“La crítica es la fuerza del impotente”
Alphonse de Lamartine
El “dictador” Nicolás Maduro, está a punto de ver, uno más meterse en la larga cola de los desalojados de sus puestos de mando. Todo indica, que Donald Trump perdió, aunque siga pataleando al lado de los pocos abogados defensores leguleyos –Rudy Giuliani– que le quedan; aparecidos a última hora para terminar, haciendo el papel del propio hazmerreír, hasta convertir las elecciones en un acontecimiento tan bochornoso y falso, que cualquier excusa pasa, como un chiste malo.
Desde el mismo momento de llegar a la Casa Blanca, este nuevo ex presidente, se convirtió en el director de una comparsa tan bullanguera y ruidosa, como si estaba en época de carnaval, para luego pasar a las acciones fuertes y peligrosas, terminando en un bloqueo criminal contra el gobierno venezolano, sin importarles las consecuencias, y de paso con doble objetivo: amedrentar al que no se sumara a la comitiva, y por la otra acelerar la caída de Nicolás Maduro. En la primera meta trazada tuvo éxito, pero ha fracasado en cuanta táctica pone en práctica contra el Presidente Maduro, y el que se marcha es precisamente él.
Todas las directrices de este mandatario las fueron poniendo en práctica gobernantes y organismos manejados –OEA– por el aparato de los Estados Unidos, y para esto se han valido del poderoso andamiaje mediático; pero lo triste y lamentable es la forma, como se montaron en el mismo carruaje para tratar de aplastar al Presidente Maduro, personajes de la misma izquierda, hasta desparramar incontables cuartillas, dejando prácticamente sin opción de críticas a la derecha guarimbera, reaccionaria y anticomunista; como resignados y pensantes: “Para que hablamos, si, nos están haciendo el trabajo sin poner nada en riesgo”
Las últimas declaraciones del mandatario venezolano, han despertado distintas interpretaciones, sobre todo, cuando supuestamente dijo: “si gana la oposición el 6 de diciembre me retiro” Cada quien es libre de pensar lo que mejor le parezca, pero el retiro en una persona, el cual ha pasado por todas las pruebas realizadas por el imperialismo, no es cosa sencilla, y menos, cuando se ha alimentado con las enseñanzas de instructores: Simón Bolívar, el hombre de las dificultades, como lo bautizó el antropólogo Miguel Acosta Saignes, y el estratega Hugo Chávez, quien lo responsabilizó de una tarea nada fácil, porque conocía el temple y coraje del valiente Nicolás.
Lo más risible de todos estos ataques, es, que la actuación del mandatario estadounidense son expresiones comparables a las de un verdadero dictador, tan es así, que terminó totalmente divorciado de la OMS en el momento, cuando es sumamente importante la fusión de voluntades para enfrentar la pandemia, pero, para los nuevos títeres el dictador es Maduro, y lo propagan a cada momento con los mismos argumentos, que al final parece una sucursal de una compañía estadounidense presentando un producto.
Para los gobiernos de Estados Unidos, no es fácil salir del trauma que significa perder su patio trasero, y al fracasar en las primeras de cambio con el golpe de estado para sacar al Comandante Chávez, se enfocaron en no dejar ni siquiera una flor en el árbol, que apenas empezaba a florecer con tanta intensidad: el amanecer del ansiado socialismo, porque sabían, que dejarle agarrar cuerpo, después se hacía indetenible en la conciencia del pueblo, y a pesar de los golpes del imperialismo nos encontramos un número importante de compatriotas resistiendo con la fuerza de los que reconocen al enemigo, así, se presente disfrazado de caperucita roja. Lastima por los que les hacen el juego a los que no tienen compasión por la humanidad ni siquiera en tiempos de pandemia. Lo único, que les falta a los traidores es reunirse para redactar el reporte diario al estilo de Carlos Ortega, cuando el paro petrolero, para evitar tanto trabajo y al final el mismo resultado: el fracaso.