirá hasta se cuente hasta con la alcahuetería del mismo Estado y la sociedad toda. Pues habiendo una supervisión responsable, a nivel interno de la escuela y desde las oficinas correspondientes a las altas autoridades educativas, ese mal no alcanzaría mayores proporciones.

El problema de ahora, el relativo a la amenaza de privatización de la escuela, entendiendo como tal el crecimiento de la matrícula privada y el estancamiento y hasta retroceso de la pública, es más agudo y pareciera no ser tan simple como usualmente se maneja y debate.

El asunto salarial podría tener un gran impacto; en primer término, con la deserción de buenos educadores jóvenes que pudieran preferir irse del país u optar por una mejor contratación en el sector privado y hasta pudiera suceder se pierda todo interés en formarse como docente. La economía venezolana viene privilegiando a una buena capa de sectores, esos que cobran y pagan en dólares que, bien pueden financiar una buena escuela para sus hijos y la que como ya dije, reclutaría para sí a los mejores educadores.

Es evidente que irse de Venezuela no es tan complicado, pese las trabas que pone el gobierno en lo relativo a las gestiones para obtener la documentación pertinente. La posibilidad que tienen muchos de nuestros profesionales, como educadores y médicos, de hallar colocación en muchos países donde serían mejor remunerados, es tentadora y alienta a realizar cualquier esfuerzo, que nunca será tan riesgoso como abordar una balsa o un simple neumático.

No veo fácil que el gobierno, sin poner interés en los salarios detenga esa tendencia migratoria que también provoca, partiendo de imágenes ajenas a la realidad nacional y sustentadas en discursos llenos de épica y romanticismo. Pero hay otro asunto, es obvio que los educadores que opten por no irse, porque abundan motivos para ello, optarían por dedicarse a otras cosas distintas a su profesión. El gobierno mismo está brindando esas oportunidades, como que el maestro deje de serlo y se convierta en "emprendedor" en un área distinta a lo educativo. Ahora mismo, he leído, un tuit, donde alguien quien se identifica como doctor en economía y PHD de la Universidad de Oxford, elogia "hasta el infinito", como suele decir el pueblo, a un humilde señor que vende frutas, a precios en dólares, en uno de esos carritos de uso habitual en los supermercados y mediante pago móvil. El pago termina siendo en bolívares, por el sistema que usa, pero previo acuerdo en base a la divisa extranjera, lo que es todo un discurso acerca de la ligereza como se está asumiendo el asunto.

Lo sustancial para el objeto de este trabajo es destacar que, en cualquier actividad, para lo que no se requiere ninguna preparación especial y poco capital, se puede fácilmente obtener beneficios muy por encima de los inherentes al docente de cualquier nivel y hasta sin importar si se desempeña en el sector público o privado.

Es el anterior, un discurso muy coherente con aquello de "el Estado nacional no tiene cómo pagar salarios decentes y la nómina de funcionarios que tiene es muy alta; entonces para que puedas progresar, conviértete en emprendedor". Lo que equivale decir, "no seas pendejo, deja la escuela, el aula y ponte a vender vituallas, verduras y así progresas y dejas el mundo de miseria en el que vives".

Pero este mismo proceso conduce a que las escuelas que forman docentes pierdan atractivo, porque nadie o casi nadie, salvo poetas y soñadores, que siempre son muy pocos, vean disminuir sus matrículas.

La mentira expresada por algunos voceros del gobierno relativa a que "cualquiera puede hacer el trabajo docente", lo que significa que pareciera no haber preocupación por el asunto, aparte del concepto monetarista que prevalece en las altas esferas de mando, pudiera favorecer el riesgo del deterioro de la calidad de la escuela pública. Lo que podría traducirse también, en el abandono de la misma por buena parte de la matrícula que se trasladaría al subsistema privado.

Si bien es verdad, que la escuela privada pudiera estar perdiendo matrícula por la incapacidad de un sector de su mercado para pagarla, también lo es que, buena parte de la población, aún por debajo de lo que antes se ha llamado clase media, está percibiendo remuneración o ingresos en general en dólares y pudieran cubrir esa matrícula en cierta medida.

Entonces es indudable que los bajos salarios del docente del sector público, conspiran contra la calidad de la escuela en este universo y, en consecuencia, favorecen a la educación privada que está cobrando matrícula y pagando salarios en dólares. Pero los bajos salarios de los trabajadores en general también operan en el mismo sentido, pues una buena parte de los venezolanos, por eso mismo pudieran dejar de enviar sus niños a las escuelas. Lo que podría llevarnos a una nueva realidad donde, aunque la matrícula pública se mantenga por encima, tendería a estar por debajo en cuanto a calidad, pese esos pocos poetas y soñadores que nunca van a dejar de estar presentes.

Dejamos para el final el tema del Estado Docente por la enorme importancia que tiene. Como que la escuela forma alumnos, en la medida de lo posible y la realidad misma, de acuerdo al interés de la sociedad toda y la síntesis derivada de los factores que inciden en el Estado que, pese siempre este refleja en buena parte los inherentes a la clases que dominan, hace posible cierta libertad y oportunidades para que ellos no se impongan radicalmente, como formar ciudadanos contrarios al interés nacional, favorables a valores que les son ajenos y mediante objetivos contrarios a la soberanía.

La pérdida de la conquista del Estado Docente, mediante el control del sistema educativo por el capital privada comporta riesgos, más cuando hemos visto antes, con consignas como "aquella" de "con mis hijos no te metas", intentando desconocer aquel, pese la enorme inversión estatal de entonces en el sistema educativo, como sería si ese estatus llegara a invertirse, tal como pareciera anunciarse, cuando desde el Estado, partiendo de concepciones hasta irracionales, por el empeño de copiar de realidades muy distintas a las nuestras, se desdeña el asunto salarial del docente y la inversión en la escuela.

Es bueno volver sobre aquello de "con mis hijos no te metas". El Estado emitió un decreto, si mal no recuerdo bajo el número 1021, que no era más que la creación del supervisor itinerante. Se trataba de una muy vieja figura existente en la Venezuela de antes y los sistemas educativos de muchos países, donde la supervisión llega hasta la casa misma, como cuando el niño deja de asistir o tiene una conducta que obliga a encontrar las causas en función de él mismo. Para la década del 60 y más allá, ese supervisor itinerante existía y tal función la desempeñaban docentes de muy alto nivel y experiencia. Los cuales se ocupaban de evaluar el trabajo directivo, los asuntos administrativos, pero llegaban al aula con el fin de hacerlo con el trabajo docente y de allí derivar conclusiones y acciones para corregir lo que fuese menester en lo relativo al manejo de las técnicas pedagógicas.

El decreto 1021, relativo al supervisor itinerante que, estaba destinado a todo el sistema escolar, privado y público, justificado además en el modo decadente de supervisión existente, fue satanizado con aquello de "Con mis hijos no te metas" y el infantilismo que Chávez les quitaría los muchachos a sus padres , por la simple razón de llevarle la contraria al gobierno y, porque los dueños de los colegios privados entraron en una de terror injustificado se llegase hasta límites para ellos no permitidos.

Hay un hecho curioso. En aquella oportunidad, me desempeñaba como Presidente de la Junta Calificadora de los docentes en el sistema escolar de la Gobernación del Estado Anzoátegui. Valiéndome de ese rango envíe oficio a la Secretaria General de Gobierno, con copia directamente al gobernador, ambos cargos desempeñados por funcionarios partidarios entonces del presidente Chávez, para que esa figura, la del supervisor itinerante se aplicase y nunca recibí respuesta ni se llegó a aplicar. El mismo MPPE desistió de aquello ante la agresiva y amenazante reacción de la oposición política, estimulada, desde las sombras, por la Asociación de dueños de colegios privados, que tuvo el acierto de ganarse a las comunidades educativas, todas ellas de la clase media hacia arriba, vendiéndoles la idea que todo estaba dirigido a "controlar" a sus hijos y por eso aquello ya mencionado de "Con mis hijos no te metas". Una cosa infantil, irracional, pero manejada por el interés político de aterrorizar, como que el gobierno les quitaría los muchachos, que prendió en un universo que teme y se aterroriza con cualquier cambio.

Vi aquello, desde la mejor buena fe, ajeno a pequeñeces y negocios, como una manera incluso de sobreponerse a aquella forma de supervisión burocratizada y banal, donde el supervisor sólo era un mandadero, simple cartero, intermediario entre la escuela y el Estado, encargado de llevar oficios y recabar informaciones aportadas, no de su observación, sino elaborados por los dueños o directores de los colegios, fuesen públicos y privados. Y si a ver vamos, la figura del supervisor itinerante, en la escuela de entonces, tampoco era indispensable, bastaba que los existentes desempeñasen su rol conforme lo demanda el trabajo docente, afinandolos objetivos y estrategias. Lo que implica que los altos jefes del sistema educativo no pueden ser personas improvisadas, que pasan del ejercicio de la política, en lo que llevan años, o por esta misma, a altos cargos en el área educativa de lo que en muchos casos nada saben.

Fue aquello un desafío, nunca antes visto, al Estado Docente. Una sublevación de los propietarios de colegios que trataban de proteger sólo algo sustancial, como la privacidad de sus negocios y el margen del cobro de sus matrículas. Y aquello sucedió en un momento de bienestar, de salud del negocio de la educación y fortaleza del Estado, sobre todo por la inmensidad de los recursos de los que éste disponía. De donde uno concluye que, dadas las circunstancias expuestas a lo largo de este trabajo y de seguir las cosas tal como han venido y el cuadro que prevemos, no es desechable la idea que el Estado Docente esté cercado y bajo amenaza.

El valor del Estado Docente y hasta el de la familia, se están perdiendo con la enorme influencia de los medios de comunicación, al que en esta era moderna se le agregan los canales que entran por las cableras y la inmedible capacidad de penetración y alcance de las nuevas redes sociales, que no atienden ni siquiera a la prudencia y la simple supervivencia. Pero que, sin duda, juegan a favor, determinantemente, de la tendencia mutante del modelo y el colonialismo que pesa sobre nosotros.

Según noticia de última hora, dada por voceros autorizados, es muy elevado el número de docentes que están migrando de la dependencia de la Dirección de Educación del Estado Anzoátegui al MPPEE, para cubrir las vacantes que allí se están dando, en virtud que en este último despacho pagan salarios un poco menos miserables que en el primero mencionado.

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