Una nota de prensa fechada en Caracas en fecha 26 de julio de 2022 indica que el Tribunal Supremo de Justicia debatirá, mediante resolución N° 00252, redactada por el magistrado Malaquías Gil Rodríguez, presidente de la Sala Político-Administrativa, la controversial, injusta y muy rechazada tabla salarial Onapre, impuesta por el gobierno nacional desde el 15 de marzo para los trabajadores del sector público, para determinar si se confirma o anula definitivamente.
Este instrumento sacado del bolsillo con toda la mala intención imaginable, la diseñó y ejecutó el ministerio de Finanzas, pero su ideólogo es el mismísimo presidente obrero Nicolás Maduro Moros. De ahí las protestas de calle y a través de las redes sociales contra dicho instrumento, considerando que vulnera tablas salariales históricamente acordadas y plenamente vigentes, desmejorando primas y derechos salariales establecidos legalmente. Además, su ejecución no fue consensuada ni discutida, sino mampuesta a los porrazos.
Las universidades públicas han sido firmes en su posición, por cuanto el grupo de trabajadoras y trabajadores universitarios (docentes, administrativos y obreros) abarca a una población laboral muy vulnerable, sometida a la pobreza extrema como consecuencia de la devaluación de la moneda, la retaliación política del gobierno al etiquetarlas de "partido político opositor"; desconociendo la libertad de credos, de principios ideológicos y de derechos humanos que subyace en la naturaleza académica de estas instituciones.
Como profesor de la Universidad de Oriente desde 1991 nunca me importó, ni me ha importado, si un alumno o alumna es de derecha o izquierda, apolítico o ateo, evangélico o mormón. Se supone que enseñamos, no que manipulamos. La libertad es esencial para el conocimiento científico y el desarrollo humano.
Ante la diáspora y el éxodo de cientos de miles de profesionales jóvenes venezolanos formados en la educación superior gratuita del país, Venezuela debería fortalecer y reconstruir estas instituciones, y esto pasa por dignificar los salario y respetar la dignidad de su recurso humano en todos los niveles, académicos, de servicios y estudiantiles. Nuestras cajas de ahorros y seguros de HCM, entre otros beneficios prácticamente desparecieron.
Abrigamos un mínimo de esperanza para que el Tribunal Supremo de Justicia se abra al futuro del país, y por un momento obvien sus parcialidades partidistas pro gobierno, las más de las veces; y deroguen ese parapeto de la Onapre que afecta la salud, la alimentación, la seguridad social y la paz humana de tanta gente pobre y empobrecida de nuestra patria: ancianas y ancianos jubilados, hombres y mujeres de la tercera edad, adultos mayores y jóvenes en pleno ejercicio de sus labores, que viven mal alimentados, mal vestidos y con serias carencias dentro de su hogares por efecto de esos salarios de hambre. Mucho hemos tolerado. Mucha rabia circula ya en nuestras venas.
En lo personal he manifestado —a veces obscenamente— mi molestia con este gobierno que se hace llamar "revolucionario" y "socialista", puesto que considero que no hay voluntad política para aliviar las penas materiales que tanto nos matan. He sido y seré siempre un intelectual de izquierda, pero no avalo la desfachatez con que el presidente Nicolás Maduro Moros se burla de los trabajadores. Sin añadir más líneas, basta decir que detrás de esta sentencia del TSJ está la mirada de un país que ya no aguanta más vejámenes y burlas, humillaciones y miserias. Esperemos a ver qué pasa. Es de humanos tener fe.
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