Por un tiempo, al coronel, nadie le escribía, pero comienzan a llegarle cartas. La lucha por el salario

Lunes, 28/03/2022 03:46 PM

Desde afuera y desde adentro, ¡por demás!, como se dice en nuestro lenguaje coloquial, se habla mal del gobierno.

Se le critica con razón o sin ella. Se dicen muchas verdades y hacen reclamos por demás justificados, como se miente y exagera, desde la perspectiva global o desde la de cualquiera que padece todo lo que se nos ha venido encima. Pero también cada quien se inventa el cuento que más le agrada o se aviene con lo que persigue, en lo inmediato y a largo plazo.

Economistas como Pascualina Curcio, Tony Boza, suelen discrepar del monetarismo que prevalece en el gobierno y las políticas salariales que éste aplica. Ahora mismo, hay una polémica como torrentosa acerca de la recientemente anunciada medida sobre ese asunto; tan torrentosa y desordenada que, cada quien da una versión diferente de lo que acontece, mientras el gobierno calla y la oposición, entendiendo como tal la que se expresa a través de los partidos, aquello o todo ignora, tal como si nada de eso estuviese sucediendo. Porque para ella eso no existe.

La conducta del gobierno sobre ese particular, el pago del salario, es exactamente la misma de los gobiernos anteriores. Es un rasgo que ratifica lo que solemos decir que, este Estado, en gran medida, salvo las figuras que parecieran conducir el autobús, es el mismo de antes. Al Estado y al gobierno, poco importa lo que la multitud piense, salvo en los instantes electorales y no la cree digna de ser informada abundante y convenientemente. Es una habitual conducta de clase y burocracia. Ahora mismo, hace apenas unas horas, el gobierno ha hecho unos depósitos a los trabajadores de la docencia, universo del cual formo parte y no hay quién sepa a qué corresponde eso. Y esa información es necesaria por muchas razones. La multitud por los medios pregunta y no hay quien ofrezca una respuesta oficial para saber a qué atenerse.

Pero no es sólo que el gobierno no informa, sino que la dirigencia sindical tampoco lo hace. Uno piensa, pues es como elemental, que esta sabe lo relativo al asunto, pero tampoco informa. Lo que parecería ser una manera de evadir y hasta confundir un debate que no le interesa o cree inoportuno o lo que es peor, que el gobierno se da el lujo de, hasta a ellos, particularmente a quienes están muy cerca, no considerarlos dignos de informarles. O como decimos en las calles, "no les paran un tantito así".

Es evidente que el descontento, particularmente el de los trabajadores, pilares fundamentales en la producción de riqueza y plusvalía, de verdad, en Venezuela, ahora es cuando comienza a tomar forma y organizarse.

De un tiempo para acá, dirigentes de trabajadores y grupos de estos, comienzan a manifestarse, tratando de encontrarse, alrededor de la lucha por los salarios y los contratos colectivos. Lo que les une.

Esta lucha tiene un rasgo distintivo, se empieza a desarrollar, ampliarse, organizarse y manifestarse con relativa trascendencia, totalmente al margen de los partidos políticos, incluso del que ejerce el gobierno y sus aliados. Corre por los medios un video, donde se exhibe, como trabajadores petroleros, con su actitud, obligaron a un importante "dirigente" sindical de ese universo, abandonar el espacio cerrado donde se reunían.

Hasta pudiéramos decir que, está naciendo, del fondo de las bases, una fuerte resistencia u oposición al gobierno, ajena a los partidos, donde militantes del propio Psuv participan, con respecto a sus políticas económicas, salariales y la persistente tendencia a desconocer o ignorar los contratos colectivos. Pues el tema salarial, para los trabajadores, sin importar donde estos militen, es trascendente y en eso, la clase y por ello la dirigente, debe ser muy cuidadosa y tener claro que existe, primordialmente por los intereses generales e inmediatos de sus dirigidos y representados, antes que por el gobierno que pudiera respaldar.

Quienes desde 1999 se definieron como opositores al gobierno del presidente Chávez y configuraron bloques con distintos nombres, como aquel de la MUD, sólo elaboraron políticas destinadas a tumbarlo, visto que, sacando sus cuentas, no les era posible ganar elección alguna de las tantas que se celebraban. Opción que les llevó a establecer vínculos estrechos con el gobierno de EEUU y a éste servirle incondicionalmente, en base a la que siempre tiene sobre la mesa, no importa la región o país del mundo que se trate, lo de la violencia e ilegalidad, invasión, guerra y golpe de Estado. Lo de ellos fue aquel disparate llamado "La salida", que se proponía sólo salir del gobierno sin importar cómo, en lo relativo a violencia y el costo que eso significase para el pueblo y el interés nacional. Eso les costó que nunca hayan tenido respaldo dentro de los trabajadores, pues mostraron que estos poco les importan. Recordemos aquellas huelgas o paros, de portones cerrados y empresarios sin obreros Y es así porque están, de hecho y por su origen clasista, al servicio del capital.

Por lo de Ucrania, el presidente Biden, acusa ante el mundo a Putin de invasor y hasta "carnicero", como si todo el mundo fuese tan inocente y caído de la mata para olvidar lo que ellos hicieron en Vietnam, Libia, Afganistán, Siria y en todos aquellos países que han tenido gobiernos que no fueron de su gusto, como la infinidad de golpes de Estado e invasiones de lo que son responsables en nuestra América. Ahora mismo se habla, como toqué en artículo anterior, que voceros militares del país del norte, en combinación con las fuerzas de Uribe, han estado hablando acerca de un golpe en Colombia, antes o después, dado el posible caso que Gustavo Petro gane las elecciones. Francia Márquez, candidata a la vicepresidencia en la fórmula que encabeza Gustavo Petro, acaba de denunciar que está siendo amenazada de muerte.

Hoy mismo, los medios informativos del mundo, dieron a conocer como Biden, de visita en Polonia, expresó que Putin "no puede permanecer en el poder".

Según su parecer, que se le chisporroteó, como diría "Chespirito", por lo que inmediatamente salieron a aclarar lo que dijo, por la fuerza de la costumbre y el creer que Estados Unidos es el dueño del mundo, a Putin habría que darle un golpe de Estado. No olvidemos que cuando se habla de Venezuela o cualquier país débil del mundo, los presidentes de EEUU, suelen enfatizar que "todas las armas están sobre la mesa".

Ese espíritu invadió y hasta ensució la mente de la aplastante mayoría de los dirigentes opositores de Venezuela, desde 1999, sin percatarse que se estaban alineando con la estrategia del gran capital del norte de apoderarse de nuestros recursos a como diese lugar y en eso se la pasaron casi todos estos años. Dados los resultados, por los persistentes fracasos, derivados de montar "paradas" políticas al margen del deseo y disposición de la mayoría de los venezolanos, la oposición comenzó a fragmentarse y embriagarse de otra mala estrategia.

A su vez, las fuerzas que apoyaron a Chávez, en la época de Maduro, también comenzaron a dividirse, dado que las gestiones gubernamentales y los escandalosos casos de corrupción, unos tirados al olvido y otros resueltos de manera tan cómoda que, los incursos en ellos se volvieron opositores para ampararse en el gobierno de EEUU y la derecha misma, hasta donde a estos sirviesen, como el caso de Ramírez y sus seguidores, entre los cuales se halla la ex fiscal Luisa Ortega Díaz, quien llegó al descaro de declarar que su gestión de imputar a Leopoldo López por todo lo que sabemos, le fue impuesta bajo amenaza.

Pero a su vez, la izquierda que se ha venido separando del gobierno de manera tan "aluvional", una palabra que tanto gustaba a Carmelo Laborit, no ha podido o no se ha propuesto, lo que ha sido casi habitual en ella a lo largo de la historia venezolana, configurar un frente para impulsar las luchas del pueblo y evitar que el gran capital y EEUU terminen por acorralar al presidente y su equipo, quienes manejan al Estado.

"El coronel no tiene quien le escriba". Pese sus persistentes reclamos ante el poder central por sus derechos, derivados de sus servicios en largas y abundantes guerras, va y viene a la oficina del correo sin nunca hallar una carta que le responda.

Aquella lucha opositora golpista, al servicio de la estrategia estadounidense y la del gobierno mismo, destinada a defenderse de la violencia cotidiana que significaron las guarimbas, más la abundancia de los primeros tiempos que permitía al gobierno, por su propia subsistencia, adelantarse a los reclamos de los trabajadores mediante sus armas, como los contratos y las huelgas, terminó en todo esto que hemos visto a lo largo de muchos de estos años transcurridos, pero que pareciera cambiar, quizás un poco tímida y abundante. La dirigencia obrera, casi sin percatarse, terminó postrada y acostumbrada a una manera de hacer las cosas que ha estado persistentemente en contra de los trabajadores.

El sindicalismo opositor, el de la extrema derecha, si es que existe alguno, hizo y hace lo que le corresponde. El de los partidos socialdemócratas que se dejaron envolver por aquellos, creyendo que podían desaparecer y ser absorbidos, a falta de plantear su propia estrategia y respuestas, optó por acomodarse y hasta aliarse al primero y olvidar las luchas obreras y populares, porque eso no estaba en la táctica y estrategia de quienes sólo optaban por tumbar al gobierno y lo peor, en favor de las clases dominantes de fuera y adentro.

La izquierda que se fue desprendiendo del gobierno, que lo hace a cuentagotas, de manera grupal y la mayoría de las veces de manera individual, tiene eso que llamamos "carácter aluvional" y, en consecuencia, poca fuerza.

Quienes en los últimos años optaron acertadamente por deslindarse de la oposición de ultraderecha y golpista, han estado poniendo en práctica una estrategia que no envuelve la lucha por los derechos de los trabajadores sino simplemente ganarse el afecto de los electores contrarios al gobierno pero cansados de los errores y hasta actos descarados de corrupción del llamado gobierno interino. Y en eso, pasan por alto asuntos de tanta importancia como los salarios, contratos colectivos, precios de las mercancías, destrucción de los servicios públicos, excesiva ganancia de ciertos grupos.

Es decir, "El coronel no tiene quien le escriba", o para mejor decirlo no ha tenido quien le escriba, tanto que los sindicalistas partidarios del gobierno, quienes por su naturaleza y origen deberían estar al frente de las luchas salariales, como solían hacerlo, en determinadas circunstancias hasta los adecos, han optado por jugar el rol de carteros, de portadores de mensajes, de llevar y traer pero nunca liderar un reclamo. Y esto, quienes lideran lo que llaman "El proceso", que nada tiene que ver con Kafka, deberían revisar, pues les ha hecho mucho daño. Demasiado han abusado con tal proceder que no siempre se justifica.

En verdad, desde la perspectiva de las luchas de los trabajadores ante el empresariado y el gobierno mismo, que es en gran medida patrón, lo que no se puede olvidar, pues se trata de un asunto puntual, en este país la oposición ha estado ausente. Pero también el movimiento sindical oficialista que se define como revolucionario y gran parte de la izquierda "trasnochada".

No obstante, por el trabajo de ciertas individualidades, hasta ligadas al gobierno, que en eso no han dado tregua, pese algunas veces hayan visto obligadas a ser cautelosas para contener avalanchas, como Pascualina Curcio y grupos sindicales bastante conocidos en diferentes partes del país, las cosas parecieran empezar a cambiar, como que la lucha salarial comienza a tomar fuerza y forma, pese los partidos parecieron dormidos y ausentes.

Nota leída aproximadamente 2335 veces.

Las noticias más leídas: