Aunque el gobierno no ha divulgado mayores detalles de lo conveniente y necesario a sus intereses, es claro que el acuerdo recientemente entre la petrolera estadounidense Chevron y el Ministerio de Petróleo venezolano, presagian un cambio radical para la economía de un país que durante 8 años ha sido víctima de duras sanciones económicas por parte de EE UU.
Si bien apenas han transcurrido pocos días de la firma del acuerdo ya se informó de la llegada a costas venezolanas de buques petroleros procedentes de EE UU, a los fines de operativizar los acuerdos firmados. No es broma que los gringos requieren del petróleo venezolano con urgencia, nótese que la tal ley Bolívar no fue sino un saludo a la bandera dirigida a los aliados antichavistas, a quienes el gobierno estadounidense hoy les da claramente la espalda.
Según estimaciones de economistas liberales, no adeptos al gobierno de Maduro, la reanudación de actividades de Chevron en el país podrían sumar 150.000 barriles diarios, adicionales a los que ya se comercializan, con lo que PDVSA se acercaría a la cifra del millón de barriles que a cierre del año 2021 fue un hito que el gobierno celebro a lo grande, pero que dada las sanciones no logro sostener por mucho tiempo.
Es claro que el escenario mundial surgido de la guerra en Ucrania, febrero 2022, y el aumento de la demanda de petróleo (después de las sanciones a Rusia, importante proveedor de petróleo y gas a Europa) ha volcado la mirada sobre Venezuela, un país con una de las mayores reservas petroleras probadas en el mundo, que producto de las sanciones internacionales se mantenía vetado al mercado internacional.
Dicen también los economistas liberales que esta reanudación de exportación petrolera a EE UU, puede sumar ingresos superiores al 30% de los que se manejaron en el 2022, con posible tendencia a la subida (considerando variables como la duración de la guerra en Europa, así como la flexibilización de sanciones, incluso al posible reingreso de petroleras europeas en el mercado petrolero venezolano).
El gobierno por su parte se mantiene asido al "crecimiento económico" y no deja de mostrar como trofeo de guerra estos datos numéricos, que si bien son noticias positivas en la macro economía del país, dejan de lado la dura y difícil realidad para sectores de la población que depende de la inversión social del Estado (seriamente contraída en los últimos meses) y que ven constreñida su economía y llegaron a fines del 2022 en condiciones extremas de precariedad.
Mientras los defensores del liberalismo económico e ideólogos del libre mercado hoy coinciden con la valoración positiva que el gobierno tiene de la economía del país, vastos sectores de la sociedad viven la exclusión de la riqueza social como el drama típico de las sociedades capitalistas en las que el bienestar y la riqueza de pocos se contrapone con la pobreza y miseria de grandes mayorías.
No son pocos los desafíos que se presentan al gobierno del Presidente Maduro para el 2023 que si bien hoy celebra a lo grande las cifras de crecimiento económico de 2022, tiene el compromiso y la responsabilidad de dar respuesta a las políticas sociales que representan una pesada carga financiera para el Estado y que cada día enfrenta la demanda de los trabajadores del sector público por mejoras salariales e incremento de pensiones, para mejorar las condiciones y calidad de vida de las mayoría de los venezolanos.