En los negocios que han surgido en Venezuela en los últimos años, nos referimos a los denominados ‘’bodegones´´ que venden artículos de lujo y exquisiteces, así como en cadenas de tiendas de ropa, calzado y productos de uso diario procedentes de países asiáticos, ubicados en corredores comerciales en Caracas y otras ciudades del país, es frecuente la queja de los trabajadores por las condiciones de trabajo, maltrato y ritmos extenuantes que existen allí. Es cierto que los salarios que se pagan en esos establecimientos llegan a ser, en algunos casos, muy superiores a los que se devengan en la Administración Pública y en la economía informal, pero también es cierto que muchos patronos y jefes de esos establecimientos practican una suerte de ‘’caporalismo’’, de gomecismo laboral, en el espacio de trabajo.
¿Dónde está el Ministerio del Trabajo que no se ocupa de realizar inspecciones a estos establecimientos, para vigilar que los propietarios, gerentes y capataces cumplan con la legislación laboral del país? No nos oponemos a la existencia de esos establecimientos por supuesto, porque efectivamente) generan empleo en el marco de la difícil situación económica que vive el país, lo que beneficia a jóvenes que ahí se desempeñan procedentes en su mayoría de los sectores populares, pero al órgano rector de las relaciones laborales en Venezuela le corresponde recordarles que en este país se acabó la esclavitud hace mucho tiempo, que ser patrono, empresario, comerciante, no otorga el derecho a resucitar los tiempos del ‘’señorío’’.
Llama la atención, al mismo tiempo, la expresión de debilidad de los sindicatos, que no encaran esta problemática. Tal parece que, como los venezolanos estamos mal, los patronos o sus representantes pueden hacer y deshacer, tratar a los trabajadores como ‘’objetos’’, como cosas, en los términos de aquella vieja canción de Gardel: ‘’como juega el gato maula con el mísero ratón’’. Es indispensable hacer supervisión de esos lugares de trabajo, que se caracterizan, en ese sentido, por una altísima rotación de la fuerza laboral. Muchos jóvenes son despedidos en el período de prueba, o al no soportar la presión a la que son sometidos se retiran antes de que dicho período concluya, con lo cual no pueden contar con la protección de la inamovilidad laboral vigente en el país.