El lio entre España y Venezuela ¿Quién pierde?

Sábado, 14/09/2024 12:52 AM

No hay que pisar el peine del escándalo tan rápido con una toma de decisión presidencial. El congreso español aprobó con 177 votos a favor y 164 en contra recomendar a su gobierno reconocer a Edmundo González Urrutia como el presidente electo de Venezuela. Una vergonzosa acción contra un país, es cierto, con el poder de sublevar corazones. Hasta podría decirse que, a quien no le palpita con indignación, es un venezolano muerto.

En reacción, el presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, Jorge Rodríguez, instó al parlamento a votar una recomendación de ruptura con España al presidente de la república. España ya estaría reincidiendo en la "imbecilidad" de reconocer por segunda vez como presidente de Venezuela a un político no proclamado por el ente electoral venezolano, siendo Juan Guaidó el anterior, quien ni siquiera participó en ninguna elección.

La medida parlamentaria es magnífica porque constituye una acción de simetría política en tanto referida a un congreso o asamblea, y en este sentido y hasta este nivel sí qué es apropiado y político pisar el peine del escándalo. Se hacen traslucir protestas y posiciones, y se puede preocupar a una de las partes con la interrupción de alguna ventaja comercial proveniente de la relación mutua. Si España se erige en un Consejo Nacional Electoral (CNE) paralelo para Venezuela para reconocerle presidentes, justo es que Venezuela le devuelva la piedra con una eventual amenaza de ruptura y suspensión de beneficios. Porque no es fácil romper relaciones con la patria de Bolívar, rebosante no sólo de mujeres hartamente bellas, sino de petróleo. El mundo necesita a Venezuela, debería dejarse sentado de una vez por todas. Y España anda por acá, calladita sobre nuestras tierras, extrayendo el oro negro con su empresa Repsol.

Pero es claro que tales decisiones parlamentarias no son de obligante acatamiento para los presidentes de los gobiernos, quienes, finalmente, deben de manejar y no manipular el timón de los intereses nacionales. Y en este ámbito es donde cabe la recomendación de sopesar y no pisar peines escandalosos. Ya Pedro Sánchez en tal sentido se pronunció y rechazó la moción de su congreso, y lo más seguro es que Nicolás Maduro haga lo mismo respecto de la Asamblea Nacional, pero, eso sí, recargándola con alguna medida de escarmiento contra la insolente España, la primera en la provocación. Los vuelos son un buen tema y el gobierno venezolano ya ha infligido pérdidas a varios países bocones en la región latinoamericana. Mientras la medida no sea acatada por los respectivos presidentes con un "¡cúmplase!", será, no obstante, un arma espectacular de insinuaciones de ataque y de combate político.

De acuerdo con un informe del Observatorio de Complejidad Económica (OCE, https://www.aporrea.org/economia/n396556.html), la balanza comercial entre ambas naciones favorece a Venezuela en una proporción de 9 a 1, exportando España a Venezuela $20,3 millones en 2024 y Venezuela a España 188,6. Concluye el informe que ambos flujos de países crecieron, el de España en un 64,9% y el de Venezuela en un 186. El dato estremecedor es que de la totalidad venezolana el 84,17% es por concepto de rubro petrolero.

Esto pone en el tapete para la consideración presidencial que lo atinente a la española petrolera Repsol en Venezuela constituye la real arma de guerra, con afectación recíproca de llegar a dispararse. Aunque habría que razonar que España, a pesar de la balanza comercial que aconseja discreción a Venezuela, lleva las de perder. Al oro negro no falta quien lo compre o enamore, y ya Nicolás Maduro lanzó la bomba que tenía que lanzar cuando amenazó a los EEUU. de quitarles sus concesiones petroleras y entregárselas a los BRICS. Y, ya usted ve, si lo hizo con la altanera potencia del norte, hacerlo con España es como tirarse un pequeño pedo al aire.

Nota leída aproximadamente 1628 veces.

Las noticias más leídas: