¿Por qué callan? Recordando a Luis Britto, P. Curcio, Julio Escalona, Vladimir Acosta. El fuerte ruido de la ONAPRE

Martes, 02/08/2022 03:14 PM

Se dice en el lenguaje coloquial, "quien tiene buena voz no manda a cantar a otro". Y es muy malo para el espectáculo que habiendo buenos cantantes, quienes no saben hacerlo sean quienes tomen la escena.

Voy a abordar el asunto de la ONAPRE, advirtiendo que bien sé, no se trata de una decisión que, siendo arbitraria, no emanó independientemente de ese organismo y menos de un personaje de quien se ha dicho y mostrado mediante viejos juicios suyos, es neoliberal y partidario de resolver toda crisis del capitalismo exprimiendo cada vez más a la clase obrera, sino de una concepción asumida por el Estado y las figuras más relevantes que lo representan. Es la vieja idea del capitalismo, según la cual, todo equilibrio de las cuentas, baja de la producción y hasta pérdidas solo se resuelven aumentando el nivel de explotación de los trabajadores. ¡Qué sean ellos quienes paguen las culpas! Eso es más viejo que Matusalén y se hace, porque el dueño del capital, siempre directa e indirectamente tiene más peso sobre el Estado, sobre todo cuando quienes a este manejan rompen las amarras que le atan al movimiento popular. Y, el pendejo o más débil, siempre pagará las culpas. Al Estado, el movimiento popular, si llegare a abordarlo, no puede desatarlo sin hacer cambios sustanciales en la sociedad, pues él tiene sus querencias, las por la vieja cultura y la fuerza inercial que trae, las que lo impulsan por el derrotero antes trazado. Sus costumbres son ancestrales y hay que domarlo y controlarlo, si no seguirá en lo y por lo mismo.

En "El príncipe y el mendigo" de Mark Twain, el primero se va a la calle y deja en su sitio a Tom Canty, un mendigo, quien se le parece físicamente, tanto como si fuesen mellizos. Pero el príncipe, "ni corto ni perezoso", como solían decir antes, se lleva los sellos y claves reales para mover el poder, para asegurarse volver cuando quisiese y evitar que Canty le jugase "quiquirigûiqui".

Para los extremistas de derecha y aquellos que al analizar la coyuntura suelen hacerlo impregnados de sentimientos encontrados o mucha rabia, diré como vengo diciendo, esto no es un asunto personal ni grupal, no es sólo Maduro y el Psuv, lo es también la clase capitalista, venezolana o extranjera, que se beneficia con las medidas, en todos los sentidos, hasta más allá del salario, contrarias a los trabajadores. Y es culpa de las organizaciones de trabajadores, como hemos comentado antes, que dejaron en manos del Estado el manejo del asunto salarial y se limitaron por años a esperar que aquél "les tirase algo". La clase dominante en lo económico ha logrado hasta ahora, con este gobierno, lo que quería cuando apoyaba las guarimbas y hasta EEUU y el capitalismo todo también.

Ya se ha vuelto vieja y repetitiva la historia de los debates dados por Pascualina Curcio, Tony Boza y otros, entre los cuales en un principio estuvo Julio Escalona y otros más, contra las ideas monetaristas de la gente del BCV y por supuesto del alto gobierno, acerca del salario y de su indexación al Petro.

Pero también ha habido, en paralelo, otro debate, el relativo a las leyes Antibloqueo, Inversiones extranjeras y la derivada de ambas, la de las Zonas Económicas Especiales (ZEE).

Los dos asuntos o debates siguen vigentes y "en el tapete", el liderado por Pascualina Curcio, sobre el salario y el encabezado por Luis Britto García contra las leyes anteriormente mencionadas, tanto que el escritor antes mencionado llamó a una de ellas "Ley Terminator" y la llamó así porque según su opinión "las leyes de tal índole contienen una renuncia a la inmunidad de jurisdicción: al soberano derecho de la República Bolivariana de Venezuela de resolver sus controversias sobre asuntos de interés público con sus propias leyes y tribunales, y de no ser sometida a cortes o jueces extranjeros."

https://www.aporrea.org/tiburon/a257498.html

Todavía esperanzado, como también viene siendo quien esto escribe, en ese mismo artículo y refiriéndose a la "Ley Terminator", dijo Britto deseoso, "Todavía mejor, espero que rectifiquen, antes de ser depuestos por un juez extranjero. No queremos ese destino para los unos ni para la otra."

Intento "ponerme en los pies" del antes citado escritor, pese sandalias o zapatos me queden demasiado grandes para reclamar con todo respeto pero entereza, por lo de usar un organismo dudoso, para violar desde la Constitución de la República Bolivariana, que vela por los derechos de los trabajadores, la Ley del Trabajo y su reglamento y los contratos de los trabajadores que tienen el carácter de leyes especiales y particular fuerza y mandato. Es cierto, Pinochet usó recursos parecidos, caído el gobierno de Allende y, valiéndose del vacío de poder" y la arbitrariedad, tomó medidas parecidas que todos los revolucionarios y hombres justos y democráticos del mundo condenaron.

La decisión de la ONAPRE, constituye un golpe contra los trabajadores al servicio del Estado, tal como la Ley Terminator", lo hace con respecto a estos cuando se pongan al servicio de los inversionistas extranjeros.

Estoy, sin duda alguna y sin que eso me afecte íntimamente para nada, entre quienes piensa que pudiera ser, no lo sé, no entra eso en el campo de lo que llamaría mi especialidad ni conocimientos, que el gobierno no disponga de recursos para cumplir esas obligaciones y hasta que considere "prudente" o mejor "insano", lanzar al torrente circulatorio monetario la suma que significa el pago de las vacaciones, de conformidad a lo legal y acordado en los contratos, por lo que le recomiendan los monetaristas que manejan el asunto.

Pero siendo eso así, lo que obviamente es discutible, pues Pascualina Curcio y sus colaboradores y los anti monetaristas todos dicen lo contrario, la opción tomada por el gobierno, uno que viene diciendo que privilegia los intereses de los trabajadores y hasta habla de hallarse "en transición al socialismo", no es la pertinente sino, como solía decir, Carlos Andrés Pérez, "todo lo contrario". Pues lo que han hecho es casi derogar los principios constitucionales que amparan al trabajador, las leyes respectivas y los contratos de trabajo. Más o menos, lo mismo que hizo Pinochet. Y peor si ellas, esas leyes, forman parte del arsenal de los trabajadores para seguir combatiendo por sus fines últimos o ideales, como el cambio de la sociedad, aspiración que, según el discurso, comparte el gobierno.

Si nos ubicamos de nuevo en las "sandalias de Britto", pero también en las de Pascualina y mis buenos amigos Julio Escalona y Vladimir Acosta, cuesta entender que el gobierno del Presidente Maduro, heredero de Chávez y su discurso, de lo establecido en el Plan de la Patria, que lo de la ONAPRE*, pese las dificultades hasta derivadas en primer término del bloqueo impuesto por EEUU, actúe como el de Pinochet y, para decirlo en el lenguaje popular, se lleve en los cachos toda la legalidad y la justicia.

Pienso, quizás ingenuamente, aunque convencido estoy lo hago de la mejor buena fe, que sin dejar a un lado las diferencias entre monetaristas y sus contrarios, el gobierno, dado consideró inconveniente, imposible o no "sensato", poner a circular esa masa monetaria, la que no sé con exactitud su magnitud y significado, debió llamar a la representación de los trabajadores y llegar a un acuerdo; lo que es posible, pese la inconformidad siempre sea la misma. Pero lo que nunca debió hacer es actuar como Pinochet, que fue un gobierno dictatorial, de un tirano de extrema derecha y desconocer unos derechos laborales que costaron años de lucha y muchas vidas de combatientes verdaderamente heroicos.

Con ese gesto, de hecho, quedan invalidados los preceptos legales en favor del trabajador y se le concede al patrón, bien sea el Estado o privado, la libertad de actuar como le venga en gana.

Llegado a este momento, esta encrucijada, uno se pone en su soledad a pensar, recordar y se pregunta, ¿por qué callan?

Pascualina, Luis Britto, Julio Escalona y Vladimir Acosta, personajes a quienes admiro, respeto y sé, hasta me convenzan de lo contrario, que tengo la razón, que es la de ellos, pues por eso hemos luchado juntos toda la vida, están callados. Les imagino pensando en el "qué hacer" o decir. ¿Cómo intervenir en este debate sin romper los cristales ni fortalecer fuerzas que antes hemos combatido? Pero también preguntándose, en este crucial momento, ¿dónde está, cuál es el rival? ¿Qué decir para no generar más divisiones y enfrentamientos? Eso, a mí, que no soy nadie, me invade y angustia. Pero también debo atender con esmero aquello de la obligación de advertir a los nuestros por los medios que tengo a mano y sean más efectivos, tengan prudencia, están a la orilla de un farallón y un pequeño desliz puede hacerles caer al precipicio, que no es esto perder el poder, pueden seguir manteniéndolo, sino más bien optar por "saltar la talanquera".

¿Por qué callan? Su palabra se hace necesaria para advertir a los nuestros volver sobre los pasos de Chávez.

*Es ya repetitivo decir que no es la ONAPRE, sino el presidente Maduro. Algo así como aquel lugar común de "no es del ciego la culpa sino de quien le dio el garrote". Pero uno tiene el derecho a preguntar, ¿quién es el ciego, quién decide el destino del garrote? No es valedero preguntarse o dudar si el presidente Maduro está bien acompañado en Miraflores o es uno de los tantos solitarios, por las tantas barreras, que ha habido en el palacio de Misia Jacinta, para alejar al pueblo. Ahora recuerdo a mi viejo amigo Caupolicán Ovalles, ¿Duerme usted, señor presidente? Lo que también es valedero para Pascualina Curcio, Luis Britto García, Julio Escalona y Vladimir Acosta.

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