Desde el proceso de independencia hasta nuestros días, la corrupción y la traición son parte de nuestra historia, es la malinche como expresión de los diversos proyectos políticos.
Hemos vividos de traición y cobardía de los Santander, Páez, Falcón, Guzmán Blanco, Gómez, Pérez Jiménez, todo el pacto de punto fijo y hoy nos encontramos dentro de esa vieja práctica de "ponme donde hay", unos en su propia revolución y otros en gobiernos de la democracia burguesa, en fin diría la vieja Rita "el mismo gringo con diferente tabaco".
Igual pasa con la burguesía y aristocracia, su capital originario esta basado en la esclavitud, robo de tierras, contrabando y extorsión, robo al tesoro nacional, una burguesía lumpe, sin ningún elemento ético ni moral, esa es la cultura que hoy como ayer los nuevos ricos (burgueses) tienen como paradigma.
Pero lo más grave es que los nuevos burgueses muchos salidos de la clase obrera o hijos de campesinos y obreros tienen todo un discurso patriótico y "revolucionario", nos encontramos entonces con un nuevo sector ilustrado que hasta libros han publicados, con un gran discurso, que enamora a incautos e ingenuos.
A más de 20 años de proceso revolucionario, nos encontramos con un nuevo desfalco al tesoro de la nación y robos multimillonarios, en todo estos tiempos y que nadie se diera cuenta…. como por ejemplo, un contralor de la república que siempre aparece sonriendo y aprobando las rendiciones de cuentas de estos corruptos.
Más de 20 años y las estructuras son las mismas, el estado que en momentos parecía moribundo, hoy goza de muy buena salud, tan es así que los "gremios" empresariales no dejan de alabar las políticas económicas del estado, sus entrega de empresas y tierras, para no hablar de la riqueza del tesoro, por que si algo han aprendido es a chulearse al estado y los gobernantes de turno deja que lo desfalquen .
En los últimos años se ha perdido ese imaginario construido de la confrontación directa contra el imperialismo, la burguesía y sus partidos, con marchas, debates, discusiones, constituyentes, viviendo momentos de revolución, se formó una nueva subjetividad, parida del movimientos de masas, nos encaminábamos por nuevos senderos, depositando la nueva fe revolucionaria en un proceso de construcción heróica y colectiva. Hoy esa nueva subjetividad e imaginarios se fueron cambiando por mensajes ideológicos a la juventud trabajadora por tarjetas de créditos, rumbas y regetones. Pasamos del trabajo colectivo a los emprendimientos de la torre Avanti, bodegones, casinos y burdeles, del Bolívar subversivo hecho pueblo y el rescate de la historia, al Bolívar cagado por palomas y ofrendas florales.
Hoy de esas viejas estructuras fortalecidas, administradas bajo la más estricta división del trabajo, basadas en una jerarquía, donde la lealtad es obligada y subordinada al jefe, con jueces que ejercen la impunidad como oficio, no se puede esperar más; por ello el combate contra la corrupción si nos la planteamos desde la perspectiva revolucionaria, debe estar basada en la construcción de una nueva cultura política, bajo una nueva forma de gobierno, donde su organización se de debe dar desde abajo con poder y control de los trabajadores y del pueblo explotado. Es el momento del gobierno de los Consejos de Trabajadores donde todo el poder se subordina a ellos como pueblo asambleario y constituyente. Impulsar nuevas formas y modo de producción que nos permita avizorar un nuevo porvenir, el Socialismo. De lo contrario seguiremos reproduciendo al sistema capitalista.
Es la hora de Guayana y la CVG, es el momento donde todas nuestras energías y fuerzas sean utilizadas para enrumbar las luchas hacia los verdaderos cambios de gestión y producción con gobiernos democráticos de los trabajadores, de no ser así, es muy fácil que se permeen la corrupción, el nepotismo y el oportunismo, y por lo tanto no podemos seguir hablando de socialismo pues seguimos implementando políticas a favor del capital, como también el provecho individual de nuestras riquezas, hoy más que nunca, por política de justicia social y la construcción del socialismo.
Ni capitalistas ni burócratas, todo el poder para los trabajadores.