Los salarios. ¿Marchamos hacia la privatización de la educación? Bajo amenaza el Estado Docente? (IV)

Viernes, 04/02/2022 03:21 PM

Nota: Por error nuestro, la parte V de este trabajo salió antes, la que se puede leer siguiendo el último enlace de los abajo puestos.

Las partes I-II-III-V del presente trabajo, se pueden leer siguiendo estos enlaces:

https://www.aporrea.org/educacion/a308588.html

https://www.aporrea.org/trabajadores/a308839.html

https://www.aporrea.org/trabajadores/a309113.html

https://www.aporrea.org/trabajadores/a309436.html

El presidente Chávez puso mucho énfasis en comentar acerca la tendencia a la privatización de la matrícula escolar en los gobiernos anteriores, Pérez y Caldera, asunto del cual hablamos en la primera parte de este trabajo. Comentamos las razones de fondo, como los compromisos contraídos con el FMI, derivados de los préstamos otorgados con ese ente bancario que obligaban a rebajar sustancialmente el "gasto público", pues para ellos, educación y salud, erróneamente son gasto y no inversión.

También hablamos como cierta corriente sindical, tanto del lado del gobierno, los partidos de la socialdemocracia y hasta grupos de la izquierda, por falta de claridad y su casi infantil, pragmática y hasta irresponsable manera de abordar el asunto, cayeron en la trampa de aquellos gobiernos que les provocaban a hacer uso desmedido del recurso de la huelga, para que los representantes optasen por inscribir a sus hijos en la escuela privada. Fue todo un plan destinado además a desacreditar a la pública y vender como mejor opción a la privada, de mayor calidad. Señalamos como los propios maestros preferían inscribir sus hijos en la escuela privada y no en la suya, "porque en esta casi todo el tiempo estamos de paro". Se llegó a tal extremo que el día de pago de la quincena, en una buena cantidad de escuelas de Anzoátegui, de no hacerlo a las 9 ó 10 de la mañana, la dirigencia sindical paraba las actividades hasta que ese trámite se hubiese dado. Mientras tanto, hasta en cosas insignificantes, el gobierno violaba lo dispuesto en los contratos y en el Reglamento del Ejercicio de la Profesión Docente, para provocar paros de las actividades escolares.

Hubo mucho de aquellos que llamaban, a quienes intentaban detenerles y hacerles saber el mal en que incurrían, colaboracionistas con la derecha y hasta reformistas. Tema esta del cual hablaremos en otras entregas diferentes al tema que ahora nos ocupa.

Muchos de quienes lo anterior practicaron, aparecieron liderando a nivel político, gubernamental y particularmente al frente de los entes educativos de mayor jerarquía en el Estado Anzoátegui, en la gobernación de Alexis Rosas, luego siendo ya Chávez presidente.

Y esto es bueno tomarlo muy en cuenta, pues es una muestra como el capital internacional e interno, con sus agentes y sus políticas, puede "bajiar", embelesar y con ello engañar a sectores que se creen o son tomados como vanguardia del movimiento popular y particularmente de los trabajadores, para asuman sus prácticas, como pudiera estar ocurriendo ahora, que con el bloqueo y las distintas maniobras que se utilizan, hagan aparecer sus fórmulas como las únicas salvadoras. Tal podría ser el caso del monetarismo, la Ley Antibloqueo y la relativa a Zonas Económicas Especiales, que implementa el gobierno por recomendaciones de sus asesores, nacionales e internacionales. Y hasta muestra de eso, es que ahora Diputados y alcaldes, supuestos revolucionarios, leales y "patria o muerte", aparezcan inmiscuidos en contrabando de drogas.

Hay un dato curioso. Docentes que trabajaban tanto en la pública como en la privada, muy mal evaluados por sus supervisores de la primera, tanto en rendimiento, dedicación, buen servir, como lo simple de cumplir con rigidez el horario y asistencia al trabajo apegado a su tiempo de servicio, en la privada, en todo eso, resultaban excelentes.

Fueron personajes, sin saberlo, que servían a la innoble causa de desacreditar la escuela pública, con el aval de las instituciones privada y pública, porque en ambas bien sabían quiénes eran exactamente cada uno de los que a ellas les servían.

Siendo yo subdirector de un liceo de Pto. La Cruz, un cuñado llegó a mi casa a invitarme le acompañase a un colegio privado, cuya matrícula estaba integrada por familias de muy altos ingresos y donde estudiaba su hija, mi ahijada, quien esa tarde recibiría sus notas finales para graduarse de bachiller. Al llegar al colegio nos hicieron entrar a un amplio salón donde, el docente guía del aula de mi ahijada, entregaría las notas y cumpliría el ritual correspondiente, como hablar en público con los asistentes, hacerle las recomendaciones que considerase pertinentes y hasta felicitarles por el logro de sus representados. Responder alguna pregunta que los asistentes quisiesen hacer y estuviese dentro de sus posibilidades y alcances. El docente, en este caso felicitaría a los padres o representantes, daría las indicaciones que fuese menester, escucharía las opiniones y hasta reclamos de estos. Luego llamaría uno por uno, en el mismo orden alfabético de la lista del aula a los representantes, para entregarle los boletines y en forma privada trataría lo que fuese necesario con la intención de ayudar y orientar.

Estando sentado cómodamente en el salón, quedé sorprendido al ver entrar a un profesor, militante del partido de gobierno, que trabajaba en el liceo donde yo era el subdirector recién ascendido, de conformidad a la contratación y el Reglamento del Ejercicio de la Profesión Docente y con quien había trabajado junto durante años como profesor por horas; era él el profesor guía del curso.

Siendo la letra del apellido de mi cuñado "V", fue el último en ser llamado. Es decir, estuvimos dentro del aula hasta el final, viendo a aquel docente hacer su trabajo como mandan las reglas. Al fin, le tocó el turno a mi cuñado, quien se acercó al docente a recibir el boletín de su hija y conversar con el profesor, escuchar de este lo que tuviese que decirle y decir él lo que creyese pertinente, mientras yo salí discretamente del salón y me fui lo más lejos que pude.

"¿Qué te pareció el profesor?" Eso me preguntó mi cuñado. Se sentía justificadamente feliz, aparte por la de la graduación de su hija, ver a aquel docente manejar aquella rutina de manera cuidadosa y hasta entusiasta. Escuchar de él observaciones puntuales y, hasta en privado, unas muy certeras, demostrativas de una excelente observación y preocupación por sus muchachos, acerca de su representada.

"En verdad, no sé qué decirte", comencé a responder, "pues no sé si este que está aquí es el mismo que lleva años trabajando junto conmigo o es otro. Fíjate que no le saludé porque estoy confundido, tanto que creo no conocerle, pero al mismo tiempo sé le conozco bastante".

"Allá, en el liceo donde fui durante años profesor por horas y ahora subdirector, él trabaja hace unos 5 años también como docente de aula. Es del partido que ahora gobierna y es también profesor guía como lo es aquí".

Callé un momento para suavizarme, y continué: "Justamente, una de mis funciones es supervisar actividades como estas y este colega, justamente este, que te ha impresionado, es el único que se niega a cumplir esa tarea como aquí lo hace. Allá, valiéndose de su militancia política, complicidad del director y hasta las autoridades de más arriba, se comporta como lo peor que puedas imaginarte, lo contrario a un educador. En lugar de recibir a los representantes en el aula, como lo ha hecho aquí, los recibe en los pasillos y uno por uno, según vayan llegando, les entrega los boletines y despacha esa tarea en 5 ó 10 minutos y se marcha. Estoy cansado de hablarle, pasarle oficios, de estos enviar a la dirección y nada logro, pues más nada puedo hacer".

"¿Por qué esa conducta tan extraña?" Eso me preguntó mi cuñado.

Respondí de esta manera; "Pues, por dos cosas. Le conozco bien. No es docente, tiene un título y más nada. Odia esta profesión. Se siente apoyado en el gobierno, eso se cuidó de buscar y sabe que allá, además, le amparan los sindicatos y la estabilidad mal entendida. Pero sabe que aquí, en este colegio privado no. Aquí hace el esfuerzo por ser otro, pese le pagan menos que allá."

La clave de lo anterior es que habiendo conquistado el gremio docente el derecho a contratar, se estableció entre las clausulas la de la estabilidad, educadores como ese solían ampararse tanto en su sindicato como en el partido, sobre todo cuando el suyo gobernaba. Sindicatos y partidos, poco interés ponían en asuntos de moral.

En el sector privado, el educador queda sujeto a un contrato de trabajo que se renueva cada año a conveniencia de las partes. Lo que implica que en este mundo la cláusula de estabilidad no prevalece. Pero sí el interés del propietario del colegio y la educación privada toda, de exhibirse y venderse como de mayor calidad.

Por lo anterior, el mismo educador, resultaba como con doble personalidad y virtudes profesionales. En la privada era excelente en todas las facetas inherentes a esa actividad, por lo menos en lo que la educación tradicional asumía como tal, mientras en la pública no cumplía [ED1] [ED2] ni siquiera con las mínimas exigencias. Era, este, como "El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde."

Por supuesto, al buscar las causas de ese comportamiento, salvo mala intención, no se hallará en la cláusula de estabilidad, sino en la complicidad de las autoridades y gremios. Pues quienes, siendo docentes, militantes de la izquierda, aparte que extrañamente, salvo casos muy contados, por necesidades del servicio, como en las áreas de matemáticas, física y química, los colegios privados no nos ofrecían oportunidades de trabajo, sin importar credenciales, no podíamos asumir aquel comportamiento, pues de inmediato se nos sancionaba de alguna manera sustancial, como mínimo, la disminución de la carga horaria y con ello de los ingresos. Sé bien, como en áreas inherentes a las Ciencias Sociales, los docentes conocidos como militantes de partidos de izquierda o como en mi caso particular, la mayor parte de mi vida docente sin militancia, pese las credenciales, no eran para nada del interés de los colegios privados.

Además, la cláusula estabilidad no amparaba ni ampara conductas contrarias a los deberes de los trabajadores.

Debíamos, quienes éramos discrepantes de los partidos del "puntofijismo", ser demasiado cumplidos y rendidores como opción, no para ascendernos, lo que siempre fue muy difícil, sino simplemente para que nos aumentasen la carga horaria o no nos la rebajasen. Fue necesario avanzase bastante la lucha sindical y reivindicativa del magisterio, para que nosotros comenzásemos a ascender en la escala docente, hasta llegar al Reglamento del Ejercicio Profesional, el cual, pese sus deficiencias, significó un mecanismo o derecho para defender a quienes no formábamos parte de los partidos que se turnaban el poder, AD y Copei.

En medio de todo esto, entre educadores y factores políticos, comienza a tomar cuerpo la idea de "favorecer con créditos", desde el sector oficial a educadores "emprendedores", como se les pudiera llamar ahora, para que fundasen escuelas y liceos privados que recogiesen esa matrícula que cambiaba de espacio, buscando una "mejor educación".

Pero cuando el presidente Chávez abordaba el tema de la tendencia al crecimiento de la matrícula escolar privada por encima de la pública, lo hacía desde una falsa perspectiva, la que le había sido dibujada por algunos de los viejos dirigentes sindicales del magisterio que le apoyaban y que mucha responsabilidad tuvieron en los errores cometidos dentro de ese universo. Para ellos, que como dijimos, mayormente fueron sindicalistas y no educadores, pese se les venda contrariamente, aquel fenómeno se debía al "cobro excesivo" que se hacía en las escuelas públicas a través de las "Comunidades Educativas".

Una mentira sin fundamento, como que un alumno debía pagar en una escuela privada un monto de unos 300 Bs. mensuales, mientras a la mayoría de las comunidades educativas del sector público, un máximo de unos 50 Bs. anuales, se cambiaba de un espacio a otro por ahorrar o la imposibilidad de pagar la segunda de las cifras mencionadas. Y esa narrativa como infantil fue asumida por el presidente y repetida como una verdad.

La actitud de no revisar lo hecho, someter a crítica lo actuado, es de muy vieja data y se prefiere ocultarlo y entonces, sobre la base de eso, reanudar la marcha para terminar, de una manera u otra, repitiendo los

 


 

 

[ED1]

 

 

 

 

[ED2]

 

 

 

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